El tema, debido a la profundidad misma que engendra, simplemente impide que pase de moda. Es más, la realidad del diario vivir de hoy, especialmente latinoamericano, no solamente le impide desaparecer, sino más bien, lo convierte en un clásico tema de discusión y análisis completamente vigente.
Un vivo ejemplo de lo expuesto, lo presenta la actual crisis socioeconómica-política que presenta la República Dominicana, teniendo como punto de partida la decisión tomada por el pleno de la Junta Central Electoral (JCE) el pasado domingo 16 del mes de febrero del presente año 2020, de suspender las elecciones municipales en pleno proceso.
Para muchos, ese día ha sido definido como nefasto para la muy debil y fragil democracia dominicana. Hasta ahora, la historia de dicho país no presenta similar situación.
Y es que el cúmulo de abusos y atropellos contra todo el sistema de derecho orquestado desde el partido de gobierno, dígase el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) han servido para que la sociedad en general se una en estos momentos en apuro pidiendo un simple y muy lógico pedido: respeto a la democracia, comenzando con la implementación de unos nuevos comicios electorales a la brevedad posible.
Y es que si de algo ha servido el desastre institucional por el cual atraviesa el país en estos momentos, es para despertar una conciencia colectiva que para muchos, ya había pasado a la historia. Sin embargo, no es así.
Las movilizaciones registradas en estos días indican que el pueblo está al tanto de lo que esta sucediendo y que un cambio es necesario YA!
Es importante recalcar que la actual coyuntura muestra ciertos aspectos, que desde el punto de vista del autor de estas líneas, muestran un gran y positivo avance: la inclusión de la juventud en el debate nacional. Pero no solamente la inclusión.
Más importante aún, es el activismo y empoderamiento tomado y mostrado por el mencionado grupo en el debate nacional que se observa de forma continua y sumamente activa. Sin lugar a dudas, se ve cierta luz al fondo del túnel en el cual se encuentra la querida Quisqueya en estos momentos. Ya era hora!
Y es que de una crisis electoral, el asunto ahora toma otro rumbo: La inclusión del problema económico. Muchos han de decir que lo hoy visto referente a la juventud empoderada, ya la nación la había vivido tiempo atrás con el activismo no menos importante vivido con la Marcha Verde.
Sin embargo, la actual coyuntura muestra ciertos cambios que aún sean pequeños, no dejan de ser importantes. Y es que los ya famosos cacerolazos muestran un muy importante hecho: la clase media está en protesta. Ya dichas protestas salen del barrio marginado y olvidado, y entran a la urbanización, al sector de los «vive bien.»
Es raro que en un país, de acuerdo a las estadísticas expuestas por el gobierno y el Banco Central, presenta una economía boyante y de prosperidad, el «vive bien» tenga que usar su tiempo para protestar por cosas tan básicas como seguridad, costo de la vida, y salud democrática.
Es lógico y entendible que los barrios marginales sean los protagonistas en este tipo de eventos, debido a la realidad que viven a diario. Lo interesante e importante ahora es que el «vive bien» lo haga. Y lo hacen por convicción, pues de alguna forma comienzan a sentir calamidades y situaciones con las cuales no tenían ninguna interacción.
De manera pues, que no es gente que necesita los 500.00 pesos de dádiva, ni el pica pollo para comer algo, ni mucho menos la botella de ron o cerveza. Sus necesidades son otras. Sus intereses son otros. Pero al final, son necesidades e intereses en busca de soluciones.
«Continuar lo que está bien, arreglar lo que está mal y hacer lo que nunca se ha hecho.» fueron consignas que se tornaron muy populares durante la campaña electoral del 2012, ano en que fue electo por voto popular el hoy presidente de la República Dominicana, el Licenciado Danilo Medina Sánchez. Dicho mensaje de campana, con un matiz meramente patriarcal y populista, no ha sido cumplido a cabalidad.
La administración Medina muestra ciertos avances en uno que otro renglón de la vida nacional, aún dichos avances muestren ciertas deficiencias en el manejo de los recursos públicos, muy limitada transparencia, sobre evaluaciones, y otros problemas.
Las famosas tandas extendidas, un alto costo económico invertido en infraestructuras, especialmente rutas viales, viviendas asequibles, y por supuesto, la fabricación de aulas educativas y centros de medicina primaria y avanzada, sirven como el ejemplo claro de lo expuesto. Sin embargo, dichos avances tambien muestran serias dificultades e irregularidades muy alejadas de la transparencia y pulcritud.
El punto álgido de lo dicho se encuentra en los extremadamente escandalosos casos de corrupción gubernamental que a diario ve y vive todo el pueblo con un descontento patrocinado por la cortina de la impunidad. El tristemente celebre caso de la multinacional Brasilera, Odebrecht y sus vínculos directos con todo el estado dominicano, es el símbolo de la corrupción, soborno, engaño, y peor aun, de impunidad galopante en el país.
Todo este parámetro, ha rodado como una especie de bola de nieve, que aparentemente está a punto de estallar. Las elecciones primarias del partido de gobierno, llevadas a cabo en Octubre del pasado año, indicaron en cierta medida lo que venía en curso.
Los resultados de dichas elecciones terminaron con la división del partido de gobierno, donde su presidente en dicho momento, el Doctor Leonel Fernández, fue declarado por la Junta Central Electoral como el vencido, no aceptó los resultados alegando un colosal fraude electoral.
El desastre visto por todo el mundo el 16 de febrero pasado indica que todo lo denunciado por el grupo encabezado por Fernández era cierto. La JCE ha mostrado una debilidad mesiánica y limitaciones verdaderamente preocupantes para ser de nuevo árbitro en otras elecciones. La comunidad internacional debe de jugar un papel estelar en estos momentos dado que las instituciones dominicanas no muestran la mas minima credibilidad anta la sociedad en general.
La democracia una vez más esta impelida a vencer. La sociedad dominicana lo entiende muy bien y por eso esta en las calles, la Plaza de la Bandera se ha convertido en el símbolo de este movimiento, los cacerolazos truenan y el pueblo una vez más se da cuenta que no basta rezar, hacen falta otras cosas para conseguir respeto, hacen falta otras cosas para ser escuchados, hacen falta otras cosas para un cambio de rumbo, en definitiva hacen falta muchas cosas para conseguir la paz!