Dejaron la plaza sin disparar.
Después de la proclamación de la independencia había mucha expectación por lo que tendría que pasar en los días siguientes en la franja española.
Entonces la población de Santo Domingo se preguntaba qué sucedería.
“Al amanecer del 28 el pueblo en masa acudía al baluarte a apoyar la proclamación de la República mientras el comandante haitiano Etienne Desgrotte enviaba cerca de los alzados una comisión de oficiales para tomar conocimiento directo y preciso de la finalidad del alzamiento.
La contestación de los patriotas, enviada por escrito a media mañana, decía que el pueblo dominicano había tomado la firme decisión de ser libre e independiente, sin que ninguna amenaza sea capaz de retractar su voluntad”, contó el historiador Pedro Troncoso Sánchez en Episodios duartianos.
En la tarde se acordó la capitulación de los haitianos, con la mediación del cónsul de Francia en Santo Domingo, Eustache Juchereau de Saint-Denys.
Luego, la plaza fue entregada por los invasores haitianos a los dominicanos, sin resistencia al día siguiente, 29 de febrero, por el general Desgrotte.
Con esa esperada capitulación, terminaban 22 años de dominación extranjera en la parte Este de la Isla de Santo Domingo.
Sin embargo, la prolongada dominación haitiana tuvo una gran influencia en la cultura criolla y en la culinaria y dejó su particular sello en el español dominicano, que adoptó muchos galicismos y haitianismos.
También marcó la administración de la justicia, entre otras áreas de la vida nacional.
Pese a la salida “pacífica” de los haitianos, los pobladores de la franja Este no tuvieron una paz duradera, pues días después de la liberación de la patria, el 19 de marzo de 1844, hubo que enfrentar en Azua el intento de los extranjeros de ocupar de nuevo la parte oriental.
Según publicó en El diario de la Independencia el historiador Adriano Miguel Tejada, el lunes 18 de marzo un mensajero enviado por el patriota Jaime Vidal, quien se trasladó desde El Maniel, le informó al general Pedro Santana, comandante en jefe de los ejércitos expedicionarios, sobre los movimientos que hacían las tropas haitianas que invadían el territorio dominicano.
Al día siguiente el ejército dominicano venció de forma decisiva a las huestes haitianas, dirigidas por el presidente Charles Rivière-Hérard, durante la primera gran batalla, con la cual fue defendida la independencia, apenas 22 días después de que fuera declarada.
Ulteriormente, los dominicanos tendrían que vencer a los haitianos en muchas otras batallas, como la del 30 de marzo, librada en Santiago de los Caballeros, para reafirmar su determinación de mantener la libertad.