Por Roberto Veras
Desde niño he venido escuchado el viejo adagio de que lo único constante en la vida es el cambio. Esa declaración nunca ha sido más cierta de lo que es el día hoy. La capacidad de reconocer y adaptarse al cambio es una habilidad crítica.
Aquellos que puedan reconocer el cambio lo verán como su fuente de grandes oportunidades. Aquellos que no pueden aceptar o negar el cambio, no solo perderán las grandes oportunidades; finalmente perderán su camino.
La incapacidad o falta de voluntad para ver el cambio es una desventaja. Muchas personas hoy sufren de esta enfermedad. Tienen sus creencias y, independientemente de los hechos presentados, se niegan a creer que está ocurriendo un cambio.
¿Reconoces los cambios que ocurren a tu alrededor? ¿Tienes los ojos puestos en un objetivo para que cuando ocurran cambios en tu camino hacia tu objetivo puedas verlos rápidamente y adaptarte?
Muchas personas se ven tan envueltas en sus propias creencias personales que no están dispuestas a creer o aceptar nada que pueda desafiar esas creencias. Tienen miedo de pensar o creer que sus creencias son incorrectas o ya no son relevantes.
Lo que generalmente se interpone en el camino de admitir el cambio, es la falta de preparación. Si una persona no está preparada para el cambio o no tiene idea de cómo adaptarse al cambio; El cambio es aterrador. La idea del cambio crea un miedo paralizante y la negación se convierte en su escape de la realidad.
Debido a la falta de preparación y la consiguiente parálisis; en lugar de actuar en respuesta al cambio, tienen inacción mientras esperan que vuelvan las viejas formas. El problema obvio con eso es que o las viejas formas se han ido y nunca volverán o las viejas formas volverán pero nunca a sus días de gloria anteriores.
Esta actitud deja a estas personas susceptibles de quedar ciegos o sorprendidos cuando ocurre un cambio. Sus creencias son tan fuertes que cuando finalmente aceptan los hechos, lo que una vez supo que ya no es cierto, las mayores oportunidades ya han pasado.
Aquellos que no verán cambios o no aceptarán cambios verán lisiarse a sí mismos. Hoy en día hay muchos lisiados, porque se aferran a la creencia de que las cosas volverán a ser como eran. Para ellos es impensable que lo que era la norma ya no sea la norma y nunca más será la norma.