Desamparados siguen durmiendo en calles, parques y plazas del Alto Manhattan en medio de la crisis del coronavirus

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Por Miguel Cruz Tejada

NUEVA YORK._ En un tétrico y solitario escenario de una ciudad que nunca duerme (o dormía), con calles desoladas y amplios espacios desérticos, especialmente por las noches, cuando la cuarentena se siente con más rigor, emergen las figuras de los desamparados, entre los que se encuentran no solo personas sin hogar, sino también  adictos a las drogas, alcohólicos, perturbados mentales y desobedientes a los edictos.

Con sus aspectos desvencijados en su mayoría, harapientos, algunos buscando en los basureros y otros, olfateando una colilla de cigarrillo en cualquier lugar, muchos, siguen pernoctando en aceras, parques y plazas del Alto Manhattan, como si la rutina de la ciudad no hubiera cambiado radicalmente en medio del azote de la pandemia.

Entre ellos, los hay quienes ya languidecen en la penumbra de recovecos y callejones de la jungla urbana, mientras algunos, parecen estar indiferentes, lejos o ignorantes a lo que ocurre en Nueva York y el mundo.

Y persisten en mantener su cotidianidad, mendigando y arrastrando carritos de supermercados y lavanderías, cargados de bolsas plásticas, en las que llevan lo recogido.

Aunque es una estampa típica de las grandes concentraciones urbanas, que como Nueva York, lo tienen todo, se creía que la pandemia los forzaría a desaparecer temporalmente.

Pero muchos están siendo vistos durmiendo en las mismas camas o pululando en las estaciones de trenes, aceras y frente a grandes tiendas y centros comerciales, que es su acostumbrado habitat.

Otros, salen esporádicamente de los refugios temporales en los que están alojados para merodear por los alrededores.

El último que vi la noche de ayer martes 24 de marzo 2020, dormía plácidamente en las losetas de la Plaza de Las Américas, en la calle 175 en un lateral del teatro United Palace en el Alto Manhattan.

Y ese es una de las tantas escenas de los desamparados de la ciudad en medio de la pandemia.