Historia de las canciones de Miguel Matamoros

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Trío Matamoros

POR DAGOBERTO ORTIZ – 17 de Diciembre, 2017

Miguel Matamoros, extraordinario músico popular cubano, nació en Santiago de Cuba, el 8 de mayo de 1894 y falleció en 1971 a los 77 años de edad.  Alternaba la música con su actividad como chofer privado. En la celebración de su cumpleaños, el 8 de mayo de 1925,  al encontrarse con Siro Rodríguez y Rafael Cueto  en su casa, después de cantar por vez primera juntos, entre otras propuestas, salió el legendario “Trío Matamoros”, que sería bautizado así posteriormente en New York, el cual revolucionó la música popular cubana y se convirtió en el trío de Son más popular y trascendente de Cuba y del Mundo.

Una parte significativa de las canciones del Trío Matamoros, autoría de Miguel, se convirtieron en piezas emblemáticas y de identidad, clásicas en el campo del Son: Entre otras, “El que Siembra su Maíz”, “Lágrimas Negras”, “El Son de la Loma”, “La Mujer de Antonio”, “El Paralitico”, “El Trio y el Ciclón”, “La Santiaguera”, “Regálame el Ticket” y “Mariposita de Primavera”.

Cada canción de esas tiene una historia.  Cada canción de esas tiene una inspiración diferente, pero todas son vivencias personales, crónicas de la cotidianidad, recreaciones artísticas hechas canciones por la creatividad de Miguel Matamoros, el director del trio.

Una noche de luna del 1922, propia de los bohemios, Miguel salió a dar una serenata con su amigo, el artista Alfonso del Río, con su acompañamiento musical, donde una pretendida de este último en los Hoyos, barrio popular de Santiago de Cuba.  Después de la interpretación de dos canciones románticas, con una niña en la mano, una señora salió  de una casa cercana y acercándose a Miguel, le expresó: “Señor, señor, mi hija quiere conocer a los cantantes, quiere saber de donde son”.  Como pudo, le explicó a la niña la respuesta.  Está, acercándose a la mamá le afirmó, “Mamá son de la loma”.

Al otro día, Miguel compuso  “Mamá, son de la loma”, que luego se conoció como “El Son de la Loma”, el cual dice, entre otras cosas:

                                         “Mamá yo quiero saber

                                           de donde son los cantantes

                                           que los encuentro muy galantes

                                           y los quiero conocer

                                           con sus trovas fascinantes

                                           que me las quiero aprender.

                                           Mamá yo quiero saber

                                           ¿De dónde serán? ¡Ay mama!

                                           ¿Serán de la Habana?

                                           ¿Serán de Santiago

                                           tierra soberana?

                                           Son de la loma

                                           y cantan en el llano.

                                           Ya verás, tú verás.

                                           Mamá ellos son de la loma

                                           y cantan en llano.

                                           Mamá  ellos son de la loma

                                           y cantan en llano.

(Nota: La loma se refería a Santiago de Cuba y el llano a La Habana)

Uno de los sones más populares de Los Matamoros, autoría de Miguel, es “La Mujer de Antonio”.  En la vida real, la mujer de Antonio nunca existió, es un personaje, fruto de la creación del autor.   El mismo Miguel confesó lo siguiente: “Una vez me llamó Pepín Bacardí y me dijo: Miguel, me hace falta que vayas hoy al hotel Venus, pues le voy a dar un almuerzo a Celia Montalván.  Celia Mortal van era una artista mejicana, que vino a Santiago, ella tenía una perrita pequinesa muy zamba; entonces, al yo ver caminando a la perrita, se me ocurrió el verso primero: “La perra de Celia camina así”, pero luego, hablando con Siro y con Cueto, les dije: Esa frase no me gusta, no tiene roncha, no va aprender en el pueblo”. Y entonces cambie la letra y le puse:

                                               La vecinita de enfrente

                                               buenamente se ha fijado

                                               cómo camina la gente

                                               cuando sale del mercado 

Y después le puse el estribillo:

                                                La mujer de Antonio

                                                camina así,

                                                por la madrugada

                                                camina así,

                                                cuando va a la plaza

                                                camina así…”                                             

Al inicio de la década del 30, era obligatorio en las conversaciones referirse a la presencia de Asuero Fernando, un médico español que llegó a La Habana el 12 de junio de 1929 con la fama de que curaba a paralíticos y a reumáticos, causando un revuelo fuera de lo común.  El pueblo estaba tan enterado de este acontecimiento que conocía el proceso de curación de este médico.  Por eso, Miguel Matamoros, podía afirmar que el “procedimiento que el usaba era inyectar un nervio que tenemos aquí en la nariz, que se llama trigémino extirpándolo; y decían que con ese tratamiento se curaba la persona que estaba paralitica, pero resulta que yo conocía a un billetero de la plaza del Vapor, llamado Raúl Núñez, que era paralítico y que se trató con el Dr. Asuero, y nada, ya que a los tres meses seguía inválido igual.  Luego me enteré de tres casos más: Dos hombres y una mujer que se habían tratado con Asuero, y no se habían curado.  Pensé entonces que eso de la cura era un truco y compuse este Son:

Veinte años en mi término

me encontraba paralítico

y me dijo un hombre místico

que me extirpara el trigémino.

Luego en el estribillo yo digo:

Suelta la muleta y el bastón

y podrás bailar el son.   

Más adelante canto buscando la ritma y metiendo la sátira:

Dice un doctor farolero

mucho más bueno que el pan

anda, ve a San Sebastián

para que te cure Asuero.”

Miguel era un bohemio empedernido, la música y el alcohol eran su pasión y el espacio para su inspiración.  Como Agustín Lara, su desamor lo remplazaba con otro amor.  Amaba al amor y a las amantes.  Uno de sus amores enloquecedores, hizo posible el surgimiento de “Santiaguera”, un hermoso y pegajoso Son en honor de Mercedes Cueva, su amor del momento, que vivía en Santiago de Cuba, el lugar mítico donde por orden de los dioses se esconden las mulatas más espectaculares del universo.

Entre otras cosas, Miguel confiesa:

«Santiaguera de mi amor

quiéreme solito a mi

no me maltrates así

que yo me muero de dolor”.

En noviembre de 1928, llegó a Santiago de Cuba la primera grabación del Trío Matamoros bajo la firma internacional de la RCA Víctor.  De un lado tenía “Olvido” y del otro lado el Son “El que siembra su maíz”, el cual se vendía en la tienda La Dichosa en la vía La Enramada.  En poco tiempo se agotó y se convirtió en la sensación del momento.  Al mismo tiempo se vendía en varios países, proyectando al trío a nivel nacional, dándole al mismo tiempo una dimensión internacional.

Como creador del pueblo, Miguel tomó como referencia para producir este Son a un personaje popular que vendía pasteles por las calles sacrosantas, llenas de historias, de Santiago de Cuba y su casa era un puesto para planchar ropa.  Miguel afirmó lleno de orgullo: “me inspiré en este personaje apellido Casamayor, pero todo el mundo lo conocía como Mayor”.

“Un día -sigue diciendo Miguel- no se le vio más, desapareció y entonces tu sabes cómo es la gente, unos empezaron a decir que estaba preso, otros que se había muerto; algunos afirmaban que estaba escondido en Guantánamo por algo malo que había hecho, un rapto por eso.  Yo en este Son inventé el refrán “El que siembra su maíz, que se coma su pinol”, esto quiere decir que el que la hace, la paga, que si una persona hace algo malo debe pagarlo.

                                           ¡Huye! ¡Huye!

                                           ¿Dónde está Mayor?

                                           ¡Ya no vende por las calles!

                                           Ya no pregona en la esquina,

                                           ya no quiere trabajar.

                                           El que siembra su maíz

                                           ¡Que se coma su pinol!”

(Nota: En Dominicana el pinol corresponde al gofio)

Hay diferencias entre los investigadores sobre las veces que el Trio Matamoros viajó a nuestro país.  Para algunos fueron tres visitas y para otros cinco.  Lo cierto que las

grabaciones de sus discos que llegaron y la promoción por las emisoras radiales de Cuba, las cuales eran muy populares en nuestro medio, hicieron de los Matamoros una atracción extraordinaria.

En su primera visita en 1930, coincidió con la toma de posesión de la Presidencia de la Republica del sátrapa de Trujillo.   Ellos se hospedaron en la casa de huéspedes de Luz Saldaña, al final de la hoy avenida Mella.  Luis Peralta, músico, compositor, director de Los Soneros de Borojol me enseñó donde fue que se alojaron, uno de los lugares donde se presentaron al público y donde ensayaban por las tardes.

Dos días antes de su partida para La Habana, les sorprendió el Ciclón de San Zenón, que  arrebató la vida a miles de dominicanos.  Al final de la hoy Avenida Mella, frente a la iglesia y el fuerte de Santa Bárbara, recogieron los heridos y muertos del sector y Miguel, que era chofer, ayudó a su transportación.  Miguel y todo los demás miembros del grupo musical, se asustaron en el apogeo del ciclón y cuenta Don Luis Peralta, que se metieron debajo de todo lo que encontraron en la cocina.

Pudieron regresar, muertos de miedo a Cuba en un avión militar que trajo apoyo para los damnificados.  Impresionado, dando gracias a Dios por estar vivo, ya que se llegó a difundir la noticia de que habían muerto los Matamoros.  Miguel, compuso un Son sobre el trío y el ciclón:

                                       “Espiritistas inciertos

                                         que muchos hay por allá

                                         proclamaban con terquedad

                                         que los del trio habían muerto.

                                         Cada vez que me acuerdo del ciclón

                                         se me enferma el corazón.

                                         Aquí termina la historia

                                         de tan tremendo ciclón

                                         los muertos van a la gloria

                                         y los vivos a baila Son”.

El más popular de los boleros-son de los Matamoros, autoría que se le atribuye Miguel, es Lágrimas Negras, escrito en su visita a Santo Domingo en el 1930.  Este bolero-son fue grabado por la RCA Víctor un año después, convirtiéndose en una sensación.

Existen varias versiones sobre el mismo.  Para algunos, Miguel no fue el autor, sino que una mulata se lo entrego y él le dio vida musical.  Otros plantean que Miguel se lo escribió a una dominicana que lo deslumbro y luego lo dejó.  Pero en una entrevista años después, Miguel confesó: “yo no lo compuse por un asunto mío, no señor, sino por una vecina que siempre llegaba a la casa lamentose de que el marido, sin razón, la había abandonado”.   Por eso dice:

                                           “Aunque tú me has dejado en el abandono

                                             aunque tú has muerto todas mis ilusiones,

                                             en vez de maldecirte con justo encono

                                             en mis sueños te colmo

                                             en mis sueños te colmo de bendiciones.

                                             Sufro la inmensa pena de tu extravío

                                             siento el dolor profundo de tu partida

                                             y lloro sin que lo sepas que el llanto mío

                                             tiene lágrimas negras,

                                             tienes lágrimas negras como mi vida.

                                              Tú me quieres dejar

                                              yo no quiero sufrir,

                                              contigo me voy mi santa

                                              aunque me cueste morir”.