Por Miguel Cruz Tejada
NUEVA YORK._ El pastor de la iglesia Bautista Fundamental Independiente de la ciudad de Worcester en Massachusetts, Kristopher D. Casey se mantiene desafiando al COVID-19 y sigue celebrando los oficios religiosos presenciales con docenas de feligreses sin protección.
Parte de sus fieles, acusan al gobernador de Massachusetts, Charlie Baker de “un nuevo Hitler” por mantener las restricciones de distanciamiento social y el uso de mascarillas y guantes, además de la cantidad de no más de 10 personas en los eventos públicos.
El gobernador, ha sido de los primeros en criticar acremente el desafío del reverendo a las reglas para evitar el contagio del coronavirus.
Algunos de los feligreses exhibieron un cartel en las afueras de la iglesia situada en la calle Adams Square, en el que muestran la foto del gobernador, con el bigote de Hitler.
Las prohibiciones en Massachusetts comenzaron el 23 de marzo, cuando millares de contagios y muertos comenzaron a afectar masivamente ese estado.
El pastor alega que después de mucha investigación, consulta y oración, decidió celebrar lo que él cree fue el primer servicio público para más de 10 personas dentro de una iglesia.
Casey publicó su intención en Facebook la semana pasada de celebrar un servicio dominical a las 11:00 de la mañana dentro de su iglesia en el 266 de la calle Lincoln, y luego celebró el segundo oficio el domingo pasado.
Dijo que también envió cartas certificadas al gobernador Baker, el alcalde Joseph Petty y el jefe de la policía Steven Sargent para explicar sus razones para reanudar los servicios de adoración pública.
Explicó que solo la oficina del alcalde respondió, simplemente agradeciéndole por invitarlo al servicio pero rechazando la invitación.
El pastor dice que su carta de tres páginas no incluía una invitación para asistir. La decisión del pastor ha provocado acciones legales de las autoridades de Worcester.
El lunes por la tarde, el administrador de la ciudad Edward M. Augustus, Junior, le dijo al periódico Telegram & Gazette de Worcester que se entregó una carta a la iglesia Bautista de Adams Square como recordatorio de que están violando la orden del gobernador organizando reuniones con más de 10 personas.
“Si bien respetamos la igualdad, la libertad religiosa y las frustraciones de no poder albergar los servicios públicos tradicionales, la orden del gobernador es clara y se aplica a la seguridad pública de todos. Auto exentarse e ignorar esta orden pone en riesgo la salud de los feligreses y del público en general”, sostiene la misiva enviada a la iglesia.
También el lunes, el alcalde Petty le dijo al periódico que está profundamente decepcionado y consternado porque el pastor eligió violar las órdenes del gobernador y el administrador de la ciudad, y poner en peligro a sus feligreses y a la ciudad en general al realizar servicios.
“En todo Massachusetts, hombres y mujeres de fe han optado por seguir el mejor consejo médico de profesionales y realizar servicios de adoración virtualmente. Este es un momento en que todos debemos hacer sacrificios por el bien de nuestros vecinos», dijo el alcalde.
Pero el pastor siguió adelante con su plan de celebrar el servicio a pesar de que la prohibición del gobernador no termina hasta el 4 de mayo.
Dijo que consultó con el abogado y el agente de seguros de su iglesia y otros pastores. Agregó que el abogado le dijo que ninguna de las otras 200 iglesias que él representa ha prestado servicios públicos para 10 o más personas desde la prohibición.
Como pastor de su iglesia Bautista Fundamental Independiente, Casey no es supervisado por un obispo, por lo que la decisión de reanudar los servicios públicos fue suya.
Casey dijo que 56 personas asistieron al servicio, incluidos feligreses de Worcester y las comunidades circundantes, pero también personas de Boston, Lexington, Lawrence, New Bedford y otras comunidades del este de Massachusetts que buscaron un lugar para adorar porque sus iglesias dejaron de celebrar servicios públicos.
Aclaró que muchos no son bautistas.
«Es casi un grito de guerra», dijo el reverendo. «La gente dice mira, tenemos que hacer esto y nos alegra que estés haciéndolo y tomando una posición”.
Señaló que esa no era su intención ni su plan. “Mi plan era decir mira, esta es la iglesia a la que Dios me ha llamado, esta es la comunidad en la que necesito predicar y no tiene sentido predicar en bancos. Se supone que debo predicar a la gente», añadió.
Rechazando la lluvia de críticas en las redes sociales, el pastor respondió que «el señor nos dice que lo único que debemos temer es a él».
El gobernador autorizó a los lugares de cultos a permanecer abiertos, pero prohibió las reuniones de 10 o más personas.
Nadie del estado o ciudad llegó el domingo para tratar de disolver el servicio.
Casey dijo que considera que la prohibición de los servicios religiosos es una violación de la primera y la decimocuarta enmiendas a la constitución de Estados Unidos, el artículo 2 de la Declaración de derechos de Massachusetts, la Ley de restauración de la libertad religiosa de los Estados Unidos y la Ley de derechos civiles de Massachusetts.
El pastor informó que a cada feligrés se le tomó la temperatura para determinar si tenían la fiebre.
También se entregaron desinfectantes de manos, máscaras y guantes a quienes no los tenían, y todos, excepto los miembros de la familia, se sentaron al menos a seis pies de distancia en la iglesia, con capacidad para 300 personas. La comunión no fue servida. Antes de la pandemia, entre 75 a 125 personas asistían a los servicios dominicales.
La iglesia fue desinfectada tanto antes como después del servicio.
Durante las últimas semanas, Casey celebró servicios de transmisión en vivo con menos de 10 personas, incluida su esposa, Rachael, y sus cuatro hijos, de entre 7 y 14 años, que se extendieron por toda la iglesia.
El servicio público del domingo también se transmitió en vivo.
Rachael publicó fotos de 60 a 70 feligreses en toda la iglesia para los servicios cerrados.