¨Haitianidad¨, ¨Dominicanidad¨ y la Sarandunga en Tiempo de Coronavirus

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Por Dagoberto Tejeda Ortiz

En marzo del 2014, el Ministerio de Cultura de la República Dominicana, publicó un libro a través de la Editora Nacional, del joven escritor  y artista plástico Dió-genes Abréu, que en realidad era el ensayo ganador de la novena edición del Concurso Literario Letras de Ultramar 2013, en la mención de Ensayo.

La noticia de este ensayo ganador “Sin Haitianidad no hay Dominicanidad: Cartografía de una identidad que se Bifurca”, me había regocijado, dada la relación de amistad entre el autor y yo.  Este libro fue puesto a circular en el Museo de Arte Moderno y lógicamente esa noche yo estaba presente.  En su presentación, el autor aludió a diferencias conmigo sobre el origen de la Sarandunga de Bani, expuesta en mi libro escrito sobre esta manifestación cultural.  Lo consideré normal en un joven investigador crítico y valiente como él.

Incluso me entregó un ejemplar del libro con la siguiente dedicatoria: “Para Dago, como gesto de amistad y agradecimiento”.   Coloqué el libro en mi mesa de trabajo y por respeto, para no tener que responderle en caso necesario, nunca lo había leído hasta el día de hoy, después de seis años, ante la insistencia de algunos amigos que me pidieron hacerlo en este tiempo del Coronavirus.

Al caer en la tentación de leerlo, quedé defraudado e indignado de su contenido y desu tratamiento sobre el tema, con interpretaciones acomodadas, retorcidas, con ironía, con afirmaciones fuera de contexto, tergiversadas, con intencionalidades dirigidas, con carencias científicas, con pluralidad de especulaciones. 

Entendí que el asunto no era personal, recurrí entonces al contenido y a la presentación.  Incluso me detuve en las justificaciones del jurado para otorgar este premio.  Ocurre que es un Concurso Literario Letras de Ultramar 2013, en la mención de Ensayo”, organizado por el delegado del Ministerio de Cultura en New York.  Es decir, que no es un libro de historia o de antropología, sino de literatura y esta otorga la legitimización de la ficción. Este veredicto, no entra en la verificación del contenido,  sino en el manejo del discurso Por eso, sin pudor, el jurado expresó, entre sus consideraciones, “Que la investigación cuidadosa de la Sarandunga como sincretismo dominicano comunica eficazmente esa presencia sincrética en los bailes, la música y las ceremonias religiosas”, sin entrar a considerar si las afirmaciones del autor correspondían a la realidad.

AUTOR: Dagoberto Tejeda Ortiz

¿Cómo puede juzgar el jurado un tema desconocido para ellos y llegar a concusiones sin conocer mi libro sobre la Sarandunga, que el autor “analiza”?Sé que ellos manejan las normas, las reglas, la lógica literaria, pero las ciencias sociales  son extrañas para los mismos.  Una cosa es analizar citas, recolectar bibliografías, apreciar las reglas, las normas y hasta la lógica literaria y otra cosa es el  conocimiento científico donde la realidad cultural es un proceso histórico-social múltiple, diverso, complejo y no únicamente un momento extraordinariode su cotidianidad, que es su catarsis.

Creo necesario aclarar que el conocimiento de estos jurados sobre la Sarandunga y sobre la cultura dominicana es cuestionable.  De sus miembros, solo conozco el Dr. Miguel Aníbal Perdomo, destacado intelectual, excelente escritor, calificado altamente en el conocimiento de la literatura, pero con limitaciones en las investigaciones antropológicas de la cultura dominicana.  Ninguno de los jurados tiene el aval suficiente y la credibilidad en materia científica para juzgar obras que son de su conocimiento.  ¿Cómo pueden juzgar que las opiniones de Dió-genes son verdaderas, si no conocen, porque estoy seguro que nunca han participado en la Sarandunga, no han leído mi libro y carecen del conocimiento suficiente sobre las investigaciones antropológicas realizadas sobre la Sarandunga y sobre la cultura popular dominicana?

Estas consideraciones sobre el jurado son para descalificar el veredicto del mismo en relación con la Sarandunga e incluso con el Bamboulá,   Pero lo mismo ocurre con Dió-genes, que no tiene formación en ciencias sociales, en antropología, porque es un artista que estudio artes plásticas, aunquees un afanado de la cultura popular dominicana y de su identidad.

A nivel de la investigación científica, no basta recolectar citas, conocer bibliografías, sino que hay que manejar procedimientos y conocimientos propios de las ciencias sociales, donde hay normas, reglas, procedimientos, técnicas, metodologías, marcos teóricos, propias de su naturaleza, para interpretar con rigurosidadla realidad histórica-social, desconocida por él.

El argumento fundamental de Dió-genes sobre el convencimiento de que la Sarandunga es oriunda de Haití, se fundamenta fundamentalmente en las afirmaciones de la oralidad de los dirigentes de la misma del barrio de Pueblo Arriba de Bani.  Ocurre, en primer lugar, que esta versión oral ha sido modificada, acomodada,  por ellos mismos históricamente, varias veces.  La primera versión fue recogida por Doña Edna Garrido de Boggs en 1947 donde se describe que Provisco natural de Bani, estando en viaje de negocios en Puerto Príncipe, Haití,  compró allí al santo y lo llevó al Pueblo Arriba, Bani.  Después, en una segunda versión, en 1963, la folklorista venezolana Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Rivera, recogieron una segunda versión, donde además del santo, le entregaron los tambores, los vestuarios del santo, los cantos escritos y hasta el toque que le dan a los tambores de San Juan.  Posteriormente a René Carrasco le dieron otra versión con algunas diferencias. A mí me dieron la última versión de que a Provisco le enseñaron los toques de los tambores, y le enseñaron los bailes y los cantos.

Desde el punto de vista de la literatura, donde las fabulas son válidas, antropológicamente, en etnomusicología, es inaceptable que Provisco pudiera traer la diversidad rítmica de la Sarandunga, sus cantos, sus bailes, etc., cuando ni siquiera era músico, ya que esto es el resultado de un proceso de socialización y no de una improvisación.Y por otro lado, esta versión de la oralidad de que adquirió los tambores y que los trajo al Pueblo Arriba, no tiene base de sustentación histórica-antropológica porque ya los tambores, los cantos, los bailes y los rituales existían muchos años antes, provenientes de La Vereda y de Fundación de Peravia. Por lo tanto, la versión de que fueron llevados de Haití es, como en la literatura y el arte, una ficción, una fábula, que se debe respetar pero no idealizarsey menos aceptarse gratuitamente por romanticismo, debido su esencia popular.

Con la afirmación de la negación nuestra, de que la Sarandunga no viene de Haití, sino que es el resultado del proceso del cimarronaje, cuando los esclavizados en el enclave Haina-Nigua-Nizao, donde estaba localizada la industria Azucarera colonial,  al huir de los ingenios azucareros en busca de la libertad, los cuales tenían como meta refugiarse en el Bahoruco y/o en la montañas de Neiba, se quedaron algunos de ellos en el Maniel de Transito de La Vereda, donde nació La Sarandunga y luego fue trasladada a Fundación de Peravia y de allí, fue que llegó al Pueblo Arriba, de tal manera, que nunca pudo llegar al Pueblo Arriba desde Haití, porque la Sarandunga como expresión cultural, hacía años que existía en estos dos lugares.  Reiteramos, que las historias orales, son útiles, importantes en la investigación antropológica, sobre todo cuando hay carencias documentales, pero no pueden idealizarse, porque existe una lógica histórica-antropológica para su credibilidad.

Una cosa es el arte y la literatura y otra es la antropología para el estudio del folklore y de  la cultura popular.  En su obsesión por demostrar que la Sarandunga tiene su origen en Haití, Dió-genes Abréu, de las 38 páginas que le dedica a esta manifestación cultural, 17 están destinadas a la búsqueda de los tambores de la Sarandunga en Haití, a través fundamentalmente de fotos comparativas de diversos autores.  Los tambores que hay en ese país no son de origen haitiano, sino  africano, común en la isla y en todos los lugares donde hubo trata negrera.  Por ejemplo, la tambora dominicana yo la he encontrado en África, en Cuba, en Panamá y en Guyana.  En todos esos lugares se toca con palitos, mientras aquí es con una mano y un palito en la otra y en cada lugar con ritmos diferentes, aunque sea el mismo instrumento.

Para los antropólogos, la cultura, se transforma permanentemente, y es recreada por el pueblo permanentemente, adquiriendo una nueva identidad, sin que eso implique prejuicio o “fiebre nacionalista”.  El Gagá vino de Haití y allí llegó de África y adquirió su identidad y al llegar aquí, nosotros lo transformamos, pudiendo hablarse de un Gagá Dominicano.  Igual pasa con el Vudú, donde hoy es posible hablar también de un “Vudú Dominicano”, responsabilidad de un sincretismo creador, teniendo que redefinirse por esto,la conceptualización de “haitianidad” y “dominicanidad” que sostiene Dio-genes Abréu.