Por Juan Cruz Triffolio
Coinciden muchos de los especialistas en el estudio de la conducta humana en que el liderazgo, en cualquier quehacer de la vida social, implica una serie de características esenciales en las personas que logran encarnarlo.
Resaltan algunos, entre los que se destaca el acucioso y expresivo Jhon C. Maxwell, autor de unas 40 obras sobre la materia, que entre las 21 cualidades indispensables de un líder se ha de tener en consideración: el carisma, el saber hablar y escuchar, la actitud positiva, la iniciativa, la visión, la capacidad y autodisciplina, entre otras no menos importantes.
Entonces, si es así, no rayamos en la pasión al asegurar que, Leonel Fernández, el hijo de doña Yolanda Reyna, emergido de una populosa barriada capitalina, encarna por su incuestionable formación intelectual y política, por su innegable capacidad en el manejo de los asuntos públicos, su peculiar estilo de manejo de cara a la sociedad dominicana, su conducta de dirigente de sangre fría, su extraordinaria capacidad de persuasión, su habilidad en el tratamiento de las negociaciones, su olfato político, su innegable carisma, al tiempo de ser un calculador como pocos en las lides políticas del país, constituye una las más genuinas expresiones del liderazgo moderno nacional.
Su brillo como tal, cada vez luce ser más esplendoroso, en tanto la abundancia del talento, la formación intelectual y la pericia, parecen ser doblegadas por las mezquindades y la banalidades, en sentido general, en esta sociedad de chepas y de constantes inversiones de valores, en donde nos ha correspondido subsistir.
Por lo anterior y otras razones, permítasenos osar precisando que el doctor Leonel Fernández, al margen de los que pudiesen entender y manifestar sus desafectos, encarna un liderazgo que marca un incuestionable hito en el ejercicio propio del submundo de la política, no sólo en el país, sino también en gran parte de la realidad universal.
Tal apreciación ha alcanzado mayor acentuación, en los últimos meses, a propósito de la fundación de su organización política, la Fuerza del Pueblo, estructura partidaria que no obstante el reducido tiempo de formación, ha pasado a convertirse de manera meteórica –sin exageración alguna- en una de las principales alternativas de poder político en la sociedad dominicana.
A todos los atributos antes referidos sobre la personalidad y el accionar del doctor Fernández, vale adherir su extraordinaria capacidad para comunicar con claridad y precisión, lo cual es un acreditado indicador de su dominio de la racionalidad y la lógica al pensar, lo que innegablemente llama a tener presente que se trata de un auténtico político de amplia visión, experiencia y dominio del conocimiento imprescindible para garantizar, hasta cierto punto, el diseño, planificación y ejecución de los proyectos, planes y programas fundamentales para el desarrollo económico, político y social, entre otras áreas, de la República Dominicana.
Y es que contrario al pensar de algunos de sus adversarios, el hijo meritorio de la barriada de Villa Juana, representa la seguridad, la confianza y la estabilidad del modelo estatal exigido por la sociedad dominicana del presente y del futuro inmediato, sin necesidad de improvisaciones y radicalismo.
Siendo lo anterior una realidad incontrovertible, no hay dudas de que un regreso de ex mandatario Leonel Fernández al solio presidencial representaría una mayor estabilidad en el terruño de Duarte sin necesariamente recurrir a cambios drásticos germinados por la emotividad y las pasiones, dada su veteranía y correcta visión de los asuntos concernientes al Estado.
Algo diferente podría ocurrir si el triunfo electoral se vierte a favor de uno de sus contrincantes, en la actual contienda electoral, quienes, sin prejuicio alguno, además de no contar con la preparación y destrezas del hoy líder de la Fuerza Pueblo, hasta por el mismo hecho de la naturaleza de la composición social de quienes integran sus organizaciones partidarias, estarían compelidos a producir transformaciones más radicales en el manejo y la estructura del modelo político, económico y social del país, no dejando de ser, en consecuencia, un peligro a tener en consideración por los dominicanos sensatos y amantes de su tierra natal.
El doctor Fernández no es un ensayo ni una quimera en términos de gobernanza.
Es, quiérase o no, una realidad a todas luces evidente.
Ahí están sus valiosas propuestas para seguir construyendo un modelo de democracia e impulsando el crecimiento y desarrollo en todas sus vertientes, deseado por amplios sectores de la sociedad, concebido en la realidad y alejado de la quimera y la euforia propia del caravaneo y el folclorismo político-electoral dominicano.
Por eso, entre otras razones, no rehúye ni teme al debate y la confrontación como tiende actuar los carentes de formación y experiencia política que, generalmente, poco tienen que aportar.
Fruto de ese concepto de orientación, formación y debate, exhibiendo incontables y magnificas realizaciones durante sus años de gobernanza, con sus altas y bajas, su liderazgo nacional e internacional, proyecta una solidez extraordinaria que genera constantes y preocupantes reacciones entre sus más aguerridos contrincantes políticos.
Es en su comportamiento siempre caballeroso, su innegable don de gente, su expresividad al hablar y convencer, en su carisma incuestionable y sus aportes a la modernidad deseada en nuestra nación, entre otros no menos importantes aportes que por razones de tiempo y espacio no podremos enumerar, además de su cúmulo de conocimientos y experiencias gubernamentales, en donde radica su aceptación y admiración en el ejercicio de la política partidaria.
Pretender no aquilatar en su justa dimensión tal realidad es una manifestación de tozudez y mezquindad no propia de cerebros equilibrados y de seres humanos sensatos.
Leonel Fernández, en la política vernácula dominicana, es el extraordinario orquestador partidario, pero además, es y seguirá siendo, un verdadero diamante digno de la atención, la admiración y el respeto de quienes se identifican con el talento y el conocimiento al servicio de la colectividad nacional.
Así lo creemos y de esa manera lo exponemos…