POR RAQUEL DEMORIZI
Años atrás era una delicia sentarse a la mesa a disfrutar del manjar que preparaba mamá o abuela lo cual era instante de paz que había que preservar vivo en el hogar, este era el momento único e inolvidable de ver a todos juntos a la mesa sirviéndose y comiendo lo que con tanto amor habían preparado, no obstante se da el caso de que este ambiente sin igual se convierte en un campo de batallas por niños y adolescentes indisciplinados, a estos nada les gusta, no hay como complacerles, no comen de esto ni de aquello y siempre quieren de lo que no hay, terminan discutiendo con el de al lado y al final se retiran sin probar ni un bocado.
No quiero hablar de los que no tienen interés por la comida sino de la importancia de los buenos modales y disciplina para procurar que este momento o cualquier otro en cualquier lugar sea placentero.
Es irritante en un restaurant o tienda verlos exhibir una conducta inapropiada que nos llena de vergüenza, por lo que muchos padres se excusan diciendo, pero en casa no se porta así.
Es fundamental disciplinar los hijos para evitarnos este tipo de situaciones ya que amigos y familiares evitaran invitarnos a sus actividades murmurando por abajito sobre esa conducta, siempre culpando a los padres. Entonces para no vivir una mala experiencia lo esencial es educar.
Tenga presente que este tipo de educación comienza en casa desde temprana edad lo cual es importante pues el mundo en que vivimos está lleno de reglas y normas que hay que obedecer por la sana convivencia.
Disciplina es imponer una serie de normas y límites que deben ser respetados. Las normas son esenciales en la vida pues sin ellas la sociedad no puede existir, ya que no podemos vivir como chivo sin ley ni como barco sin timón.
Igual sucede en el hogar cada familia establece sus leyes, o reglas, que necesitan para manejarse adecuadamente sin pleitos ni conflictos, si algo no funciona bien todos en el hogar niños, adolescentes y padres son afectados.
El niño de 2 y 3 años empieza a poner a prueba los límites, observando lo que es o no permitido, y a partir de los 4 o 5 empieza a aprender normas básicas de comportamiento.
Poco a poco con paciencia aprenderán siempre teniendo presente que usted es el ejemplo que ellos seguirán.
La educación de un niño consume energía, tiempo, paciencia e insistencia. Para ello cada vez que veamos una conducta fuera de lugar hay que hacer un alto y explicarles y corregirles por lo que no hay un momento especial, todos los momentos son aceptables, quien educa en el hogar siempre está ejerciendo esta función, si lo deja para después, tarde será e irreparable pues árbol que crece torcido nunca su rama endereza pues hace naturaleza del vicio con que ha nacido.
Aplique disciplina positiva la cual es forma de educar basada en el respeto mutuo, afecto y comprensión, favorece el desarrollo emocional y refuerza los vínculos afectivos entre padres e hijos
Un día de repente notarás que el niño va respondiendo y esos buenos hábitos o modales quedaran con él por el resto de su vida. Buenos modales en la mesa, en la habitación, al visitar un centro público, al visitar cualquier hogar, en la iglesia, en las calles, en el baño, en todo lugar.
Enseñe el uso de las palabras mágicas que son por favor, gracias, perdón, permiso, buen día, buenas noches, pero siempre usted es el ejemplo, los hijos aprenden lo que ven y oyen hacer a sus padres.
Nunca olvide gratificar su buena conducta, de vez en ves como premio puede hacerle un regalito simple o complacerle en algo, pero es conveniente decirles palabras de estímulo, por ejemplo, te felicito, hoy estuviste fabuloso, me siento orgulloso de ti, etc., ya que si solo ponemos atención a las faltas pensaran que no vale la pena esforzarse en hacer las cosas bien.
En caso de corregir hágalo dentro de un marco de respeto y en privado para evitar disgustos innecesarios. Decía Muhammad Ali, con fe, disciplina y desinteresada devoción al deber, no hay nada que merezca la pena que no puedas lograr.