POR RAQUEL DEMORIZI
Hay un problema que presentan muchos padres y es que después de un ajetreado día anhelan la hora de dormir para obtener como recompensa un buen descanso, pero surge el inconveniente de que los niños se niegan dormir en sus camas, quieren la cama de mamá y papá.
Generalmente son necios al llegar esta hora por lo que los vemos retorcerse, patalear, luchar abiertamente en contra de cerrar los ojos, esto es una escena repetida en múltiples hogares. A pesar de que, a la hora de acostar sus hijos cada familia tiene su propia dinámica.
Al recién nacido queremos tenerlo acurrucadito en nuestros brazos y ese vínculo genera a ambos un placer, pero desde que llegan al mundo no deben dormir ni en la cama de los padres ni en los brazos de nadie pues sin apenas darnos cuenta se desarrolla un apego y un mal hábito que resulta difícil de romper.
Según van adquiriendo conocimiento tratan de evitar ir a sus propias camas por lo que se convierten en expertos manipuladores e inventan de todo para conseguir su objetivo y ser consentidos abriéndose un espacio en medio de ambos.
Muchos padres no están de acuerdo con esta situación, pero se encuentran en la disyuntiva de soportar sus rabietas o dormir, y para evitar el desvelo optan por aceptarlos en la cama.
Que los niños se acerquen en busca de protección y refugio no es malo pero cada etapa tiene principio y fin o sea su momento.
A pesar de que algunos científicos consideran que todas las opciones ni son malas ni son buenas siempre que no se comprometa la salud del pequeño.
El beneficio que los padres adquieren al dormir con sus niños es que, al tenerlos cerca se sienten tranquilos y ante cualquier quejido lo tienen ahí mismo, y esa cercanía refuerza los lazos afectivos y alimenta ese calor humano lleno de ternura y amor que brinda dormir juntos.
El niño se siente seguro al tener sus progenitores cerca, hay menos ansiedad si despiertan y se encuentran solos. Otro aspecto que influye en algunos padres permitir esto es que no pasan mucho tiempo con ellos debido al trabajo y como recompensa les permiten quedarse y disfrutar de ese cálido contacto.
Pero también hay ciertas desventajas a considerar a fin de acabar con esta práctica y entre estas razones tenemos que perjudican nuestro descanso por lo que al interrumpir constante el sueño podemos desarrollar insomnio e igualmente puede pasar con los niños debido al movimiento, ronquidos etc., a esto agregamos el calor y la incomodidad por falta de espacio lo cual obstaculiza o interrumpe el sueño.
Algo de suma importancia son las muertes ocurridas mientras la madre amamanta acostada y al quedarse dormida han asfixiado al bebé con su propio cuerpo. Además, es importante señalar que hay parejas que han tenido serios conflictos debido a esta situación y al impedimento de no poder tener intimidad libremente.
Por otro lado, tenemos el beneficio que genera a los niños dormir en sus propias camas pues redunda en su autoestima de manera positiva.
Debemos enseñarles a afrontar sus miedos y temores cuando están solos pues no siempre hay la posibilidad de que un padre, familiar o cualquier adulto esté presente, por lo tanto, en lugar de apoyarlo, enséñeles que no necesitan de sus padres ni de ninguna otra compañía para poder dormir, que eso es un acto natural y una disciplina que les corresponde aprender de forma adecuada.
Si desea sentirlos cerca durante la noche hay una guía de la Academia Americana de Pediatría que aconseja que el niño debe dormir en la misma habitación que sus padres, cerca de su cama, y en cama separada, preferiblemente durante los primeros 6 meses o el primer añito, pasado de esa edad debemos esforzarnos por ir acercándolo a su propia habitación y camita a fin de tener su espacio y privacidad, cada padre será astuto para idear que el niño vaya aceptando el proceso.
Entendemos que existen familias que por razones diversas se ven obligadas a compartir las habitaciones y por consiguiente las camas, pero siempre conviene hacer saber a los hijos que esto se debe a la necesidad y que no es lo adecuado.
Cuando el niño no pueda dormir revise su higiene del sueño que no son más que el medio que le lleva a tener un sueño de calidad donde se de el descanso conveniente por lo que es recomendable establecer pautas de sueño adecuadas.
A fin de ayudar al niño a amar su cuarto refuerce la idea de lo favorable que es tener cama propia, a la hora de dormir invítele a cerrar sus ojitos mientras le lee un cuento o le canta su canción favorita ya acostado en su camita.
Pinte la habitación de color suave no de colores encendidos y decórela con juguetes y cuadros de la preferencia del niño, ponga una lámpara con luz tenue por si siente temor a la oscuridad al despertarse durante la noche y hágale saber que usted está cerca y pendiente que no hay que asustarse.
A cada paso nuevo que el niño de en este sentido explíquele el porqué, sea paciente, tolerante y entienda sus temores.
Tenga en cuenta ser flexible pues habrá días donde será necesario permitirle estar en medio vuestro.