SANTO DOMINGO, RD.- El “milagro” se esfumó demasiado rápido. A finales del año pasado, República Dominicana se vanagloriaba de ser, con mucha ventaja, el país de América Latina con mayor crecimiento económico en el último lustro, con una tasa media mayor al 6% anual, que sobresalía en una región cada vez más estancada. Mientras bajaban la pobreza, el desempleo y la desigualdad, los dominicanos se esperanzaban con un futuro promisorio.
Pero entonces llegó la pandemia y todas las ilusiones de progreso se derrumbaron. Tras crecer 5,1% en 2019, el FMI proyecta una caída de 1 por ciento en 2020. Es bastante menos que otros países del continente, pero un golpe duro para una nación que sigue siendo relativamente pobre y necesita mucho más para despegar. En este contexto incierto, y con un virus cada vez más amenazante, República Dominicana elegirá presidente este domingo.
Con más de 33.000 casos de Covid-19 confirmados y más de 700 muertos por la enfermedad, el país irá a las urnas en el momento en que los contagios están en alza, superando los 800 diarios, cuando un mes atrás estaban en torno a 300. Las autoridades prometen tomar todas las precauciones, pero los especialistas saben que la acumulación de personas en los centros de votación puede dar lugar a episodios de superpropagación.
Con todas estas dificultades, impensadas un año atrás, está muy comprometida la continuidad en el poder del oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD), tras 16 años de hegemonía. Es cierto que los problemas comenzaron en 2019, cuando se produjo la ruptura entre el presidente Danilo Medina y su antecesor, Leonel Fernández (gobernó en tres oportunidades, de 1996 a 2000 y en mandatos consecutivos de 2004 a 2012), tras unas escandalosas elecciones internas que terminaron con denuncias de fraude por parte del ex mandatario.
Como resultado de ese cisma, estos comicios tendrán una peculiaridad. Fernández, que se presenta como candidato de su nuevo partido, la Fuerza del Pueblo, enfrentará a su esposa, la vicepresidenta Margarita Cedeño, que es la compañera de fórmula de Gonzalo Castillo, el postulante oficialista. El gran beneficiario de los múltiples problemas que enfrenta el gobierno, acosado también por denuncias de corrupción, es Luis Abinader, candidato del Partido Revolucionario Moderno, que lidera cómodo las encuestas tras haber contraído Covid-19 y recuperarse.
Votar en medio de una pandemia
El Covid-19 ha sido protagonista indiscutible de la campaña: llevó a la prohibición de los mítines, convirtió la ayuda humanitaria desplegada por la pandemia en propaganda electoral y postró en la cama al favorito. Recién el pasado viernes Abinader anunció que se curó, tras dos semanas de convalecencia.
La pandemia ya obligó a las autoridades a aplazar una vez las votaciones, originalmente pautadas para el 17 de mayo. El cambio de fechas, sin embargo, ha propiciado que las elecciones se vayan a celebrar en el momento en que los hospitales dominicanos están más llenos, debido al repunte de contagios fruto de la reactivación de la economía, iniciada el pasado 18 de mayo.
En un proceso inédito, la dinámica de la campaña electoral cambió. Sin poder organizar actos masivos, los partidos enfocaron su estrategia en pequeños encuentros con asistencia controlada. Abinader, un empresario de 52 años sin experiencia en la función pública, debió parar por su contagio y su lugar en la campaña lo tomó su compañera de fórmula, Raquel Peña. Pero aprovechó la ocasión para donar un hospital móvil para atención de pacientes con Covid-19.
El candidato oficialista Castillo, por su parte, ha recorrido el país junto a su equipo de campaña –en el cual se cuentan funcionarios del gobierno de Medina–. Pero sus reuniones con seguidores han tenido aforos limitados.
“Ponte tu mascarilla y sal a votar” es el eslogan de una pieza publicitaria de la autoridad electoral. Para garantizar la celebración de las elecciones, el Gobierno ha congelado el plan de reapertura de la economía y ha anunciado multas de hasta 1.700 dólares para los que no se pongan la mascarilla en la calle. También ha redoblado la campaña para generar conciencia en la población, llegando al extremo de difundir imágenes de calaveras y de tumbas, para recordar que el coronavirus mata.
El movimiento apartidista Participación Ciudadana, capítulo dominicano de Transparencia Internacional, ha acusado al Gobierno de tratar de “sembrar el terror” con esta campaña. La intencionalidad sería política: el supuesto propósito de fomentar la abstención, dado que las encuestas sitúan como favorito a Abinader.
La división partidaria y matrimonial
Hace ocho meses y ante una multitud se fundieron en un beso para mostrar su unión, en lo sentimental y en lo político. Ahora, el ex presidente Fernández y la vicepresidenta Cedeño, casados desde 2003, se enfrentarán en las urnas el próximo domingo. Fernández, de 66 años, aspira nuevamente a la Presidencia de la República, y Cedeño, de 55 años, busca revalidar el cargo que ocupa desde 2012, ahora como compañera de boleta de Castillo, enconado rival de su marido. En medio de especulaciones y conjeturas, Leonel y Margarita, a los que no se les ve juntos en público desde octubre pasado, aseguran que siguen casados, pero que la política los ha llevado por caminos diferentes.
Cedeño estuvo ocho años como primera dama, posición desde la que se convirtió, gracias a los millonarios programas de asistencia social que manejaba, en la figura más popular del gobierno de Fernández. En los últimos ocho años, ha seguido a cargo de esos programas, pero desde la Vicepresidencia de la República, durante los dos mandatos consecutivos de Danilo Medina, antiguo aliado de Fernández y ahora convertido en un enemigo declarado de este.
Cedeño, quien ha coqueteado varias veces con la candidatura presidencial del partido oficialista, decidió apoyar al ex mandatario en las primarias del PLD celebradas el pasado octubre. El respaldo lo sellaron con un beso público en la boca el 4 de octubre, en el mitin de cierre de la campaña de Fernández para las primarias, en las que fue derrotado por Castillo, su ahora rival en las urnas.
Fernández, invicto políticamente hasta ese momento, no aceptó la derrota en las primarias, aseguró que hubo un fraude en su contra y acusó de ello al gobierno que encabeza Medina. Sellada la división del PLD, Cedeño dijo que su cargo, que se vota junto al del presidente, no estaba “en discusión alguna”. Al mismo tiempo señaló que su situación “tan particular y única en la historia de la política nacional, y quizás de toda la región”, requería de una reflexión profunda sobre su futuro político.
El 24 de febrero, sorprendiendo a más de uno, el candidato del PLD anunció como su compañera de fórmula a Cedeño, en un intento de tratar de sacar provecho en las urnas de la gran popularidad de la ex primera dama. “No me quita el sueño que algunos me juzguen equivocadamente por quedarme en mi partido”, dijo Cedeño ese día en su intervención ante los militantes del PLD.
Pero todo indica que la ruptura terminó perjudicando a los esposos y rivales, y potenció en cambio a la oposición. Abinader concentra un 53,7% de intención de voto, según una encuesta reciente de la consultora Gallup. La fórmula Castillo – Cedeño captura un 35,5% y Fernández aparece mucho más rezagado, con 8,6 por ciento. De todos modos, si Abinader no supera el 50% este domingo, deberá realizarse una segunda vuelta que podría darle alguna esperanza al oficialismo. En ese escenario, ya fuera de competencia, ¿a quién apoyaría Fernández?