POR RAQUEL DEMORIZI
Podemos observar que se ha perdido el hábito de lectura, anteriormente los estudiantes tenían que leer gran cantidad de libros ya que el profesor lo exigía y de ello dependían algunas calificaciones, aunque leer les era tedioso esos jóvenes de ayer que son los adultos de esta época agradecen a sus maestros y familiares haberles presionado a aprovechar el tiempo leyendo, con lo cual sin lugar a dudas obtuvieron grandes enseñanzas y beneficios.
La tecnología ha ido ocupando el lugar de los libros, pocos poseen una biblioteca en sus casas, todo es digital y es que no saben el deleite que se pierden al no palpar las páginas entre sus dedos ni subrayar un texto que llame su atención.
La lectura suministra información, educa y distrae, favorece el lenguaje, la comunicación y ayuda a corregir faltas ortográficas. Es una práctica que nos separa un instante de los afanes diarios, calmándonos y activando nuestros sentidos.
Leer activa la imaginación y nuestros pensamientos vuelan permitiéndonos viajar por el camino del espacio y del tiempo pensando, creando, soñando, conociendo el mundo y todo lo que en el existe.
Leer desarrolla la capacidad de concentración y la curiosidad por saber que pasara en el siguiente párrafo pues cuando recorremos una historia imaginamos los lugares, personajes y sentimientos de esas personas sobre las que estamos leyendo.
El cerebro es maravilloso por lo que debemos cuidarlo y mantenerlo activo y la lectura es el mejor método para fortalecer e impulsar la actividad cerebral ya que se ha verificado a través de múltiples investigaciones que leer y realizar tareas mentales actúa como un protector ante enfermedades neurodegenerativas de ahí la importancia de ejercitarlo para mantenerlo sano.
Es tan maravilloso lo que vivimos caminando las páginas de un libro que podemos conectamos estrechamente hasta casi ser capaces de experimentar lo que leemos de tal manera que aun luego de terminar la lectura, por un lapso de tiempo nos mantenemos conectados a ella.
Para estar acorde con el mundo actual hay que leer. Si alguien no sabe leer no estará preparado para el aprendizaje y de este aprendizaje depende en un alto porcentaje el fracaso o éxito en la vida. Muchos por no saber leer ni escribir han sido víctimas de engaño y de fraude por quienes se aprovechan de esta situación.
Como la lectura es fuente de conocimiento y experiencias debemos fomentar en los niños desde la infancia el amor por ella y por los libros, teniendo presente que cada niño tiene su propio ritmo para aprender a leer y a escribir, así como para desarrollar otras actividades, por lo que es un error compararlos. No obstante, para ello deben lograr un nivel adecuado de lenguaje oral, por lo que al derredor de los 6 años se considera la mejor edad para el aprendizaje de la lectoescritura.
Utilice los siguientes consejos para aprovechar al máximo el tiempo de lectura diaria con ellos.
-Deslice el dedo debajo de las palabras en el libro mientras lee, eso ayuda a su hijo a establecer la conexión ente las palabras de la página, y lo que usted está diciendo.
-Permita a su niño tocar el libro y pasar la página, pues de ese modo lo hace participe en el proceso.
-Represente los personajes con su voz mientras lee, recuerde que usted está compitiendo con la televisión por la atención de su hijo.
-Permita que su hijo le vea leer ya que eso le transmitirá la importancia de la lectura y les despertara el interés.
-Haga que la visita a la biblioteca local sea un hábito tan placentero y gratificante como ir al parque o a la heladería.
-Permita al niño elegir lo que le gustaría leer.
Tenga presente que usted no tiene que enseñar a su hijo a leer solo indúzcalo a que quiera hacerlo.
Dice Mercedes Eleine González, Licenciada en Literatura Hispánica y Diplomada en Comunicación Social y Periodismo que hay libros que nos atrapan sin saber porque y que eso debe de ser por estar escritos con pedazos del alma y esas almas de una forma y otra se unen en algún punto para entablar un diálogo silencioso donde sin palabras se dice todo lo bueno y malo del mundo, ese debe ser el secreto de las voces que hablan sin voz, pero cuyo silencio es más poderoso que la fuerza del viento.
Y agrega que hay libros que poseen una deliciosa y hábil narrativa que va captando el interés del lector en una especie de entramado que como el delicado tejido que una sabia araña entrelaza alrededor de su víctima, sin que esta se percate, la subyuga y hace su presa.
Pienso que usted y yo al igual que opina la Licenciada González en una lectura hemos quedado atrapados de similar manera.
Es buen momento para recordar la frase de Heinrich Heine que dice allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres.