El asalto al capitolio de Washington es la situación más grave en la historia del edificio símbolo del poder estadounidense, desde que los británicos, el 24 de agosto de 1814 lo incendiaran junto a la Casa Blanca y otras instituciones gubernamentales
Por Raúl Antonio Capote*
Literalmente se rompieron cristales este miércoles en «la vitrina de la democracia» con que Estados Unidos ha pretendido dar lecciones al mundo, cuando violentos seguidores del presidente Donald Trump invadieron y provocaron el caos en el capitolio de Washington, sede del Congreso, en el momento en que este foro se disponía a confirmar al demócrata Joe Biden como próximo mandatario.
El asalto es la situación más grave en la historia del edificio símbolo del poder estadounidense, desde que los británicos, el 24 de agosto de 1814, luego de ganar la batalla de Bladensburg, lo incendiaran junto a la Casa Blanca y otras instituciones gubernamentales.
Tal gravedad quizá recuerde a algunos otros hechos en los contornos de la urbe, como el magnicidio de Abraham Lincoln, quien recibió un disparo en la cabeza cuando asistía a la representación en el teatro Ford, resultado de una conspiración mayor en el contexto de la Guerra de Secesión; o los sucesos del 1ro. de marzo de 1954, cuando los patriotas puertorriqueños Lolita Lebrón, Rafael Cancel Miranda, Irvin Flores y Andrés Figueroa entraron por la fuerza a la sala de la Cámara de Representantes, en el Capitolio, para llamar la atención del mundo sobre la situación colonial de Puerto Rico y la represión del Gobierno de ee. uu. contra el movimiento independentista de la isla caribeña.
Lo que pocos aludirán allí, seguramente, es el suspenso todavía latente tras la noche del 30 de abril de 2020 cuando, muy cerca de la Casa Blanca, un terrorista disparara un fusil ak-47 contra la Embajada cubana, otro acto violento diluido en el silencio cómplice de la actual administración estadounidense.
*Tomado del Periódico Granma – La Habana – Cuba – Jueves 07 Enero, 2021