POR RAQUEL DEMORIZI
Hablar es expresar deseos y pensamientos. Hablar junto con escuchar es un medio de comunicación importante que permite comunicarnos unos a otros. Debido a que con las palabras es que nos entendemos es por ello que de acuerdo a las que utilicemos se resuelven situaciones.
No obstante, según hay palabras que enamoran, edifican y consuelan, que unen y alientan también las hay que destruyen, que crean ira y rencor. Hay palabras que matan así que cuidado con lo que dices pues pueden ser tan dulces como la miel o tan punzantes como el filo de una espada.
Piensa dos veces antes de hablar y elige callar antes que decir lo que no debes. ¿Por qué? porque las palabras luego de esparcidas no pueden recogerse. Con frecuencia vemos personas crear un ambiente de conflicto, hiriendo, ofendiendo, separando o distanciando personas como resultado de una palabra dicha fuera de lugar.
Es por ello que no debemos actuar a la ligera y detenernos a reflexionar cuando estamos molestos para poder elegir las palabras adecuadas que edifiquen, que transmitan energía positiva, que alegren el día de la persona a quien van dirigidas y que sirvan de palanca para continuar si están depresivos o en situación de dificultad.
Hace tiempo que escuchamos decir que las palabras tienen poder y nada más cierto que eso, de ahí deriva la necesidad de cuidarlas pues es con ellas que nos conectamos con las personas que están a nuestro lado. y podemos fácil corroborar que el poder de la palabra en cualquier tipo de relación sea de amistad, amorosa, de labor etc., dicha fuera de contexto provoca un mal entendido y rompe a veces sin remedio esos vínculos y aun el silencio puede ocasionar problemas, porque el silencio es un medio de conversar.
Debemos reducar nuestro vocabulario porque sin notarlo hay palabras que marcan la directriz de nuestra vida. Tus palabras son tu vida pues tu boca declara, decreta lo que queremos y por tanto que de ellas depende nuestro mañana.
Ora a Dios por dominio propio si tienes la debilidad de hablar cuando no debes, lo que no debes y con quien no debes. La palabra es un don que nos permite animar, consolar, ayudar, pero a la vez callar ante la barbarie del ser humano, abusos, crímenes, delitos nos hace cómplices. Si hablas o callas, sé prudente, pues ambas acciones pueden ser positivas o dañinas, depende del cuándo, cómo y por qué.
Cuando hables que tus palabras sean más valiosas que el silencio, que sirvan para orientar, educar, consolar, guiar, no para acusar, maltratar, herir, señalar.
Aprende a callar en su momento y hablar en su momento. ¿Por qué? Pues es arma de dos filos, y hacerlo sin pensar puede arruinar vidas. Si la palabra es arma poderosa, ¡cuán poderoso también es el silencio!
Padre, maestro, sé suave al corregir, sin sarcasmo ni burlas. No seas maldiciente, no hagas juicios errados. Cuando creas que hablas mucho dite a ti mismo como dijo el rey de España: ¿Por qué no te callas? Si estás enojado calla, podrías lastimar, y si estás muy alegre calla, prometerás y no cumplirás. Hablar sin pensar es como disparar sin apuntar. Calla.