Los restos de Trujillo deberían ser traídos a República Dominicana

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Rafael L. Trujillo Molina

POR SAUL PIMENTEL – Director Almomento.net

Rafael L. Trujillo, el hombre que dirigió con mano dura la República Dominicana durante 31 años (1930-1961) y  cuya desaparición física es conmemorada en estos momentos, es el personaje que, para bien o mal, ha tenido mayor impacto en la historia de la República Dominicana.

Hay quienes dicen que fue un criminal; otros lo tildan de genocida.  Pero a pesar de que murió hace 58 años, sus métodos de gobierno se rehúsan a perecer y siguen incidiendo en la conducta de numerosos dominicanos (unos los rechazan, otros tratan de imitarlos).

Mausoleo donde reposan los restos del dictador Rafael L. Trujillo, en Madrixd. Muchos turistas dominicanos que llegan a Madrid. Allí también están los de su hijo, Ramfis.

Su obra de gobierno tiene, sin lugar a dudas, más luces que sombras.  Lamentablemente, no supimos mantener encendidas estas luces y preferimos las sombras.

Es el personaje que más ha inspirado a escritores dominicanos en las últimas cinco décadas.  Decenas de libros llenan los estantes de nuestras librerías y son demandados con avidez por público de todas las edades.

No hay un solo día en que su nombre no salga a relucir en las tertulias capitalinas.

Los genocidas más grandes de la historia

EL AUTOR es periodista, director de ALMOMENTO.NET. Reside en Santo Domingo.

Antes de seguir adelante,  voy a hablar de otros personajes históricos:   los más grandes genocidas.

El peor de todos fue Mao Zedong (China) (26 de diciembre de 1893 – 9 de septiembre de 1976).-  A causa de la feroz industrialización, la implementación de erróneas políticas sociales y económicas como “El Gran Salto Adelante” y la “Revolución Cultural” , fue responsable directa o indirectamente de aproximadamente 75 millones de muertes,  todo esto durante “época de paz”.

El segundo más grande fue Iósif Stalin (Union Sovietica) (18 de diciembre de 1878 – 5 de marzo de 1953). Como resultado de los rápidos cambios económicos, sociales y políticos de la época en que él fue gobernante,  millones de personas fueron enviadas a campos de trabajo penales, y otros millones fueron deportadas y exiliadas a zonas remotas de la Unión Soviética. En 1937, una campaña contra supuestos enemigos de su gobierno culminó en la Gran Purga, un período de represión masiva en el que millones de personas fueron ejecutadas.  Cálculos conservadores indican que durante su mandato fueron asesinadas 23 millones de personas.

Adolf Hitler (Alemania) (20 de abril de 1889 – 30 de abril de 1945).   Fue el presidente y canciller de Alemania entre 1933 y 1945. Llevó al poder el Partido Nazi, y lideró un régimen totalitario durante el periodo conocido como Tercer Reich o Alemania nazi. Además, fue quien dirigió a Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, iniciada por él con el propósito principal de cumplir sus previos planes expansionistas en Europa.  Por motivos raciales,  fue causa de la muerte de diecisiete millones de personas, incluyendo seis millones de judíos y entre medio y millón y medio de gitanos.

Leopold II de Bélgica (Bélgica) (9 de abril de 1835 – 17 de diciembre de 1909).  Se estima que es el cuarto más grande genocida de la historia, pues provocó 15 millones de muertos siendo el segundo rey de los belgas y propietario del Estado Libre del Congo.

Hideki Tōjō (Imperio Japones) (30 de diciembre de 1884 – 23 de diciembre de 1948) – Cinco cinco millones de muertos.

İsmail Enver Pasha (Imperio Otomano) (22 de noviembre de 1881 – 4 de agosto de 1922) – Dos millones 500 mil muertos.

Pol Pot (Camboya) (19 de mayo de 1925 – 15 de abril de 1998) -Un millón setecientos mil muertos

Kim Il-sung (Corea del Norte) (15 de abril de 1912 – 8 de julio de 1994) – Un millón seiscientos mil muertos

Mengistu Haile Mariam (Etiopia) –(1987 a 1991) – Un millón 500 mil muertos. .

Yakubu Gowon (Nigeria) (1966 al 1975) . Un millón de muertos.

¿Dónde reposan sus restos?

Aunque Mao Zedong había expresado  el deseo de que sus restos fueran cremados,  su cuerpo fue embalsamado y colocado nada más y nada menos que en un gigantesco mausoleo en Pekín, en el centro de la Plaza de Tian´.anmen.

La tumba de Stalin está en un lugar super privilegiado:  junto a la muralla del Kremlin, que bordea la Plaza Roja.

Los restos de Leopold II de Bélgica están en Laeken, en un lujoso mausoleo en un barrio residencial en el  noroeste de Bruselas.

Hitler no tiene tumba porque se desconoce dónde están sus restos (siempre ha habido un manto de misterio en torno a su muerte. Unos dicen que fueron incinerados; otros especulan que él se marchó a la Argentina). Sin embargo, los de otros oficiales nazis, tan asesinos como él, están enterrados en distintos lugares de Alemania.

Nunca a nadie en los países mencionados se les ha ocurrido la ridiculez de pedir que dichos restos sean proscritos.  Muy por el contrario,  en los lugares donde reposan han sido construidos mausoleos que son indiscutibles centros de atracción turística.

Los restos de Trujillo

A pesar de la dimensión que para la historia dominicana tuvo Trujillo, sus restos mortales reposan en un cementerio de Madrid, España, junto a los de Ramfis Trujillo, hijo del dictador, quien pereció en un accidente automovilístico.

Los del Tirano llegaron a España en 1970, nueve años después de su muerte el 30 de mayo del 1961. Originalmente habían sido inhumados el 19 de noviembre del 1961 y trasladados en el lujoso yate Angelita con rumbo a Francia. Al llegar a las islas Azores, se ordenó al comandante del barco que regresara a la República Dominicana pues la Prensa había revelado que la embarcación transportaba 95 millones de dólares en lingotes de oro. Se requisó la carga del barco sin que aparecieran los lingotes. El féretro, sin embargo, fue respetado y pudo salir de las islas en un DC-7 de la compañía Panamerican con destino al aeropuerto de Orly (París). En diciembre de 1961 fue enterrado en el cementerio de Pére Lachaise, a escasos metros de la tumba de Beethoven.

Los restos mortales fueron llevados a Madrid nueve años después por iniciativa de la última esposa del dictador, María Martínez Alba, natural de un pueblo de Cádiz (Trujillo se casó tres veces y tuvo ocho hijos).

Un número, el 46, y la propia peculiaridad del mausoleo de mármol negro son las únicas pistas para localizar la tumba, visible desde la entrada del pequeño cementerio. Panteones de familias distinguidas, como las de Oreja Aguirre o Banús, rodean el anónimo mausoleo. La entrada al panteón, de unos ocho metros cuadrados, está fianqueada por un pórtico con dos columnas. A través de la puerta acristalada se llega a distinguir el interior, con un pequeño oratorio de mármol con flores secas.

Un tema espinoso

Hace unos años el diputado perredeísta Leivin Guerrero (PRD-San Cristóbal) presentó un proyecto mediante el cual pretendía que los restos del Dictador fueran trasladados a esta ciudad sureña y que allí se construyera un mausoleo, con fines de explotación turística.  El tema provocó un inmediato avispero y el joven legislador, temeroso,  se vio obligado a recular, y retirar su proyecto.

¿A qué le temen?

Aunque es un tema espinoso y una osadía tratarlo, la ocasión es propicia para preguntar:  ¿por qué los restos de Trujillo deben estar tan lejos… en un cementerio  en las afueras de Madrid, capital de España?.  ¿Cuál es el temor de que un personaje de su categoría, tan dominicano como Usted o yo, tenga cristiana sepultura en la tierra donde nació?.

Ojalá que alguien de la Familia Trujillo o alguno de los muchos “amigos”, “compadres” o «ahijados» que dejó el Dictador se animaran a intentar trasladarlos a la República Dominicana.  A mí, personalmente, me gustaría que los reubiquen en San Cristóbal, mi ciudad natal, la misma en donde él nació, el 24 de octubre de 1891.