Por Roberto Valenzuela
El ejemplo de la madre del expresidente Leonel Fernández Reyna, doña Yolanda, es digno de ser estudiado y bien destacado con letras grandes para que sea imitado por nuestra clase política y sus familiares, tanto en el Gobierno como en la oposición.
A todas las personas que les he pedido referencia coinciden que la dama oriunda de San Francisco de Macorís es honesta, inteligente, comedida, muy educada. Se destaca el hecho que su hijo ha sido Presidente tres veces, pero ella se ha mantenido al margen. Nunca ha hecho ostentaciones de poder, tráfico de influencia u otros de los “beneficios” que históricamente suelen usar y abusar los familiares de los funcionarios en República Dominicana.
Se ha limitado, con el amor materno y en la intimidad familiar, a dar consejos y “jalones” de orejas a su hijo, cuando ha entendido que tal o cual cosa ha estado mal.
Jamás se le ha visto en pomposas recepciones con sombreros, trajes de diseñadores de celebridades y bebidas caras, rodeada de damas de alta sociedad, mientras los pobres dominicanos viven la penuria de su guerra diaria para comer. Nunca ha posado frente a los flashes, luces, cámaras de prestigiosas revistas sociales.
El biógrafo del expresidente, Marcelino Ozuna, explica que sus méritos cobran mayor fuerza debido a que fue el faro de luz y la estrella guía de Leonel. Ozuna indica que doña Yolanda inculcó a Leonel y a su hermano mayor, Dalcio Felipe, que la mayor riqueza en la vida son los valores morales.
El reputado intelectual y sociólogo don Carlos Pimentel me explicó que doña Yolanda fue una playmaker (armadora) en la vida de Fernández, quien, por supuesto, aprovechó la oportunidad para triunfar en la vida profesional, intelectual y en la política. El playmaker en varias disciplinas deportivas es un jugador líder que crea el flujo de juego ofensivo del equipo produciendo movimientos estratégicos que conducen a metas.
Con la dignidad propia de la mujer dominicana (que se va al extranjero para la mejoría de vida de toda la familia) y la bravura de una guerrera invencible, doña Yolanda se fue a Nueva York, Estados Unidos, en 1954. Se echó encima la responsabilidad económica de toda la familia.
Dejaba en Santo Domingo un niño de un año y cinco meses (Leonel Antonio Fernández Reyna), sus padres, los sobrinos que le había dado su hermana y toda una familia en orfandad económica.
El doctor Fernández narra que su madre viajó con el sueño de comprar una casa a sus padres. “Así que no lo pensó dos veces cuando se presentó la oportunidad de trabajar en más de un lugar. En uno ejercía de enfermera, mientras que en el otro hacía de costurera, sin excluir los denominados chivos, es decir, los trabajos eventuales que hacen los dominicanos en Estados Unidos. Darle una casa a doña América y a don Manuel valía cualquier sacrificio para mi madre”, dice Fernández.
Por la determinación y la eficiencia con que emprendió su acción, la joven cumplió la meta mucho antes de lo planeado: a los tres años, en 1957, sacó cuenta y tenía los fondos para comprar la casa anhelada. Se trataba de una casa enclavada en Villa Juana. Fue la número 161-A, de la calle Francisco Villaespesa. Hoy esa casa no existe, fue demolida para dar paso a la ampliación del Club Mauricio Báez. Anteriormente vivían en una casa humilde (de madera) del barrio de San Carlos en la calle Salcedo esquina Gaspar Hernández, donde nació Leonel el 26 de diciembre de 1953. Hay que aclarar que por error hasta Wikipedia suele decir que Fernández nació en Villa Juana, pero no, él es oriundo de San Carlos. Pero creció en Villa Juana.
Fernández cuenta que su madre había demostrado una tenacidad irreductible, y un don para tomar decisiones envidiado por muchos hombres. Y, muy orgulloso, añade que es una herencia de los Reyna, que, sin importar las adversidades, no se rinden ante nada ni nadie.
El 13 de septiembre de 1962 Yolanda se llevó a Fernández a vivir a Nueva York.
“Tuvo la suerte de que la madre seguía de cerca los problemas de su patria, y le trasmitía opiniones y criterios revolucionarios que lo condicionaron para los nuevos tiempos que vivía el pueblo dominicano”, dijo Fidel Castro en un escrito, luego de que ambos se reunieron el lunes 2 de marzo de 2009 en La Habana, Cuba.
Sobre ese encuentro el líder de la Revolución Cubana escribió el artículo titulado: “Mi encuentro con Leonel Fernández, presidente de República Dominicana”.