Abastézcase de agua potable, alimentos que no necesite refrigerar ni cocinar, así como de un radio portátil para oír los boletines en la emisora oficial. Luego atienda a su envejeciente; si su casa no es segura trasládelo a casa de un amigo, familiar o refugio, no espere lo último. Pierda lo material, no vidas. Confirme que lleva su medicina, andador o bastón. Ubique un médico por si lo necesita. Si debe regresar a auxiliar al resto de la familia, elija a quien le sirva de contacto por si hay averías en la línea telefónica, así no sentirá temor ni abandono.
Dígale que obedezca instrucciones. Si se siente frágil e inseguro, su afecto le dará confianza.
Después del huracán, cuando pase el peligro mire primero que en casa todo está bien y entonces llévelo confiado.
Si algo sucede como no esperaban, no pierda tiempo afligiéndose, siga adelante y agradezca que Dios le diera una oportunidad.