Cofradía, Por los Caminos de la Identidad

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Rodan y el Teatro Popular Danzante en Haití

Por Dagoberto Tejeda Ortiz

La dictadura trujillista implicó, entre otras cosas, un antes y un después en la historia reciente dominicana.  Ha sido el periodo más atractivo para los autores e investigadores, en publicaciones noveladas y testimoniales, llenas en gran parte de anécdotas personales, donde en casi todos los casos los personajes fueron inocentes perseguidos o convertidos en mártires.

Aun así, hay excepciones de trabajos objetivos, verdaderos aportes, pero faltan más estudios académicos-científicos sobre la Era, desde la perspectiva histórica, sociológica y antropológica.  A nivel del arte y de la cultura todavía quedan muchas interrogantes. Lo cierto es que estas variables pasaron a ser integradas en la dimensiones del poder y de la dictadura.  Estaban subordinadas a ella, de tal manera que había hasta una autocensura y un control absoluto represivo. Estaba ausente la criticidad y no eran posibles los resplandores libertarios.

Predominaba la visión elitista y el esteticismo alienado europeo, aunque estábamos en el centro del Caribe.  La invisibilidad de la cultura popular, del folklore, asumía una dimensión de desprecio, de discriminación y de racismo con todo lo que tuviera pintado de negro,  que significaba haitiano, africano, salvaje e incivilizado.

La dictadura tenía una plataforma de control y represión planificada. A nivel de comunicación social escrita, tenía el periódico El Caribe, en la radio, un emporio identificado como La Voz Dominicana, monopolio y bocina oficial, un Parido Dominicano, para fiscalizar las publicaciones, conferencias y conductas públicas-individuales, una censura en la enseñanza y producción académica-científica en el espacio de la  Universidad de Santo Domingo, único centro de educación superior y un monumental Palacio de Bellas Artes.  En su defecto, el régimen protegía las Bandas y las escuelas de música locales y la misma Voz Dominicana, era una escuela de música popular, convirtiendo  “las semanas aniversarias” en catarsis, donde el país era invadido por la presencia de artistas de fama internacional.

Aunque por razones ideológicas-políticas, Trujillo, convirtió en identidad nacional al merengue, expresión folklórica-popular, lo contrabandeaba en las élites, creando incluso su orquesta, al tiempo que para conseguir un efecto compensatorio, la emisora oficial  y otras emisoras privadas, dedicaban entusiastas programas diarios de música mexicana, música cubana, música española, música colombiana y para la juventud música norteamericana.

El ajusticiamiento del tirano y el resquebrajamiento de la dictadura, creó una ruptura y una apertura hacia la libertad, floreciendo la esperanza de los sueños por la llegada del Presidente Boch al poder y el impacto de la presencia eufórica de la Revolución Cubana en un Caribe y en un país que levantaba trincheras de lucha como la  gloriosa epopeya de los intrépidos combatientes y de los patriotas del movimiento clandestino del 14 de junio del 59.

AUTOR: Dagoberto Tejeda Ortiz

El nefasto Golpe de Estado, componenda de la más rancia oligarquía, con una iglesia católica desfasada, con la élite más reaccionaria militar y con la complicidad del imperialismo, abrió los intereses que culminó con la segunda intervención norteamericana, que trajo como consecuencia a la gloriosa revolución de abril del 65. El surgimiento de la dictadura-ilustrada Balaguerista, fue responsable de la domesticación del arte y de la cultura, en una reingeniería de la ideología del poder, en una rancia política cultural elitista, de invisibilización afro, de discriminación y de desvalorización del folklore y la cultura popular.

Una de las respuestas de resistencia y de lucha fue la reafirmación de la Bachata y  de la Nueva Canción, la canción contestaria, “la canción verdad”, donde jugaron papeles importantes, entre otros, los grupos culturales de la UASD, Nueva Forma, Expresión Joven, Convite y artistas como Víctor Víctor, Sonia Silvestre, Manuel Jiménez, Ramón Leonardo, Cuco Valoy, Johnny Ventura, Wilfrido Vargas, cuyas respuestas culminó con la inmensidad de 7 Días con el Pueblo, utopía no repetible, que sacudió al régimen Balaguerista y convirtió a nuestro país en la capital de la Nueva Canción a nivel internacional.

Fortaleciendo el trabajo pionero y esperanzador de Casa de Teatro, en su portar nació el Grupo Musical Convite, que reconociendo la inmensa migración campo-ciudad después de la caída de la dictadura trujillista, redefinió el modelo de la tradición trovadora de las modalidades internacionales de la Nueva Canción, escogiendo el camino del folklore dominicano y redefiniendo el proceso de creación tradicional de la música popular por la opción de una producción colectiva, fruto de la investigación, la participación popular y de artistas comprometidos que parieron luego a Duluc y la inmensa Xiomara Fortuna.

A nivel general, se dieron respuestas personales e institucionales trascendentes como fueron los Festivales de AMUCABA y la creación del instituto Dominicano de Folklore (INDEFORK), el cual se dedicó a la investigación, a la difusión del folklore dominicano, a revalorización de la cultura popular y a  la redefinición de la identidad nacional.

La creación del Ministerio de Cultura, fue una esperanza tragada por la burocracia y la falta de visión de Estado sobre la cultura popular y la ausencia real de políticas culturales publicas definidas y comprometidas con el pueblo, con los grupos originales y los sectores populares, compensado por el esfuerzo meritorio del Centro Cultural León Jiménez, los congresos de música del Caribe, las actividades del Centro Cultural Perellò, la Casa de Arte, la Federación Dominicana de Arte y Cultura, algunos ayuntamientos, centros culturales y organizaciones populares, con la esperanza hoy de la Casa de la Música y del Centro Cultural Banreservas.

Hoy, hace exactamente 15 años, que la Fundación Cultural COFRADÍA viene haciendo un trabajo trascendente, fascinante, entre múltiples actividades, el apoyo a la cultura popular dominicana, a los grupos originales, a los Derechos Culturales, en la reforma constitucional y a la Ley del Mecenazgo, promulgada recientemente.

Sin los recursos económicos necesarios, COFRADÍA, con el quijotismo del sociólogo y artista Roldán Mármol a la cabeza, ha ido haciendo surcos apasionadamente, con fe, con entrega y sacrificio total, en un trabajo de ingratitudes y satisfacciones, que solo se hace por valores, con un equipo de soñares, que se entregan con frenesí por amor al pueblo y a la patria.

COFRADÍA, ya ha hecho aportes importantes, pero su compromiso no tiene vacaciones y solo se logra cuando existen hombres y mujeres decididos y comprometidos que solo  los mueve su conciencia y su fe, aliento imprescindible para el éxito, tal como dijo el Che.  COFRADÍA, necesita apoyo, porque va por el camino de la identidad.  ¡Felicitaciones por existir!