Por Roberto Valenzuela
La destitución del presidente Juan Bosch se ejecutó entre la noche del 24 y la madrugada del 25 de septiembre de 1963. Lo cercaron en un salón del Palacio Nacional y cortaron la comunicación para que no tenga contacto con sus seguidores o gobernantes de naciones aliadas.
Derrotado, preso en condiciones degradantes y rumbo a su segundo exilio forzoso, lo visitó el general Antonio Imbert Barrera y Fernando Amiama Tió (Marullo). Le fueron a dar 12 mil dólares para que no confrontara apuros económicos en el exilio.
Alegaron que parte de ese dinero correspondía a gastos de representación que él nunca aceptó usar. Rechazó el dinero: “no poseo fortuna ni me interesa. Mi única fortuna es mi honor, mi conciencia tranquila de servir a mi país sin mancharme ni dañar a nadie”. Así narra Bosch ese episodio en sus memorias. Y el historiador Farid Kury lo recoge en su libro “Memoria del Golpe”.
El 28 de septiembre, con su esposa, Carmen Quidiello, lo montaron en la Fragata Mella. A petición de Bosch, como garantía a que les preserven la vida durante el viaje, los acompañó Imbert. En la comitiva iba como custodio el coronel Francisco Caamaño, hijo de Fausto Caamaño, secuaz de Rafael Leónidas Trujillo Molina: exjefe de las Fuerzas Armadas trujillistas.
La travesía fue lenta porque no encontraban un país para el exilio; y ocurrió un incidente. Bosch enfermó y se negaba a comer, a recibir al médico militar, Abelardo Bienvenido Lora Beltrán; por temor a que lo envenenaran. No hablaba y se negaba a salir de su camarote.
Una vez Imbert Barrera lo invitó a almorzar con los oficiales. Don Juan respondió que no se sentaba en una mesa con el hijo de un asesino trujillista. Caamaño se levantó bruscamente. Entre amenazas e insultos, lo llamó “ovejo”, epíteto despectivo que usaban los hostiles a Bosch, por su pelo cano. Gritaba que lo dejaran tirar el “ovejo de mierda” al mar. Imbert logró controlarlo. Dos años después es el mismo glorioso coronel Caamaño que lidera la Guerra de Abril de 1965 exigiendo el regreso de Bosch al poder.