Por Arismendi Díaz Santana
En vez de financiar la medicina curativa privada, el presidente Abinader debería financiar el acondicionamiento y equipamiento de locales en todo el país, para que médicos y demás emprendedores instalen centros de atención primaria para elevar la salud de la población
El presidente Luis Abinader ha sorprendido al país, al anunciar la concesión de préstamos blandos por 2,000 millones de pesos para construir clínicas y centros de salud privados lucrativos. Con ello, lejos de realizar un esfuerzo para fortalecer la empobrecida medicina pública y desarrollar la atención primaria, se fortalecerá la privada, encareciendo, aún más, los servicios médicos.
La Fundación Seguridad Social para todos (FSSD) lo lamenta, ya que constituye, desde cualquier punto de vista, un serio retroceso hacia el cambio prometido. Y ese anuncio se produce justo después que ADESA publicó dos estudios que desnudan el estado deplorable de la gran mayoría de los hospitales y de los centros de atención primaria.
Esta inesperada decisión sólo es comparable con la del presidente Balaguer, cuando dispuso que el Fondo FIDE del Banco Central prestara cuantiosos recursos para construir clínicas privadas; cuando construyó la Plaza de la Salud y se la entregó al sector privado y, en adición, le asignó un subsidio millonario anual, sin que el país reciba ningún servicio cambio.
También es comparable con el préstamo de 25 millones de dólares al Hospital Metropolitano de Santiago (HOMS) otorgado por el presidente Leonel Fernández., sin que hasta la fecha se conozca el beneficio recibido por el Estado de esa otra decisión de corte típicamente balaguerista.
El párrafo del Art. 142 de la Ley 87-01, dispone que: “los subsidios mensuales que otorga el Estado Dominicano a las instituciones prestadoras de servicios de salud, se transformarán en una modalidad de compra de servicios prepagada con cargo a la cual el Estado Dominicano referirá una cantidad proporcional de pacientes del Régimen Subsidiado y del Contributivo Subsidiado, establecida previamente y de común acuerdo, para fines de atención sin costo adicional”. Otra letra muerta de la Ley.
Esta decisión forma parte de una política neoliberal tendente a empobrecer la oferta pública, para favorecer la privada. Su mayor consecuencia es el mantenimiento de una alta tasa de mortalidad materno-infantil y el incremento progresivo del gasto familiar de bolsillo, incluyendo a las más pobres y vulnerables.
En estas condiciones tan críticas, lejos de continuar privatizando la salud, lo que corresponde es un esfuerzo oficial sostenido para mejorar la calidad de los servicios públicos, a fin de reducir los altísimos copagos ilegales, tomando en cuenta que más del 80% de los trabajadores reciben ingresos mensuales menores a 20,000.00 pesos.
Señor presidente, estamos obligados a reducir drásticamente la mortalidad materno-infantil y esa decisión en nada nos ayuda porque el afán de lucro privado no fomenta la salud, sino todo lo contrario, se nutre del aumento de las enfermedades. Esta realidad no se corresponde con un crecimiento económico sostenido, y no puede ser soslayada por “el gobierno del cambio”.
Préstamos para desarrollar la atención primaria
Lo que usted nos vendió, y nosotros compramos, fue una mayor inversión pública en salud, para llenar el país de centros de atención primaria (CAP), para elevar el estado de salud y fomentar el bienestar general. Lo que corresponde es utilizar esos recursos para acondicionar y equipar miles de locales para instalar CAPs en todo el país.
Ese financiamiento debe otorgarse a médicos y demás emprendedores con vocación de medicina social. Mis estudios demuestran que el país necesita 2,950 CAPs con real capacidad resolutiva, generando 31,000 empleos entre médicos, enfermeras, técnicos, bioanalistas, farmacéuticos y administrativos. Estas CAPs serían públicas o privadas, podrían ser propiedad de las grandes PSS y venderían sus servicios a las ARS.
Presidente Abinader, si usted quiere ser recordado como un presidente reformador, por favor, escuche y analice bien la situación. A mi modesto entender, salvo su acertado manejo de la pandemia, en el resto del sistema de salud, lamentablemente no se vislumbran señales, ni esperanzas del cambio prometido.