Por Juan Cruz Triffolio
Hoy como nunca, el llamado galloloquismo nacional luce proyectar sus más impresionantes, coloridas y diversas indumentarias en la destartalada pasarela de nuestra lacerante cotidianeidad.
La escasez de profundidad en el pensamiento y en la innovación al momento de formular estrategias para contrarrestar la rutina que emerge de la mediocridad es espantosa.
El vedetismo y la reiterada oratoria alejada de la savia correctiva y edificante se han adueñado de la paciencia colectiva como por arte de magia.
Nos han llevado a subsistir en una especie de “casa de los trucos” en donde la norma fundamental de convivencia consiste en un “sálvese quien pueda y haga lo que le venga en gana”.
Los adictos a las manipuladas y prolongadas ovaciones sin realizaciones trascendentes, maestros de ilusiones y promesas quiméricas de inversión inicial impactante, insisten y persisten en su engañosa e inaceptable fantasía politiquera.
En el presente, retumba el llamado a despertar porque sin exageración alguna, ya basta de tantas mentiras y poses, de retóricas manilas y evasiones permisivas para encubrir los perversos con el manto de la impunidad legitimado por las inadmisibles figuras jurídicas de siempre.
Ya es tiempo de concluir el viejo cuento que pretende proyectar como normal el ejercicio de truncar el sueño de vivir en un país diferente y acribillar las esperanzas, el derecho a la justicia, la paz y la auténtica democracia.
Es hora de que profetas diferentes, con visión y misión novedosa, ocupen nuevos espacios y proyecten con su accionar un compromiso y un modelo de vida distinto, capaz de redireccionar el curso del presente y futuro inmediato de nuestra patria grande.
La llamada nueva modalidad política y social ha de reflejar otra silueta y enarbolar principios cimentados en una tabla axiológica distinta que eleve el alma humana y la patria, al tiempo que agigante y justifique, positivamente, su razón de existencia.
Es ahí nuestro reto ineludible e inmediato si en realidad no pretendemos pasar a las páginas de la historia como una generación inservible conformada por hombres y mujeres ingratos que no tuvimos la responsabilidad de respetar nuestros prohombres y heroínas, protagonistas de epopeyas hermosas gloriosas y trascendentales, llamadas a engrandecer y fortalecer el alma a y la conciencia patriótica nacional.
El momento llama a un auténtico cambio de pensamiento y accionar, capaz de trascender la retórica y el exhibicionismo en tribunas de bulliciosos e ilusionistas, manipuladas con reiteradas promesas prefabricadas, jugando con la capacidad de inteligencia y criticidad que siempre ha caracterizado a importantes sectores de la vida nacional.
El presente ordena que hagamos del cambio, más que una simple expresión verbal, una auténtica herramienta de transformaciones sociales, políticas y económicas, entre otras áreas, para dar paso al verdadero desarrollo deseado y garantizar la paz y la justicia que tanto añoramos.
Empecemos ya…
(o) El Autor es Sociólogo – Comunicador Dominicano.