Debemos aprender a manejar las sensibilidades personales

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Por Roberto Veras

En mí 30 años de ejercicio profesional en la comunicación, no soy dado a responder ataques personales, pero si puedo enseñar a mis dos amigos licenciados en derecho del municipio SDE, que deben revisar la ley No. 6132 sobre la expresión y difusión del Pensamiento, pues tienen una confusión de lo que es la difamación y la injuria.

La difamación e injuria consisten en tratar de dañar deliberadamente el buen nombre de una persona o institución mediante el uso de frases peyorativas o de invectivas, que no respondan a la verdad.

La ley No. 6132, de expresión y difusión del Pensamiento, dice textualmente: «Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, ideas y opiniones, por cualquier medio, sin que pueda establecerse censura previa».

Es bueno recordar, que el artículo (1) de la ley 6132, establece que «Es libre la expresión del pensamiento, salvo que se atente contra la honra de las personas, el orden social o la paz pública».

Estos dos abogados, que son del mismo partido político, realizan otra actividad en el municipio, uno como concejal y el otro como comunicador, son muy sensible al ser criticados en el desempeño de sus funciones adicionales.

Cabe destacar que las personas seguras de sí mismas no comparan ni exhiben respuesta a las críticas, aprenden de los comentarios críticos y mantienen el respeto cuando hablan de los demás.

Muy pocos parecen ser capaces de reaccionar con paciencia, incluso cuando son atacados con desprecio malicioso e injustificado.

Parecen haber aprendido que sus propias respuestas internas son potencialmente más dañinas que las palabras del crítico o las imágenes señaladas.

Todos responden bien cuando los comentarios que reciben son positivos, sin embargo, cuando la retroalimentación es una crítica, muchas personas no responden del todo bien.

Cada persona tiene su propio nivel de tolerancia en cuanto a qué tan lejos pueden ser presionados y qué botones pueden presionarse para que reaccionen de cierta manera.

Aquellos que son demasiado sensibles tienen botones que son mucho más fáciles de presionar y se vuelven demasiado defensivos.

Sus sensibilidades se vuelven demasiado importantes para ellos y esto los lleva a malinterpretar incluso las cosas inocentes y luego reaccionan de manera desproporcionada.

Finalmente, estas personas deben buscar asesoramiento profesional para que se les proporcionen las herramientas para aprender a tolerar mejor las cosas, ser más resistentes y aprender a manejar adecuadamente sus sensibilidades personales.