POR JUAN CRUZ TRIFFOLIO
El presidente Luis Abinader Corona afirma que se hará cargo de la denominada estrategia de seguridad del país.
El ejecutivo de la nación anuncia que, semanalmente, en una reunión de altos funcionarios dará seguimiento al sonoro Plan de Seguridad Ciudadana.
Ante el nivel de criminalidad y violencia en que está sumergida la sociedad dominicana no es para menos.
Hechos insólitos y degradantes obligan a la aplicación de medidas correctivas urgentes y efectivas sin importar exhiban el ropaje del tradicional presidencialismo propio del ejercicio político subdesarrollado.
Hasta el momento, todo luce indicar que los programas y las autoridades llamadas a encontrar alternativas de mitigación de los flagelos sociales en referencia no han dado ¨pie con bola¨ ante la agravante realidad en que subsistimos.
El simple enunciado de preocupación, tantas veces aludido por el mandatario y algunos de sus allegados gubernamentales, no ha sido suficiente ni convincente, en la práctica, como sinónimo de profilaxis.
Ya es hora de otra visión, planificación y accionar capaz de generar resultados más convincentes si es que, en realidad, procuramos regresar a una convivencia ciudadana con mayor seguridad y de menos riesgos humanos.
Los dominicanos soñamos, tal como sucedía en otras épocas no tan lejanas y en diferentes escenarios, que el Estado, como órgano público está llamado a garantizar la tranquilidad y la seguridad ciudadana, siendo más proactivo y eficiente en lo concerniente a reducir, significativamente, los niveles de violencia, criminalidad y raterías que actualmente arropan todo el territorio nacional.
Siendo la aseveración anterior un imperativo del momento, se esperaba que, concomitantemente con el reciente anuncio del ejecutivo del palacio presidencial, fueran dadas a conocer, de manera franca y serena, algunas novedades contundentes en lo concerniente al abordaje de la preocupante situación, al tiempo que se enunciaran cambios o remociones imprescindibles en el equipo de autoridades vinculadas al control y la garantía en torno a la paz, la tranquilidad y la seguridad ciudadana añorada por todos.
No asumir un nuevo curso en la dirección, misión y concepción de tan importante compromiso social, de poco valdría el clamor presidencial, pues todo cuanto se enarbole y prometa, terminaría convirtiéndose, más temprano que tarde, en un ejercicio olímpico para desperdiciar recursos, energía y tiempo.
En esta ocasión, urge que el toro sea dominado por los cuernos y en consecuencia, nuestro mandatario y todos aquellos llamados colaboradores, entiendan de una vez y para siempre que, ante la alarmante realidad en que estamos sumergidos, ya basta de retóricas con matices de teatralidad y populismo, por el auténtico bienestar y la seguridad de todos.
La problemática es compleja y pavorosa, de dimensión gigantesca, y por tanto, debe ser enfrentada con medidas imprescindibles, lacerantes, que no deben ser postergadas, sin importar razones de vínculos de amistad o deudas políticas.
Vayamos a la acción en busca de mejores resultados.
Esperemos pues…