Por Pedro Corporán
La memoria histórica, la identidad cultural, la conciencia social, la conducta costumbrista, la creencia religiosa, los sentimientos evolutivos, las razones existenciales, la sicología de vida, los valores subjetivos, el orgullo formativo, el sentido sicosocial, la herencia genealógica, el sentido de pertenencia, la concordia idiomática, la unidad sentimental, la hermandad del sufrimiento y la gloria de la lucha de un conglomerado humano, son componentes genéticos del nacimiento y preservación de una nación, expresados en los conceptos de la unidad nacional.
Desde tiempos antiquísimos, las mentalidades más pródigas de la humanidad, atravesaron con su rayo de sabiduría enigmática, todas las fronteras separatistas del hombre, hablando de redención social universal y ciudadanía del mundo, y hasta de ciudadanía cosmopolita, o sea, del universo.
Según los registros históricos, el primero en usar la expresión “ciudadano del mundo” fue Diógenes el cínico (412 o 404 AC – 323 AC), un peculiar filósofo de la Grecia antigua. “La única verdadera sociedad, es aquella que es tan amplia como el universo”, decía.
Más adelante, el sueño milenario de Sócrates (470 AC – 399 AC), evocando una conciencia existencial sin finitud, literalmente pulverizando todas las fronteras geográficas, sociales, culturales, políticas, religiosas, étnicas, ideológicas, raciales y de cualquier otra índole, refrendaba la doctrina de Diógenes con su pensamiento cosmopolita: “No soy un ateniense, ni un griego, sino un ciudadano del mundo.”
Merced a su cerebro superdotado, en medio de la apertura sin precedentes, para la época, de las ciudades estado griegas, expresó Sócrates su cosmovisión suprema de los derechos naturales terrenales del hombre: “Si te preguntan de dónde eres ciudadano, no digas que eres corintio ni ateniense, di que eres ciudadano del mundo”, visión que compartió el gran Marco Tulio Cicerón (106 AC – 43 AC), más de tres siglos y medio después en su obra “Sobre la República”.
Si nos supeditamos a la dictadura filosófica de la ley de la evolución de la vida del hombre que dictamina que la especie, jamás permanecerá en el mismo estadio de desarrollo y conciencia existencial, por lógica dialéctica, en algún ciclo pretérito, el ser humano alcanzará la categoría política jurídica de ciudadano del mundo y no creo que nos sea dable pensar en la categoría inverosímil de ciudadano del universo.
Lo de ciudadano del mundo, para este humilde pensador, es un decreto supremo escrito en los intersticios del genoma de la historia evolutiva porvenir de la humanidad, aunque distanciados miles de años, si eventualmente la lucha de poder del hombre no destruye la civilización humana.
Pero esa doctrina de sueño humanístico mundialista y cosmopolita, fue ilusa en aquel marco histórico y sigue siendo ilusa en el presente, testigo solo en la era antigua, de la destrucción y esclavización de muchas de las propias ciudades estados de Grecia, con sangrientas guerras que destruyeron en muchos casos y absorbieron en otros, ricas civilizaciones de la época y convirtieron a pueblos enteros de hombres libres, en esclavos de los pueblos conquistadores. En esta era, también los imperios han destruido muchas naciones y pueblos que creyeron en su pérfida narrativa mundialista.
Consciente que el tema cuasi no es del mundo actual, porque ni sentido tiene hablar de ciudadanía mundial y menos universal, en el caso de la primera que se circunscribe al planeta tierra, a no ser por la aspiración de una élite de poder que sueña con un estamento de dominio global, no para redimir a nadie con la llamada ciudadanía del mundo y la prédica del globalismo y el cosmopolitismo, sino para instituir la nueva esclavización de la humanidad del siglo XXI, la neo colonización y el sepulcro de las naciones-estados, agenda imposible sin destruir los fueros soberanos de todas las naciones del segundo y tercer mundo. Lo más macabro es que semejante ignominia se basa esencialmente en la colonización del cerebro humano, vertiente del tema que debe ser de otro análisis.
Extraído de mi libreta de apuntes, señalo lo que dijo Theresa May, primera ministra de Inglaterra desde el 13 de julio del 2016 al 24 de julio de 2019, período en el que se incubó la consumación de la salida definitiva de esta superpotencia de la Unión Europea, proceso conocido como Brexit, el 1ro. de febrero, 2020, por mandato de la voluntad soberana del pueblo inglés, protegiendo la esencia de su existencia descrita en el primer párrafo, aterrado por las secuelas desintegradoras de la emigración ilegal impuesta a los países de la unión. Citamos: “Si usted cree que es un ciudadano del mundo, usted no es ciudadano de ninguna parte; usted no entiende lo que significa ciudadanía”.
Si seguimos como dioses del sueño frente a la invasión pacífica de Haití, pronto no seremos ciudadanos de ninguna parte.