El apartamento que cambió la vida de Juan Cruz

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Por Roberto Veras

Jarabacoa, LA VEGA RD.- Estando en la piscina del proyecto turístico habitacional en Jarabacoa con los nietos,  Juan Cruz hiso un relato del inicio de los años 80, Cruz, un hombre cuyo destino se hallaba vinculado al Instituto Nacional de la Vivienda (INVI), se encontraba en una situación paradójica. Siendo el encargado del Departamento de Estudio Sociales y teniendo en múltiples ocasiones la responsabilidad de seleccionar las familias y la entrega de las llaves de las casas adquiridas, él mismo carecía de un hogar propio.

Después de su partida del INVI, una llamada inesperada del director, quien previamente lo había despedido, cambió el rumbo de las cosas. Una invitación a su oficina para elegir un lugar o sector donde había viviendas disponibles marcó un punto de inflexión en la vida de Juan Cruz.

Cruz experimentó una mezcla de emociones que iban desde la gratitud hasta la alegría desbordante. Había pasado por una experiencia marcada por la ironía y la adversidad. Había entregado una suma considerable de dinero por una casa que nunca recibió, una decepción que podría haber dejado un amargo sabor en su boca.

Sin embargo, el destino le reservaba una recompensa. A pesar de los obstáculos y las injusticias que enfrentó, finalmente recibió su merecido. La oportunidad de obtener un apartamento en el Parque del Este, aunque inicialmente utilizado como almacén y en necesidad de limpieza, fue como un rayo de luz en su vida.

La felicidad de Juan Cruz no sólo radicaba en tener un techo, sino también en la sensación de justicia restaurada, de haber recibido lo que le correspondía después de años de espera y decepción. El apartamento se convirtió en más que un simple hogar; fue el símbolo de su perseverancia y la prueba de que, a veces, el universo tiene una manera misteriosa pero justa de equilibrar las cosas

Entre las opciones se encontraba una casa en Sabana Perdida, pero el destino tenía reservada una sorpresa diferente. Un ingeniero, buscando alternativas, señaló un apartamento en el Parque del Este. Aunque requería de limpieza y había sido convertido en un almacén temporal, este lugar resonó con Juan Cruz de una manera especial.

Así, ese apartamento improvisado que les entregaron se convirtió en su hogar durante más de dos décadas. Una historia de amistad, ironía y oportunidad, donde las vicisitudes del destino jugaron un papel crucial en la vida de un hombre que dedicó gran parte de su vida a proporcionar hogares a otros, encontrando finalmente el suyo propio en un giro inesperado del destino.