POR FLORENTINO DURAN
Con una inimitable y original formula de preparar sus dulces, esta mujer ha logrado colocar una marca única en su género, con una variedad de dulces de leche, bajos en azúcar, guayaba, combinación leche y guayaba, cajuil y naranja.
EL SEIBO.- Ella ha puesto a tanta gente a saborear su original y famosa manera de preparar el dulce de leche. Querida, abnegada y laboriosa, genera también alegría al manejar otra fórmula, la longevidad, celebrando sus 99 años, casi un siglo de aportes y buen ejemplo.
Se trata de Juana Chalas, conocida por todos en El Seibo como Tula Chalas “La Reina de los Dulces”. Un verdadero ícono que eleva el género, y además de ser la mujer que, al enviudar joven, se consagró a sus hijos y de la nada creó una marca, que ha convertido en famosa, inspiradora y que sirve de ejemplo.
Los seibanos la valoran como un verdadero orgullo, reconocida en el país y en muchas partes del mundo, donde ha ganado premios y reputación por la fábrica que creó y mantiene en su propia casa de la calle General Santana número 48, como una activa empresa familiar de la que dependen hijos y nietos.
Sus méritos
La integridad es relevante en la trayectoria de esta empresaria que ha sudado mucho y quien enviudó de su esposo Miguel Jiménez con edad y oportunidad para tener otra pareja, empero prefirió trabajar y dedicarse exclusivamente a sus hijos, marcando su paso, con mucha entrega, integridad y sacrificio.
La parada en su establecimiento se ha convertido en obligatoria, para quienes visitan o pasan por la ciudad de El Seibo, y es que “Dulcería Tula” mantiene la principalía en la preferencia del dulce de leche, el cual incluye uno bajo en azúcar, así como de naranja, cajuil y combinaciones de leche naranja y guayaba.
Como innovación y evolución, en su negocio también se venden galletitas, queso de hoja, macitas, empanadillas, mabí seibano, pan de batata y de harina de maíz, entre otras variadas exquisiteces reputadas como únicas.
Con un personal que supera la docena, siempre está atenta a la demanda, ahora con sus hijos y nietos frente al mostrador, supliendo; gift shop, tiendas y supermercados con una dinámica en crecimiento, ampliando y diversificando, sin afectar la calidad.
Inicio y reveses
Todo comenzó con el fallecimiento de su esposo Miguel Jiménez, quien era empleado de la Oficina de Telecomunicaciones de El Seibo en 1965. Mandó a la calle un muchacho con una batea en la cabeza, ante la necesidad de criar y educar a sus cinco hijos aún pequeños y desde entonces ha llegado hasta Europa y Estados Unidos con su original fórmula.
Luego de vender dulces en las calles, viajó a La Romana, sin resultados. Sin embargo, el tiempo le coronó. En la medida en que se conocía la calidad, higiene y constancia de su fórmula, las cosas fueron caminando mejor, hasta consagrarse.
Tomó en cuenta que el dulce de leche tradicional, por lo regular, empalaga, por lo que preparó su fórmula con poca azúcar y un sabor que invita a degustarlo. La clave no solo está en el sabor, sino en que es inigualable.
El mérito
Para una madre soltera, no fue fácil levantar una familia, educar, encaminar y ver profesionales a sus hijos, pero la satisfacción es grande y ahí están Mercedes Georgina (técnica en laboratorio); Miguel Antonio (Macho), fallecido; Ángel Rafael (licenciado en Contabilidad), Adamilka y Carmen Rosario, quien se hizo residente en Puerto Rico.
“Yo me siento satisfecha como madre. Pude criar y educar mis hijos, encaminarlos y ya estoy tranquila. Ellos tienen de que vivir”, expresó con la satisfacción y las señales de un rostro que ha recibido mucho calor, incluido uno que la llevó a realizarse una cirugía en la vista, debido al lagrimeo del fuerte calor que generan los calderos cuando prepara sus exquisiteces.
Sin embargo, no todo ha sido dulce en su vida. Al accidente que sufrió una de sus hijas, le siguió la muerte de otro, salvando cada obstáculo y revés, demostrando que con coraje, se puede.
Con Freddy Beras
Recuerda que en una ocasión en que viajaba hacia Punta Cana, la gloria seibana, Freddy Beras Goico, se lamentaba de que no había un dulce de naranja que no amargara. Sin embargo, a su regreso le esperó con uno que luego tenía que reservarle a su paso hacia Punta Cana y que comentó y compartió en una ocasión con los esposos Haydée Kuret de Rainieri y Frank Rainieri.
De temple y temperamento firme y decidido, Tula aún chequea lo que hacen sus hijos, desde su casa al lado del negocio, para lo cual cuenta con una especie de ascensor y mecanismo que permiten vigilar lo que ocurre dentro de su fábrica, donde los uniformes y los controles de calidad son muy estrictos.
Tula es del tipo de mujer que no se amilana, ni teme a los retos, pasando hace varios años de techo de zinc al concreto armado. Una mujer muy organizada, en lo personal y en su estructura de trabajo, tiene capacidad de atender la demanda de sus sabrosos dulces, que es mucha y que se han convertido en un verdadero souvenir o el mejor regalo para alguien al que se quiera agradar.
“Yo me siento orgullosa de mis cinco hijos, que no me han dado agua a beber. Sola acabé de criar mis muchachos, cogí mucho calor que me afectó la vista, pero estoy feliz con mis nietos y mis biznietos, que ahora disfruto”, indicó con satisfacción