Lobos vestido de ovejas, “Por sus hechos podemos conocerlos”

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Por Roberto Veras
 
SANTO DOMINGO, RD.- En el tranquilo y apacible mundo de las amistades y de la política, a menudo nos encontramos con figuras que parecen serenas y benignas como ovejas, pero bajo la superficie de lana, ocultan colmillos afilados y garras listas para atacar. Observamos cómo caminan entre nosotros, mostrando amabilidad y compromiso en cada paso, pero cuidado, porque cuando menos lo esperamos, ese cordero se transforma en un lobo voraz, dispuesto a traicionar y herir.
 
Es una escena conocida: te acercan con una sonrisa, te ofrecen ayuda y alianzas, mientras sus verdaderas intenciones permanecen ocultas. Te susurran promesas y palabras amables, pero a la primera oportunidad, sacan un cuchillo largo y afilado, una traición que hiere mucho más que cualquier palabra.
 
Sin embargo, no todo está perdido. A menudo, es a través de sus hechos y palabras como podemos discernir la verdadera naturaleza de estos lobos disfrazados. Por muy bien que actúen su papel, siempre hay señales, pequeñas grietas en su fachada que revelan su verdadero carácter. Un comentario despectivo aquí, una acción egoísta allá, son indicios que nos advierten de la fiera oculta bajo la piel de oveja.
 
En este mundo, las dinámicas pueden ser sorprendentes y desconcertantes. A veces, aquellos que considerábamos enemigos se convierten en nuestros mejores amigos, mientras que aquellos en quienes confiábamos se transforman en nuestros peores enemigos. La política, como la vida misma, está llena de giros inesperados y lecciones amargas sobre la lealtad y la traición.
 
Es un juego peligroso al que lamentablemente nos hemos acostumbrado. La política, ese teatro de máscaras donde las apariencias engañan y la confianza es un bien escaso. Detrás de cada disfraz de oveja, hay lobos listos para devorar cualquier oportunidad, cualquier inocencia que aún quede en este juego de poder.
 
Es hora de abrir los ojos y reconocer que no todo es lo que parece. Detrás de la fachada de amabilidad y benevolencia, se esconden los verdaderos intereses y las agendas ocultas. No podemos permitirnos ser víctimas de estos disfraces hábilmente diseñados. Debemos aprender a discernir entre aquellos que realmente están aquí por el bien común y aquellos que solo buscan satisfacer su hambre insaciable de poder y dominio.
 
Las palabras pueden ser dulces, pero los hechos son ineludibles. Es en sus acciones donde encontramos la verdad desnuda. Aquellos que prometen el cielo pero actúan en su propio interés no pueden esconderse por siempre. Sus hechos, a la larga, gritan más fuerte que cualquier promesa susurrada. Así que, observemos atentamente, escuchemos con cuidado y juzguemos no solo por lo que dicen, sino por lo que hacen.
 
Es momento de la claridad, de la transparencia verdadera, donde cada acción y cada palabra se sostengan bajo la luz de la verdad. No más lamentos por las heridas causadas por aquellos que se presentan como amigos pero actúan como enemigos. Es tiempo de desenmascarar a los lobos que visten pieles de oveja y proteger la integridad de nuestros valores y principios.