Por Roberto Veras
SANTO DOMINGO ESTE, RD.- Hoy tuve el privilegio de realizar un recorrido profundamente conmovedor junto a mi amigo y colega, el sociólogo y periodista Juan Cruz Triffolio. Este recorrido, planeado desde hace meses, nos llevó a algunos de los lugares más emblemáticos y cargados de historia de nuestro municipio, Santo Domingo Este.
Lo que vimos fue, en muchos casos, un testimonio desgarrador del olvido y el abandono en el que se encuentran estos lugares y las personas que los habitan, debido a la indiferencia de las autoridades gubernamentales.
Nuestra primera parada fue en el barrio de Los Mina, en el entorno donde vivió el renombrado poeta Juan Sánchez Lamouth. A medida que recorríamos las calles, era imposible ignorar las condiciones de deterioro que rodean a esta área, un lugar que debería estar siendo preservado y cuidado por su valor histórico y cultural.
Sin embargo, tanto la casa como el entorno parecen haber sido relegados al olvido, una situación que lamentablemente se repite en tantos otros sitios patrimoniales de nuestra ciudad.
En ese mismo sector, visitamos a Miguel Pérez Sánchez, hijo de María Luisa Sánchez hermana de Juan Sánchez Lamouth. Miguel fue en su juventud un destacado miembro del equipo de béisbol del Licey, un símbolo de orgullo para su comunidad.
Hoy, sin embargo, se encuentra postrado en una cama, esperando con resignación su despedida de este mundo. No sólo Miguel ha sido olvidado por las autoridades, sino también su historia y legado.
Vive en condiciones lamentables, sin recibir el apoyo necesario para llevar una vida digna en sus últimos días. Este es un caso más de cómo nuestros héroes locales, personas que aportaron a la identidad de nuestro pueblo, han sido desatendidos y olvidados por quienes tienen el deber de protegerlos.
Nuestro recorrido nos llevó después a la Ermita de Los Negros en Los Mina, un lugar con una rica carga histórica, donde los negros libertos de la parte occidental de la isla recibían la fe cristiana. Este espacio, que debería ser un monumento a la resiliencia y la espiritualidad de aquellos primeros habitantes libres, se encuentra en un estado de total abandono.
La iglesia, que alguna vez fue un símbolo de esperanza y resistencia, hoy luce descuidada, con sus estructuras deteriorándose, a pesar de su importancia histórica. Este es otro ejemplo de la falta de interés por parte de las autoridades en preservar los sitios que definen nuestra historia como comunidad.
Finalmente llegamos al sector Villa Duarte, donde una vez estuvo ubicada la emisora de Rafael Tavárez Labrador, mejor conocido como Paco Escribano. Paco, quien fue un ícono del humor y la locución dominicana, es recordado como el decano del humor en Santo Domingo.
Sin embargo, el lugar que fue testigo de su contribución al arte y la cultura dominicana, y que debería estar protegido como un espacio de memoria cultural, también ha caído en el olvido. Las autoridades no han hecho nada para restaurar o preservar lo que fue su legado, dejando que el tiempo y la negligencia borren poco a poco su impacto en nuestra sociedad.
Lo que presenciamos hoy no es solo el deterioro físico de sitios y personas emblemáticas; es el reflejo de una falta de compromiso por parte del gobierno para preservar nuestra historia y cuidar a quienes contribuyeron a ella. Estos espacios y figuras representan el alma de Santo Domingo Este, y es doloroso ver cómo su legado se desvanece por la indiferencia oficial.
Es urgente que las autoridades tomen conciencia de la importancia de estos lugares y personajes. No podemos permitir que el olvido borre lo que ha sido una parte esencial de nuestra identidad. Es hora de que se destinen recursos y esfuerzos para rehabilitar estos sitios históricos y proporcionar el apoyo que estas personas merecen, no solo por lo que representan, sino por lo que han aportado a nuestra comunidad y a nuestra nación.
