Tomado de Santodomingoestedigitalrd.com
En un país donde la esperanza parece ser el único recurso abundante, el presidente Luis Abinader ha convertido la mentira en un arte. Aritipo Vidal, conocido en cada rincón del pueblo por decir lo que otros callan, no se detiene al enumerar las falacias que, según él, han marcado la gestión del actual gobierno.
Con sarcasmo y una buena dosis de indignación, Vidal se pregunta: «¿Dónde están las 4 mil aulas prometidas para este año? ¿El millón de empleos? ¿Las 44 mil viviendas que iban a cambiarles la vida a las familias dominicanas? ¡Embustes, todo embustes!», exclama con esa vehemencia que lo caracteriza.
El gobierno de Abinader llegó al poder con promesas que encendieron la ilusión del pueblo. Sin embargo, cuatro años después, los números no cuadran, los proyectos no avanzan, y las excusas abundan. Aritipo, con la claridad de quien está cansado de ser tomado por ingenuo, repasa las contradicciones:
El millón de empleos: “Parece que contaron hasta los vendedores ambulantes y los que emigraron en busca de mejor suerte. Aquí no hay empleo digno, solo precariedad”.
Las viviendas: “Apenas entregan unas cuantas, pero, según ellos, son miles. Es como pintar una fachada bonita para ocultar que detrás no hay nada”.
La educación: “4 mil aulas nuevas en un año… ¡y yo soy astronauta! Los niños siguen amontonados en salones y los maestros, sin las herramientas que necesitan”.
Vidal no deja títere con cabeza: “Este gobierno vive de anuncios y fotos en redes sociales, pero cuando uno ve la realidad, es pura espuma, sin chocolate”.
Mientras tanto, el pueblo sigue esperando. Esperando las obras que nunca llegan, las promesas que no se cumplen, y la transparencia que quedó en el olvido. Aritipo, con su irreverencia característica, lanza una última reflexión: “Las palabras bonitas no llenan la barriga, y las mentiras no construyen un país”.
El mensaje está claro: no se puede seguir gobernando con promesas vacías. Aritipo Vidal no solo expone las mentiras, sino que nos invita a abrir los ojos, a exigir rendición de cuentas y a no conformarnos con el eco de discursos vacíos.
¡Basta de embustes!…