Por Roberto Veras
SANTO DOMINGO ESTE, RD.- En el año 1952, el pequeño pueblo de Sabana de la Mar, en la República Dominicana, se convirtió en un punto estratégico para los intereses del programa espacial de los Estados Unidos.
Durante el auge de la Guerra Fría, los estadounidenses firmaron un contrato con el gobierno de Rafael Leónidas Trujillo para establecer una base militar en este lugar.
Los terrenos fueron utilizados para instalar sofisticados radares que monitoreaban los cohetes lanzados desde Cabo Cañaveral, Florida, como parte de las pruebas espaciales. Este acuerdo, inicialmente firmado por 10 años, marcó un capítulo inesperado en la historia de este tranquilo rincón del Caribe.
La instalación de esta base coincidió con uno de los momentos más tensos de la Guerra Fría: la Crisis de los Misiles en Cuba. En 1962, los Estados Unidos descubrieron la presencia de misiles soviéticos en suelo cubano, capaces de alcanzar ciudades estadounidenses en cuestión de minutos. La situación escaló rápidamente, llevando al mundo al borde de un conflicto nuclear.
El entonces presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, lideró las negociaciones con el líder soviético Nikita Jrushchov. Tras días de tensión, ambas potencias llegaron a un acuerdo: los soviéticos retirarían los misiles de Cuba, mientras que los estadounidenses harían lo propio con los misiles instalados en Turquía.
Este pacto marcó un giro en la política global, y aunque no se mencionó explícitamente, otras bases estratégicas, como la de Sabana de la Mar, también comenzaron a ser desmanteladas.
Tras el cierre de la base militar, los terrenos que alguna vez albergaron tecnología de punta y vigilancia estratégica encontraron un propósito completamente diferente. Con el paso de los años, se transformaron en el Hospital Elupina Cordero, un centro médico que ha traído salud y esperanza a la comunidad. Este hospital lleva el nombre de una destacada figura local, conocida por su dedicación al servicio de los más necesitados.
La historia de Sabana de la Mar es un recordatorio de cómo los lugares pueden redefinirse con el tiempo. Lo que alguna vez fue un símbolo de la confrontación geopolítica durante la Guerra Fría, hoy se ha convertido en un faro de humanidad y cuidado para quienes más lo necesitan.00
