Por Danny Pujols
SANTO DOMINGO ESTE, RD.- Señores, es natural preguntarse cuál es el verdadero rol de los políticos de oposición en Santo Domingo Este, especialmente figuras prominentes como Luis Alberto Tejeda, Ramón Cabrera, Rafael Castillo y Julio Romero.
A pesar de los múltiples problemas que afectan nuestro municipio, incluyendo la gestión inadecuada de la limpieza, la falta de rendición de cuentas y la inseguridad, estos líderes parecen mantener un silencio sepulcral, dejando la impresión de que solo activan su maquinaria política cada cuatro años, cuando se acercan las elecciones.
Es preocupante que, mientras los ciudadanos lidian con calles abarrotadas de basura y un alcalde cuya presencia parece invisible, estos líderes de oposición no ofrezcan un discurso firme ni acciones concretas que respondan a las necesidades del municipio. Uno se pregunta: ¿es esta una estrategia política para no incomodar a ciertos sectores o simplemente una muestra de desinterés?
Luis Alberto Tejeda, excandidato a alcalde por el PLD, sigue siendo una figura de peso, pero su presencia en temas críticos del municipio ha sido mínima. ¿Será que está esperando un momento más oportuno para reaparecer en el escenario político?
Ramón Cabrera, reconocido por su experiencia legislativa, ha preferido enfocarse en temas nacionales. Sin embargo, el municipio que le vio crecer políticamente necesita su voz en los temas locales.
Rafael Castillo, ahora vocero de los diputados de la Fuerza del Pueblo, prometió una oposición firme y constructiva, pero en lo que respecta al ámbito municipal, su postura también ha sido tibia. ¿Es esta la oposición que esperamos?
Julio Romero, quien tiene un historial controversial, sigue manteniéndose al margen de las problemáticas actuales. ¿Está replegado o simplemente opta por el silencio como estrategia?
El electorado merece más. Santo Domingo Este necesita líderes que sean visibles, activos y comprometidos durante todo el ciclo político, no solo en épocas electorales. La política no debería ser un juego de apariciones esporádicas, sino un ejercicio constante de representación y trabajo en favor de la comunidad.
Este silencio es más que un gesto pasivo; envía un mensaje de desinterés y desconexión con las necesidades reales de los munícipes. Si estos líderes desean que el pueblo confíe en ellos nuevamente, deben empezar a actuar ahora, con propuestas claras, críticas constructivas y, sobre todo, presencia activa en los asuntos municipales.
¿Será mucho pedir que levanten su voz y hagan sentir que Santo Domingo Este importa?