Nacido hace 115 años, el singular cantante es una gloria de la canción cubana
POR GUILLE VILAR – Granma.cu
Honrar leyendas de la música cubana no implica quedarnos solo con el regocijo de un memorable pasado. Sus nombres constituyen significativas referencias en nuestros días. Acercarnos a personalidades como la del cantante Barbarito Diez –nacido hace 115 años–, en estos tiempos en que algunos pretenden que se les considere músicos por hacer canciones marcadas por notables carencias, es iluminarnos el alma con el resplandor de su talento.
Cuando se conoce que, a pesar de no haber tenido ninguna formación académica, Barbarito llegó a mantenerse entre la preferencia del público por más de 50 años, tenemos que detenernos en seco para evaluar el alcance de su trayectoria.
Aunque los géneros en los que él brillara, como el danzón y el bolero, no estén de moda, solo de escucharlo en clásicos de la canción como Esas no son cubanas o Las perlas de tu boca, comprendemos de inmediato por qué razón se reconoce a Barbarito Diez como La Voz de Oro del Danzón.
Una voz francamente hermosa, con rasgos que se traducen en la calidad de un canto bien educado, el de quien domina con eficacia las inflexiones impregnada de particular lirismo, definen a Barbarito. Tales virtudes permiten hacer crecer el prestigio de este caballero.
Cuando apreciamos el repertorio que distingue su obra, encontramos composiciones de grandes autores como Sindo Garay, Miguel Matamoros o Eliseo Grenet, y en ellas se celebra la belleza de la mujer, el amor y la grandeza de la Patria, con testimonios artísticos que se han convertido en un poderoso valladar contra el que se estrellan aquellas manifestaciones del mal gusto y la vulgaridad hechas temas musicales.
Entonces, independientemente de que el legado de Barbarito Diez es una prueba fehaciente de que no todo el mundo canta, profesión que merece el mayor respeto, esa herencia constituye además un paradigma de la ética contemporánea, dados los valores humanistas que ennoblecen su obra.
Para los cubanos de hoy, aquellos que no fueron sus contemporáneos, sepan que entre los diamantes que brillan en la música cubana, hubo uno, muy grande, llamado Barbarito Diez.