Por Roberto Veras
SANTO DOMINGO, RD.- Los grandes partidos políticos de la República Dominicana se están preparando para las próximas elecciones con estrategias que prometen poner en el centro del debate a sus mejores figuras.
En el Partido Revolucionario Moderno (PRM), la visión parece clara. Dos nombres resuenan con fuerza: Carolina Mejía, actual alcaldesa del Distrito Nacional, conocida por su estilo conciliador y gestión destacada, y David Collado Morales, quien goza de un amplio respaldo gracias a su experiencia como alcalde y su papel en el desarrollo turístico del país.
Ambos representan opciones sólidas que podrían asegurar el fortalecimiento de la continuidad gubernamental.
Por otro lado, la Fuerza del Pueblo tiene un liderazgo consolidado en Leonel Fernández, quien buscará regresar al poder con la promesa de estabilidad y progreso. Junto a él, se perfila Omar Fernández, una figura joven que encarna el relevo generacional dentro del partido y que, sin duda, aporta frescura y dinamismo a la política nacional.
En cambio, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) parece mantenerse en silencio. Hasta el momento, no ha presentado una figura clara que pueda representar con fuerza su propuesta en este panorama competitivo. Este vacío deja una incógnita sobre cuál será su estrategia para enfrentar la contienda.
La reciente sentencia del Tribunal Constitucional 0788/24 ha añadido un componente interesante a esta dinámica electoral.
Ahora, los partidos están obligados a llevar en primera fila a los mejores hombres y mujeres, un mandato que exige mayor transparencia, calidad en la selección de sus candidatos y un compromiso con el fortalecimiento de la democracia.
El desafío está planteado. Los votantes observarán con atención, evaluando no solo las promesas, sino también la calidad humana y profesional de quienes aspiran a representarlos.
Esperemos que esta obligación de excelencia se traduzca en beneficios para el país y que el resultado de las próximas elecciones sea un reflejo de las mejores intenciones y capacidades de nuestra clase política.