Por Robert Veras
Recientemente, estuve hablando con un amigo que defiende el socialismo como sistema, y esa es su prerrogativa como ciudadano. Sin embargo, no entiendo por qué los países que quieren imponer este sistema a su pueblo tienen que depender de los países capitalistas, especialmente de los Estados Unidos. Es por ello que afirmo que este sistema no funciona.
La clase obrera, que supuestamente tiene el control del Estado en un sistema socialista, muchas veces no puede conseguir las «tres calientes» (las tres comidas diarias básicas). Esto no es justo, especialmente cuando los gobiernos de estos países se presentan como potencias médicas y educativas mientras su población enfrenta penurias. La contradicción es evidente: en lugar de alcanzar la autosuficiencia o de construir una economía fuerte y sostenible, estos países justifican sus problemas internos culpando al bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos.
En contraste, en la República Dominicana, un país del tercer mundo que todavía no ha alcanzado su pleno desarrollo, incluso un limpia botas puede comer sus «tres calientes». Este hecho ilustra cómo un sistema económico basado en principios de mercado, aunque imperfecto, puede ofrecer más oportunidades a las clases trabajadoras que el socialismo.
Además, es evidente que muchos ciudadanos quieren salir huyendo de estos países socialistas, buscando mejores oportunidades en naciones capitalistas. Esto plantea una pregunta fundamental: si el socialismo es tan superior, ¿por qué hay un éxodo constante de personas hacia sistemas capitalistas?
Un ejemplo claro de los beneficios del cambio hacia el capitalismo es la antigua Alemania Oriental. Tras la caída del muro de Berlín y la transición al capitalismo, sus ciudadanos han experimentado una mejora significativa en su calidad de vida. El acceso a mejores servicios, oportunidades laborales y un mayor nivel de libertad son pruebas irrefutables de que el capitalismo, con todas sus imperfecciones, ofrece más ventajas que el socialismo.
Con más de 50 años de revolución, los países socialistas deberían haber encontrado formas efectivas de contrarrestar el sistema capitalista y demostrar que su modelo es viable. Sin embargo, la realidad es que continúan enfrentando las mismas limitaciones y excusas, perpetuando una dependencia del exterior que contradice sus principios.
Es por ello que afirmo, con convicción: este sistema no funciona.