El sacrificio de Amaury Germán Aristy y sus compañeros “Un legado de lucha y resistencia”

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Amaury Germáb Artisty
Por Roberto Veras
 
SANTO DOMINGO ESTE, RD.- El 12 de enero de 1972, la historia de la República Dominicana vivió uno de sus episodios más oscuros. En el kilómetro 15 de la Avenida Las Américas, tuvo lugar un acribillamiento que marcó a una generación y dejó una herida en la memoria colectiva del pueblo dominicano.
 
Las instituciones castrenses de la época, fieles al régimen autoritario de Joaquín Balaguer, ejecutaron una masacre en la que cayeron cuatro jóvenes valientes: Amaury Germán Aristy, Virgilio Perdomo Pérez, Ulises Cerón Polanco y Bienvenido Leal Prandy, conocido como «La Chuta». Entre ellos, Amaury Germán era reconocido como el líder de este grupo que desafió al poder establecido.
 
Estos jóvenes, guiados por una ideología firme y un profundo sentido de justicia social, se habían propuesto derrocar el régimen balaguerista para instaurar un gobierno socialista que respondiera a las necesidades de las clases más desfavorecidas. Su causa, aunque audaz, estaba cargada de esperanza y de una visión de una sociedad más equitativa y libre.
Sin embargo, el contexto político y social de la época, tanto en la República Dominicana como en América Latina, estaba marcado por la sombra de la Guerra Fría. Estados Unidos, temeroso de que surgiera otra Cuba en el continente, apoyó regímenes autoritarios que garantizaran su influencia y contuvieran el avance de movimientos revolucionarios.
 
El enfrentamiento del 12 de enero fue desproporcionado desde el inicio. Las fuerzas militares y policiales movilizaron todo su aparato represivo contra solo cuatro jóvenes, quienes resistieron con valentía y dignidad hasta el último aliento. Durante horas, las balas perforaron las paredes y los cuerpos de estos revolucionarios, que luchaban no solo contra un ejército sino contra un sistema que se negaba a ceder a los clamores de cambio. La batalla terminó con la muerte de los cuatro, pero su sacrificio dejó una marca imborrable.
 
 
El régimen de Balaguer celebró esta «victoria» como un triunfo contra el comunismo, mientras que sectores del pueblo dominicano lloraban la pérdida de estos héroes, cuyos sueños quedaron truncados en aquel fatídico día. Amaury Germán Aristy y sus compañeros no fueron solo víctimas de la represión; fueron símbolos de resistencia frente a un régimen que utilizó el miedo y la violencia para perpetuarse en el poder.
 
El contexto internacional también jugó un papel determinante. En aquellos años convulsos, América Latina se encontraba dividida entre quienes apostaban por revoluciones populares y quienes defendían el status quo bajo la tutela de Estados Unidos. El imperialismo norteamericano, a través de su doctrina de seguridad nacional, no estaba dispuesto a tolerar otra insurrección que desafiara su hegemonía en la región. Así, la masacre del kilómetro 15 no solo fue una acción local, sino parte de una estrategia más amplia de represión contra movimientos revolucionarios en el continente.
 
Hoy, a más de cinco décadas de este hecho, es imprescindible recordar y reflexionar sobre lo sucedido. No se trata solo de honrar la memoria de Amaury Germán, Virgilio Perdomo, Ulises Cerón y Bienvenido Leal, sino de entender el contexto en el que ocurrieron sus muertes y los ideales que defendieron. La lucha por la justicia social y la equidad sigue siendo una causa vigente, y el sacrificio de estos jóvenes debe servir de inspiración para nuevas generaciones.
 
La historia, como testigo implacable, nos enseña que las voces de quienes lucharon por la libertad y la igualdad no pueden ser silenciadas. Aunque aquel 12 de enero de 1972 las fuerzas represivas ganaron la batalla, el legado de Amaury Germán Aristy y sus compañeros trasciende el tiempo, recordándonos que los ideales de justicia y dignidad son más fuertes que cualquier dictadura.