El Dr. Roberto Saladín, “Una memoria histórica viva

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Por Roberto Veras

SANTO DOMINGO ESTE, RD.- El Dr. Roberto B. Saladín Selín es un verdadero tesoro de la historia dominicana. Su trayectoria en la administración pública y la diplomacia es impresionante, habiendo ocupado cargos de gran relevancia, como Gobernador del Banco Central, Embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA), y Embajador en los Estados Unidos.

También ha desempeñado un papel crucial como Director Ejecutivo Alterno en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Administrador del Banco de Reservas. Pero más allá de sus logros profesionales, lo que realmente destaca en Saladín es su pasión por la historia y su capacidad para narrarla de manera fascinante, convirtiéndose en un puente entre el pasado y el presente.

Durante un reciente encuentro, tuve el privilegio de escuchar al Dr. Saladín hablar sobre un episodio poco conocido de la era trujillista: el conflicto entre Rafael Leónidas Trujillo y el cónsul italiano, Barletta. Este relato no solo es una lección de historia, sino también un recordatorio del delicado equilibrio de poder que existía en la República Dominicana durante aquellos años turbulentos.

Según Saladín, el cónsul Barletta había sido vinculado a una conspiración para asesinar a Trujillo, lo que llevó al dictador a tomar una decisión drástica: consultar con su secretario de Relaciones Exteriores, el Lic. Arturo Logroño, sobre la posibilidad de arrestar a un cónsul extranjero. Logroño, con su aguda comprensión de la diplomacia, explicó a Trujillo que un cónsul no disfrutaba del mismo estatus o inmunidad que un embajador, lo que llevó a Trujillo a ordenar su detención.

Sin embargo, la historia dio un giro inesperado cuando, pocas horas después, Trujillo recibió una nota de Benito Mussolini, exigiendo la liberación inmediata del cónsul, respaldada por la amenaza de un crucero italiano apuntando sus cañones hacia la capital dominicana. Este episodio no solo ilustra la fragilidad de la soberanía dominicana en ese momento, sino también cómo las decisiones de un solo hombre podían ser influenciadas por el pulso de las relaciones internacionales.

El Dr. Saladín enfatiza que, a pesar del poder que Trujillo ostentaba en su país, tuvo que ceder ante la presión internacional. La liberación del cónsul italiano se convirtió en un testimonio de la vulnerabilidad de los regímenes autoritarios frente a las dinámicas globales. Este tipo de análisis histórico, ofrecido por Saladín, es una ventana a las complejidades de la diplomacia en una época en que la política y la historia estaban intrínsecamente entrelazadas.

El Dr. Saladín también relató una anécdota que refleja el impacto inmediato que tuvo este incidente en la política interna. En aquellos tiempos, las noticias de gran importancia se escribían en pizarras ubicadas en puntos estratégicos de la ciudad. Cuenta Saladín que, tras la crisis con Italia, Arturo Logroño pasaba por una de estas pizarras cuando preguntó a un transeúnte si había leído la última noticia. El hombre, riendo, le respondió: “Oh, Don Arturo… que a usted lo acaban de cancelar”. Logroño, con su característico buen humor, replicó: “Qué cosa más extraña… ¡Es la primera vez que veo que la soga rompe por lo más gordo!”.

La anécdota que Saladín compartió sobre el impacto inmediato de este incidente añade una capa de humor y humanidad a la narrativa. La reacción de Arturo Logroño, quien al enterarse de su «cancelación» en una de las pizarras informativas de la ciudad, respondió con ingenio, refleja no solo su personalidad, sino también la cultura política de la época. Esa mezcla de seriedad y humor es lo que hace que las historias del Dr. Saladín sean tan memorables.

A medida que escuchamos al Dr. Saladín, comprendemos que la historia no es un mero registro de eventos, sino un tejido de experiencias humanas. Cada relato que comparte es una invitación a reflexionar sobre el pasado, a reconocer los errores y aciertos de aquellos que nos precedieron, y a entender cómo esos momentos históricos han moldeado la República Dominicana que conocemos hoy.

El legado del Dr. Saladín no solo radica en sus contribuciones a la administración pública, sino también en su compromiso por preservar y transmitir la memoria histórica de su país. En un mundo donde la historia a menudo se olvida o se distorsiona, su voz se erige como un faro, iluminando el camino hacia una comprensión más profunda de lo que significa ser dominicano. La memoria histórica viva del Dr. Saladín es un recordatorio de que aprender del pasado es fundamental para construir un futuro mejor.