Por Miguel Espaillat Grullón
Se está comentando que el presidente Donald Trump está evaluando legalizar a los once millones de indocumentados de 50 nacionalidades diferentes que actualmente hay en los Estados Unidos de Norteamérica. Quedarán excluidos de este beneficio los que tengan un expediente criminal, algo que valoro como justo y de lugar.
De darse esta propuesta, sería algo maravilloso para los Estados Unidos, para Donald Trump y su administración, como también para los beneficiados con esta medida y sus países de origen.
Para Donald Trump, porque de inmediato cesarían el rechazo y la aversión que la orden de deportación masiva ha generado en contra de este mandatario. La concretización de esta propuesta, automáticamente, le generaría simpatías y gran apoyo al presidente Donald Trump. Los beneficios para los indocumentados y sus países de origen, por ser tan obvios, no es necesario enumerarlos.
Como yo, Miguel Espaillat Grullón, fui uno de los que con mi pluma apoyé la vuelta de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos. Por ello, y como ciudadano de este gran país, me siento con toda la autoridad moral para pedirle al ya presidente que, sin demora, someta al Congreso su propuesta de la legalización de los indocumentados aludidos.
La materialización de esta legalización traería mucha paz y progreso a los Estados Unidos y a los beneficiados. Con solución como esta, y poniendo fin al belicismo de las guerras que están azotando a la humanidad,
Donald Trump y su administración van por el buen camino de agradar a Dios y de hacer del mundo un lugar de cohabitación digno para la humanidad presente y del futuro. En buena hora esta legalización.