Por Roberto Veras
SANTO DOMINGO, RD.- A José Cestero, uno de los artistas más destacados y admirados de la pintura dominicana, parece que los músculos de retención de líquidos y excremento, producto de la edad, no le están funcionando como antes. Esto no es motivo de vergüenza ni debería serlo.
La vejez trae consigo desafíos físicos que ninguno de nosotros puede evitar, y Cestero no es la excepción. Sin embargo, lo verdaderamente preocupante no es su condición, sino la manera en que ha sido manejada por quienes deberían velar por su bienestar.
Recientemente, ha circulado un video en las redes sociales mostrando a Cestero en una situación delicada. No se trata de un montaje ni de un video falso, como algunos han intentado sugerir para proteger su imagen.
La realidad es innegable y humana: el tiempo no perdona, y su cuerpo da señales de ello. Sin embargo, en lugar de gastar energía desmintiendo lo evidente, sus manejadores deberían enfocar sus esfuerzos en garantizarle una vejez digna y confortable.
José Cestero ha sido uno de los artistas que más ha rendido homenaje a la Ciudad Colonial con su pincel. Su obra ha inmortalizado la esencia de nuestras calles, balcones y rincones históricos.
Ha contribuido enormemente al arte y a la cultura de nuestro país, y su legado permanecerá mucho después de que él ya no esté. Precisamente por eso, merece vivir sus últimos años con el respeto y la dignidad que su trayectoria merece.
Sus cuidadores y familiares deben asumir la responsabilidad de velar por su bienestar. No es suficiente negar la evidencia o mantener las apariencias. Es momento de actuar con empatía y humanidad, proporcionándole el cuidado especializado que necesita, como el acompañamiento de una enfermera que le asista en sus necesidades físicas.
Cestero merece más que un desmentido en redes sociales; merece vivir con dignidad y respeto en el ocaso de su vida.
Este no es solo un llamado de atención para quienes rodean a José Cestero, sino también una reflexión para todos nosotros. En lugar de juzgar o burlarnos de los efectos del tiempo en su cuerpo, deberíamos recordar su legado y aprender a valorar a nuestros artistas más allá de sus años de gloria. Ellos merecen nuestro respeto, apoyo y compasión, incluso, especialmente en sus momentos de vulnerabilidad.
La dignidad no debería ser un lujo reservado solo para algunos. Al contrario, es un derecho que todos debemos defender, especialmente para quienes han dado tanto de sí mismos a nuestra cultura y sociedad.
Es hora de demostrar que somos una sociedad empática y agradecida, y de tratar a José Cestero con el respeto que se ha ganado con cada pincelada.