SANTO DOMINGO, RD.– Lo dijo sin titubeos, en el programa Con Punto & Coma.., Canal 101 y 1101 Claro Tv, el doctor Carlos Bautista Jiménez, asesor migratorio con muchos años de experiencia: “La frontera dominicana es un negocio. Un negocio de tráfico haitiano.” Y lo dijo con la fuerza de quien no está dispuesto a seguir tapándose los ojos ni a hablar con ambigüedades. Porque, aunque moleste, esa es una verdad dolorosa que ha sido normalizada en nuestro país, y de la que todos, en mayor o menor medida, somos responsables.
El problema de la frontera entre República Dominicana y Haití no es solo migratorio; es ético, político y económico. En la práctica, se ha convertido en un mercado clandestino sostenido por la negligencia de las autoridades, la complicidad de sectores poderosos y la desesperación de quienes huyen del hambre o del caos. Nadie se puede hacer el loco con este tema. Nadie.
Pero en medio de esa realidad, el doctor Bautista también habló de otra cara de la moneda, la que es de su especialidad: la del dominicano que busca una salida, una esperanza, una posibilidad. Y ahí entra la Visa americana, ese sueño de muchos que ahora —según explica— es más accesible que antes. “El proceso se ha flexibilizado”, dijo, refiriéndose a la solicitud de visados de turista desde nuestro país.
Hoy, con apenas llenar un formulario, pagar un arancel, y agendar una cita, el dominicano común puede aspirar a ese codiciado documento que abre las puertas del norte. Pero también alertó: no es tan simple como parece.
La tecnología, el idioma inglés, y la falta de información clara hacen que muchos fracasen incluso antes de presentarse en la entrevista. “Me da lástima ver a mis compatriotas en aeropuertos como el Kennedy sin saber llenar ni un simple formulario,” confesó con tono humano y crítico a la vez.
Y no se detuvo ahí. Explicó que su oficina agiliza procesos, reduce tiempos de espera y evita al cliente el viacrucis que muchas veces representan las embajadas. Un servicio eficiente, sí, pero también un negocio, como tantos otros que han florecido al calor de la necesidad y la desesperanza.
Pero entre líneas, el mensaje más fuerte del doctor Bautista no fue sobre trámites migratorios, sino sobre verdades incómodas. Como esa que expuso sobre las residencias americanas: “Si usted es residente y se queda más de seis meses fuera de EE. UU., tiene que justificarlo o puede perderla.” Muchos no lo saben. Otros prefieren ignorarlo. Y las redes sociales, como siempre, se encargan de desinformar.
El doctor, con su experiencia y franqueza, desnuda un sistema que se alimenta de esperanzas pero que también castiga la ignorancia. En sus palabras se esconde una advertencia: si no decimos la verdad, si no orientamos correctamente, seguiremos siendo cómplices del fracaso ajeno.
Al final, no se trata solo de Visas ni de fronteras. Se trata de una sociedad que ha normalizado el caos, que ha hecho negocio de la desesperación y que ha convertido la migración —sea hacia el norte o desde el oeste— en un mercado de ofertas y demandas humanas.
Tal vez sea momento de dejar de mirar hacia otro lado. Porque como bien dijo el doctor Bautista: “Nadie puede hacerse el loco con este tema.”