Acotaciones a los intelectuales haitianos

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Por Miguel Espaillat Grullón 

1 – La historia haitiana es dura, cruel y triste y a la vez gloriosa.  Sin escatimar en certezas, el pueblo haitiano ha sido uno de los más sufridos del planeta. Haití ha padecido la esclavitud colonialista, los azotes imperialistas y la codicia de su oligarquía, semejante en su inhumanidad a la de los franceses de la época de la esclavitud. En 1517 los españoles llevaron a lo que hoy es Haití 15 mil africanos para sustituirlos por los indios que habían muerto a destiempo por causa de los maltratos sufridos en el trabajo esclavo.  

2 – En Saint Domingue (la parte occidental de la isla), los africanos traídos fueron víctimas de los mismos maltratos crueles que les infligían los colonos americanos del sur a sus esclavos. En aquella barbarie, el látigo del amo en manos del verdugo azotaba las espaldas hasta levantar la piel. Muchos morían a pocos días del flagelamiento.   El horario de trabajo comprendía 16 horas forzadas. Los negros eran sometidos al tormento del rollo y el potro, como también a la mutilación de miembros con una frialdad escalofriante. En estas salvajadas podían cortarles la nariz, las orejas, las manos y hasta los testículos y el pene.   Muchos de ellos fueron condenados a morir descuartizados; al colgado por los pies se le serruchaba en dos, partiendo de la mitad del sacro hasta la cabeza. Tenían pésima alimentación y peor vivienda.  Le aplicaban el tormento del fuego. Los mataban con perros amaestrados para tal fin. Los separaban de sus familias. Les violaban sus mujeres, y sus hijos les eran segregados como si fueran ganado porcino o vacuno.   En fin, para estos seres humanos de piel oscura no había respeto por su dignidad humana; los trataban como a bestias de matadero. La inhumanidad de aquellos blancos contra los negros rebasaba lo siniestro. 

3 – El periodo de colonización de Haití por los franceses duró hasta 1804, fecha en que los haitianos lograron su independencia de Francia.  Esta independencia le ha resultado cara y cruel al pueblo haitiano, pues ellos tuvieron que pagar la recompensa de 150 millones de pesos oro a los colonos franceses para que estos aceptaran esta independencia.  Este lastre hundió a este país en la miseria total por 122 años, y yo diría no solo hasta 1947, sino más allá de esta fecha, debido a que esta deuda obstaculizó menormente el futuro desarrollo económico de Haití, y lo agravó por los pagos de intereses y cargos por pagos atrasados que consumieron gran parte del PIB anual haitiano; incluso, los efectos de esta deuda han proyectado sus destrozos hasta el presente.   

4. El hambre y el subdesarrollo actual de Haití son una secuela del pago de aquella deuda. Esta deuda actuó como un factor multiplicador de la desgracia, ya que los imperialismos europeo y estadounidense no han perdonado al pueblo haitiano por atreverse a proclamarse libres. Por ello, han castigado a esa nación aislándola y condenándola a hundirse cada vez más en la miseria y el espanto de su destrucción. De carambola, también nuestra República Dominicana queda afectada con una emigración masiva por causa de aquella miseria, promovida a propósito, para el control absoluto de ambas naciones. 

5 – Para evidenciar esta maldad, solo hay que recordar las palabras del expresidente Joe Biden, quien, refiriéndose al reclamo de ayuda para Haití, osó decir: “Para nada nos interesa Haití; por nosotros Haití se puede hundir en el mar”.   Esto decía ese expresidente demócrata, mientras favorecía a Ucrania con 350 mil millones de dólares, para dizque llevarle la paz y la democracia a ese país. También han gastado miles de millones de dólares tratando de eliminar el chavismo en Venezuela para también llevarle la paz y la democracia. El único país que no merece ninguna inversión para llevarle la paz y la democracia es Haití.

6 – El pueblo haitiano, además de los saqueos del colonialismo y de los imperialismos, ha sufrido la tragedia de ser gobernado por hombres sin la capacidad para hacer de Haití una nación desarrollada.   Jean-Jacques Dessalines, figura clave en la historia de Haití, jugó un papel fundamental en la lucha contra la esclavitud y el colonialismo. Alcanzó el poder como el primer gobernante de Haití tras su independencia en 1804. Sin embargo, en lugar de ser un presidente democrático, se convirtió en un vanidoso emperador que reprimió con dureza al pueblo que él mismo había contribuido a liberar.  

7 – Después, Haití no ha tenido suerte con sus gobernantes.   La mayoría de ellos han sido corruptos, asesinos y verdugos de su propio pueblo. Entre estos, los dictadores Francois Duvalier “Papa Doc” y su hijo Jean Claude Duvalier “Baby Doc” son figuras representativas de estas escorias humanas.   Tampoco sus intelectuales han estado a la altura de los tiempos. No han hecho lo suficiente para enrumbar su país hacia el desarrollo sostenido, la justicia y la paz.

Miguel Espaillat Grullón – AUTOR – Analista

8. En definitiva, la historia de Haití ha sido de esclavitud} brutal, colonialismo e intervenciones imperialistas para saqueo, opresión, abusos y explotación; de tiranos y golpes de Estado, de represión brutal a la población, de asesinato de presidentes, de paramilitarismo de Ton Ton Macoutes, de generales gorilas, de oligarquía despiadada, de emigración constante por causa del hambre y la miseria; y para mayor desgracia, han sido y son objeto de desprecio por la mayoría de los países.  Es que Haití es un país donde sus ciudadanos en su mayoría son analfabetos, con cultura y costumbres primitivas y hasta sin documentos de identidad.  Un país así, que apela al machete para resolver sus cuestiones, por nimias que estas sean, no puede ganarse la empatía de los demás.

9 – En todas estas etapas, la convivencia entre haitianos y dominicanos ha sido turbulenta, no porque estos pueblos se odien fortuitamente, sino porque tenemos cultura y costumbres que en ciertos puntos se polarizan y porque las clases gobernantes promueven el odio desde las escuelas.   En Haití lo hacen difundiendo que la isla es una sola e indivisible, lo que produce entre los dominicanos el rechazo más enérgico a esas pretensiones. La oligarquía de ambos países así lo ha difundido.  Con ese infundio fabricado, que toca las fibras patrióticas de ambas naciones, los poderes fácticos de ambas naciones y de otras, han venido pescando en río revuelto. A nuestros pueblos los manipulan para mantenernos en esa confrontación estéril.  

10. En ambos países, las respectivas oligarquías han conformado esa narrativa para que nos odiemos los unos a los otros. No obstante, ambas naciones deben comprender que cada nación tiene su terruño y que, por demás, la esclavitud de los haitianos en los bateyes no ha sido realizada por el pueblo, sino por los empresarios capitalistas dominicanos en confabulación con la clase gobernante haitiana (políticos y militares). También, los haitianos deben comprender que los miles de ellos que están en territorio dominicano no es porque esta tierra sea de ellos, sino porque la miseria de su país los ha empujado a irse donde puedan sobrevivir.   Incluso puedo recordarles que la matanza de 1937 no fue una decisión de nuestro pueblo, sino que fue la determinación de un psicópata depravado, un acto bárbaro y aborrecible que el pueblo dominicano ha condenado.

11- En este contexto, hay que recordar que Duarte enfrentó a los gobernantes haitianos que nos invadieron. Sin embargo, admiraba al pueblo haitiano por ser la primera nación de Latinoamérica en lograr su independencia en 1804 y la segunda en todo el continente americano, después de Estados Unidos, que la alcanzó en 1776. 

12. A este respecto, Duarte nos dijo: “Nunca debe haber ni habrá una fusión entre República Dominicana y Haití. Pero tampoco debe haber odio, ni racismo, ni xenofobia ni discriminación contra los haitianos”. Esta sentencia, Duarte las ratificó con la providencia siguiente: “Yo admiro al pueblo haitiano desde el momento en que, recogiendo las páginas de su historia, lo encuentro luchando desesperadamente contra poderes excesivamente superiores y veo cómo los vence y cómo sale de la triste condición de esclavo para constituirse en nación libre e independiente. Le reconozco poseedor de dos virtudes eminentes, el amor a la libertad y el valor…”.

13. Con lo expuesto en las cuartillas precedentes, confirmo mi tesis de que la historia de Haití es dura, cruel y triste, y a la vez gloriosa, por lo que de ella señala nuestro patricio Juan Pablo Duarte.    Pero, dolorosamente, tengo que acotar en esta ocasión que los intelectuales de Haití en todos los tiempos no han correspondido con la responsabilidad que deben asumir los eruditos de una nación.

14. Los pueblos en todo tiempo son como las manadas, que tienen que ser lideradas por lo mejor de su grupo.  En el caso de los humanos, por los hombres y mujeres más cultos y bien intencionados para lograr un gobierno excelente.  Al efecto, Platón, en su obra «La República», argumentó que la justicia y el buen gobierno solo se pueden lograr si el poder lo ostentan aquellos que han alcanzado el conocimiento y la sabiduría filosófica.  Es cierto que hemos expuesto los motivos que han llevado a la tierra de Toussaint al desastre actual. Sin embargo, los haitianos no deben usar esto como excusa para no superarse. Todos los pueblos han enfrentado grandes desafíos sociales y económicos que han obstaculizado su desarrollo y progreso, pero de una u otra manera los han superado. El pueblo haitiano no lo ha logrado porque ha carecido de gobernantes e intelectuales que lo guíen por el buen camino señalado por Platón.   ¡Fíjese usted Duvalier (padre e hijo), Raoul Cédras, Michel Martelly, etc., y el grueso de los intelectuales haitianos que han nacido después de 1801, ¿han sido los filósofos de los que habla Platón? De ninguna manera.  Entre ellos son pocos los que han seguido los pasos de Toussaint Louverture.  

15. La mayoría de los intelectuales haitianos vive en Francia, en la metrópolis que, paradójicamente, ha propiciado la ruina y todas las desgracias que ha experimentado Haití.  Últimamente, los haitianos adinerados viven en Florida, practicando un patriotismo de pacotilla. La mayoría de ellos, ya sea desde Francia o Miami, su patriotismo lo expresan con declaraciones que no pasan de arranques emocionales o de posturas que no aportan nada en concreto a la liberación de un Haití colonizado y esclavizado más por la ignorancia que por las armas, como también por la desidia e indiferencia de sus intelectuales, que se mantienen en su área de confort, ajenos a liderar una lucha que conlleva sacrificar hasta la propia vida, como en numerosas ocasiones lo han hecho los dominicanos.

16 -Los haitianos no han hecho nada semejante a los héroes del 30 de mayo. No han realizado una invasión similar a la de Constanza, Maimón y Estero Hondo (no se organizan en el exilio para tal fin, como hoy lo demanda su patria). Tampoco han tenido figuras como las Hermanas Mirabal o Yolanda Guzmán. No han subido a sus escarpadas montañas como lo hizo Manolo Tavares Justo y su grupo de valientes. No han tenido un Playa Caracoles ni un 25 de abril de 1965. No veo entre ellos a alguien dispuesto a ponerse las botas de los coroneles Francisco Alberto Camaño, Rafel Tomás Fernández Domínguez y Juan María Lora Fernández, o de un Lalane José o Hamlet Hermann. No cuentan con una juventud como Amaury German Aristy, Amin Abel, o periodistas como Orlando Martínez, ni con un pueblo organizado dispuesto a luchar para sostener su democracia.

17. Para finalizar, acoto aquí que ningún país extranjero va a salvar Haití.  Haití tiene que salvarse a sí mismo. Otros podrán ayudar como ha venido sucediendo, pero la última palabra y la acción pertenecen a los haitianos. En esta revolución por llevar a cabo, sus intelectuales son imprescindibles. Los intelectuales son el cerebro de una nación. Los pueblos, las naciones, al igual que los humanos y animales, mueren cuando colapsa su cerebro.  Creo que es lo que ha pasado con Haití, porque donde hay inteligencia, voluntad y amor hacia la tierra donde se nace, siempre habrá una lucha que conlleve a la paz y el progreso del lar que amamos. Si en Haití estuvieran activas esas fuerzas (inteligencia, voluntad, amor a su tierra y a su prójimo), la situación de Haití hoy fuera diferente.  Por lo dicho, queda implícito que, mientras los intelectuales haitianos no asuman el rol que como clase les corresponde, Haití seguirá hundido en la miseria y en un Estado fallido y mendicante, más allá de lo imaginable.

A mis lectores, a mi pueblo y al haitiano, como también a los intelectuales del país vecino, les dejo la palabra…