POR RAQUEL DEMORIZI
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La oración es antigua práctica donde el ser humano encuentra alivio en medio de aflicciones, angustias y temores, desde hace tiempo es parte sustancial y significativa en el proceso de la salud.
Muchos estudios e investigaciones describen minuciosamente que personas poseedoras de una raíz sólida espiritual para llevar su proceso de enfermedad o cualquier evento que les atormente, se impregnan al orar, de paz y calma.
Quien tiene este hábito o costumbre refleja tranquilidad y es que por medio de esta técnica descubrieron que estaban llenos de raíces de amargura lo cual les impedía la sanación. La amargura es un tipo de enfermedad que tiene síntomas y consecuencias que afectan física, emocional y espiritualmente a las personas.
Por tanto, una persona amargada es persona enferma con su mente llena de pensamientos negativos, y si su mente está enferma el cuerpo también lo está, pues todo es parte del todo. y es justamente a través de la oración que logran recobrar el equilibrio.
Son varios los estudios realizados para comprobar su eficacia. En 1988 el cardiólogo Randolf Byrd estudió pacientes en la unidad de cuidados coronarios y los dividió en dos grupos, pacientes ni médicos sabían por quién se oraba y concluyó que de los pacientes por los cuales se oró no necesitaron ventilación artificial y del otro grupo por los que no oraron los requirieron.
En 1995 la Psiquiatra Elisabeth Targ investigó sobre la eficacia de la oración con pacientes de SIDA en fase avanzada ninguno conocía de este proceso. Durante el estudio cuatro de los pacientes murieron y los investigadores descubrieron que los fallecidos no habían recibido la oración, estos estudios demostraron el papel positivo de la espiritualidad en el proceso de curación.
También podemos citar una de las frases favoritas de Margaret Mead antropóloga y poeta del siglo XX que dice (La oración no consume energía artificial, no quema ningún combustible fósil, no contamina. Tampoco la canción, ni el amor, ni el baile), queriendo dejar dicho que las cosas que nos llenan satisfactoriamente no tienen ningún efecto negativo sobre el globo terráqueo y que deberíamos plantearnos un cambio de dirección. Así que dentro de esos cambios de dirección la oración debe ser aprovechada en toda su extensión y profundidad.
Son muchas las historias de pacientes que a pesar de una enfermedad catastrófica se restablecieron porque sus seres queridos no dejaron de orar así lo comprueban estudios realizados por Instituto Americano del Corazón de Kansas EE, UU, el cual revela casos de pacientes recuperados y dados de alta en menos tiempo del programado, mientras que los que no se repusieron y por quienes también se oró aceptaron con paz y gratitud su enfermedad.
El Centro Médico Rabino en Israel también realizó estudios similares verificando que las oraciones originaron cambios significativos en la evolución de la enfermedad de pacientes en hospitales desde reducción en los niveles de la presión arterial y ritmos cardíacos respiratorios, así como que aprendieran a vivir con la afección con esperanza y optimismo.
Neil Velez nacido en Estados Unidos hijo de padres puertorriqueños, es un predicador que experimentó el dolor de terribles enfermedades y que a la vez vivió en carne propia el poder sanador de la oración por lo que ha dedicado su vida a alentar a las personas enfermas con su propio testimonio el cual describe ampliamente en su libro titulado Por Sus Llagas.
También tenemos el testimonio de Myrtle Fillmore, cofundadora de la Iglesia Unity quien estuvo enferma desde niña de tuberculosis y sano así misma utilizando el poder de la oración.
Por otra parte en el intento de medir el poder de la oración una profesora de estudios religiosos, llamada Candy Gunther Brown, en Mozambique país situado al sureste de África investigó utilizando un audiómetro portátil y encontró que había una diferencia entre la capacidad de oír antes y después de la oración, pero no pudo comprobar si la mejoría perduraba pues las personas se retiraban tan pronto terminaba la actividad, y esto podría ser un efecto placebo del poder de la sugestión en lugar del poder de la oración lo cual puede ser posible.
El profesional de la salud debe respetar el credo de sus pacientes, exhortando a aquel que ora a no desfallecer, pues comprobado es su efecto positivo en cuerpo, alma y mente. Es innegable que los médicos en sus prácticas han visto casos de sanidad que científicamente no tienen explicación y la explicación solo la encuentran cuando el paciente les dice he orado sin cesar.
Probablemente usted conozca alguien cuyos estados de angustia y desesperación desaparecieron al orar recibiendo una energía insospechada para seguir luchando, aunque no se hayan curado y aunque su enfermedad sea irreversible.
Dígame ¿Quién en los momentos más difíciles de la vida no ha acudido a la oración en búsqueda de esperanza y alivio a su dolor? por ejemplo, en estos días del COVID 19 el mundo eterno ha encontrado orando seguridad, protección, fortaleza y fuerzas para hacer frente con mejor actitud
Aún hay mucho camino que recorrer y la polémica científico religioso sobre la oración como medicina sigue abierta. Pero sobre si debemos o no incluir en nuestras terapias queda bajo la consideración de cada quien, aunque cierto es que la oración es una medicina para el alma que contiene unos principios activos que complementan cualquier fármaco que pueda ser suministrado.
Concluyó diciendo que, la oración está siendo considerada como terapia alternativa que está dando buenos resultados por la actitud positiva que produce en medio de cualquier situación agobiante. Hay una alabanza cristiana que dice con toda certeza oh dulce oración gracias a ti te damos porque eres nuestro amparo en la tribulación, oh dulce oración en ti siempre esperamos que nos traigas del cielo la dulce bendición.