POR CARLOS NINA GÓMEZ
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En agosto pasado, en un artículo de tres entregas, escribí sobre el periodismo dominicano que se trabaja en esta moderna etapa. Mi artículo lo titulé así: Periodismo de estos tiempos.
Ahora expongo estas otras interesantes líneas, que creo fortalecen la opinión que tengo sobre el rol que debe jugar todo periodista responsable, veraz y apegado a los principios y la ética.
Subrayo: Estamos en la época en la que el periodista, además de cumplir con los estándares que marcan principalmente la objetividad, tiene que ser -en su labor de correcta redacción e informativa- escudriñador, ágil, sagaz y sin nunca dejar escapar su accionar ético.
A propósito del tema, el veterano periodista Luis Fernández (maestro del periodismo) me envió un interesante trabajo en el que analiza -y creo que coincide con mi criterio- cómo debe ser el comportamiento de los periodistas verdaderos. Le cedo esta tribuna a Luis Fernández y paso al contenido de su escrito:
“A veces es bueno hablar o escribir sobre la profesión que amamos, ejercemos o anhelamos conocer a profundidad. La de ser o considerarse periodista constituye una labor fascinante, meritoria.
Antes hay que decir que “comunicador” es toda persona que habla o escribe sobre cualquier tema, no periodista.
El periodista es aquel que labora para un medio ajeno o propio, busca informaciones, las redacta o divulga en radio o televisión de modo que el público se entere de lo último que pasa.
Pero no es solo eso. El periodismo es casi un sacerdocio, pues requiere de conocimientos válidos y muy variados; del olfato para descubrir (y no encubrir) las profundidades de cualquier hecho; de saber que en ningún país es bien remunerado, etcétera.
El periodista verdadero, respetuoso de la ética, la honestidad y la objetividad, no debe informar solo una parte de cualquier noticia, como no debe compartir el oficio con otros, como negocios comerciales, publicitarios y de cualquier otra índole.
El periodista desde que comienza a formarse en la universidad debe saber que si piensa hacerse rico, deberá caer en bajezas, en arreglos, en el “payoleo”, en detrimento del medio para el que labora y para todo el público oyente o lector de periódicos.
El periodista verdadero no pide préstamos a nadie, y mucho menos a funcionarios o responsables de las fuentes que cubre, pues de hacerlo ya no podría criticar lo mal hecho”. En la segunda parte, más argumentos sobre el tema.