Por Juan Cruz Triffolio
Saturado de tanto batallar en las lides que implicaba el viajar cada día a la capital dominicana, tan pronto como los rayos del rey sol indicaban el despuntar del nuevo amanecer, su modo de vida se transformó paulatinamente.
Aquel trajinar, al igual que los brincos y la lejanía que implicaba el desplazarse, frecuentemente, a la otrora provincia Julia Molina, hoy María Trinidad Sánchez, incluyendo, en ocasiones, a las comunidades marítimas de Matancita, Sánchez y Samaná, en su pintoresca guagua multicolor y con una estructura esencialmente construida en madera y zinc liso, obligó a optar por otra labor productiva menos tediosa y estresante.
Así surgió como propietario y administrador de un popular establecimiento comercial, Marino Salvador Trifolio Ortega, quien a partir de entonces, cariñosamente empezó a ser titulado como El Químico, en correspondencia al nombre del establecimiento y a la diversidad de jugos y emparedados ofertados a los parroquianos que constantemente hacían presencia en el muy visitado negocio de esparcimiento mercadeado bajo el nombre de La Química.
Ocupaba un modesto local, ubicado en la calle Duarte con Independencia, en el poblado de Salcedo, dotado de algunas sillas de guano, en donde los visitantes, además de aprovechar el tiempo para conversar sobre las noticias de actualidad, como parte de una amena conversación, también podían disfrutar de una sabrosa batida de leche con lechosa, algunos jugos naturales de diferentes frutas, al tiempo que degustar unos panes repletos de carne molida, salpicada de un picante elaborado en base a ajíes, vinagre y coliflor que imprimía un sabor original y fascinante.
Antes de ser servido a los clientes, el demando sándwich de El Químico era sometido a un proceso de calentamiento, en una pequeña tostadora, dependiendo de la preferencia del comprador.
También tenían los visitantes a La Química la posibilidad de consumir unas suculentas bolas de yuca en cuyo interior se concentraba una porción de apetitosa de carne de res, sazonada de manera formidable y que, con el paso del tiempo, era demanda bajo el malintencionado y singular mandato de: ¨Químico, dame una bola..!!¨.
Además de disfrutar de las degustaciones referidas, los visitantes a La Química, también tenían la posibilidad de participar en algunas partidas del apasionante juego conocido Tablero o Damas, teniendo muchas veces que enfrentar a auténticos maestros en el movimiento preciso de las fichas con lógica y racionalidad.
Atendiendo al estado de ánimo y al nivel de consumo de etílico en que se encontraba, principalmente los sábados y domingos, el inolvidable y expresivo Marino Trifolio, sorprendía a quienes hacían presencia en su establecimiento comercial, cantando algunos de los tangos popularizados por el inmortal argentino Carlos Gardel, género artístico que embriagaba al laborioso salcedense, quien proyectaba un incuestionable talento y veteranía al momento de vocalízalos.
Marino, hijo del italiano Ángel Trifolio y doña Ana Rita Ortega Guzmán, conformó familia con Ana Vásquez, oriunda de Moca y popularmente conocida como Ana Marino, mujer respetada por su prolífico uso viperino del órgano que muchos consideran es “el castigo del cuerpo”, sin control alguno, con quien procreó tres hijas: Ana Rita (Negra), Zoila Altagracia y Ángela Inés Trifolio Vásquez, mejor conocida como La Ñon.
Además de ser reconocido como un excelente conductor de guagua, puntual y responsable, es importante subrayar que Mario Trifolio ocupó la posición de Síndico del municipio de Salcedo y luego, durante la gestión de gobierno del doctor Salvador Jorge Blanco, fue regidor, representando la bancada del Partido Reformista Social Cristiano –PRSC-.
Como servidor público siempre se caracterizó por su puntualidad, transparencia y eficiencia, lo cual le permitió ser correspondido con el cariño y el respeto de sus compueblanos, sin importar colores partidarios ni religión, edad, procedencia y color de piel.
De los cuentos, vivencias y ocurrencias de Marino Salvador Trifolio Ortega, igual que de su ejemplo de trabajo y honradez, existen quienes sienten un gran placer al relatarlos en procura de ser valorados como la manifestación fiel de la sanidad humana y el sacrificio paradigmático a emular por las presentes y futuras generaciones de dominicanos, esencialmente, de aquellos que tienen como lar nativo a Salcedo: La Flor de la Patria.
Santo Domingo Este, RD
Febrero 26 del 2021