El Gagá, El Cañaveral y Roldán

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Por Dagoberto Tejeda Ortiz

Con la nostalgia de “La Danza de los Millones” que impactó el desarrollo de la industria azucarera de San Pedro de Macorís entrado el siglo XX, ante la demanda de mano de obra, llegaron obreros de las islas inglesas y se trajeron trabajadores de Haití, los cuales fueron confinados a los bateyes, en un proceso de explotación y represión, que solo la sobrevivencia ante las necesidades justificaba.

Los ingenios de San Pedro de Macorís y La Romana, eran enclaves marginales, donde la vida cotidiana tenía una dimensión de clandestinidad y ostracismo.   No había libre circulación de actividades festivas colectivas y los medios de comunicación ignoraban las manifestaciones, para ellos semisalvajes de “negros haitianos”, envueltas en la ignorancia del primitivismo que todavía la quedaba de África.

El Gagá, manifestación religiosa-cultural del folklore haitiano, aunque era expresión de la cotidianidad de los obreros haitianos y de la vida del Batey, comenzó aparecer en pequeñas reseñas periodísticas para la Semana Santa, después de los años 40.

Autor: Dagoberto Tejeda Ortiz

Aunque el Gagá comenzó de manera extracurricular a estudiarse en la UASD a partir de 1962 por la antropóloga haitiana-dominicana-norteamericana June Rosemberg con algunos colegas profesores y sus estudiantes, no era centro de interés para los intelectuales dominicanos y seguía ausente en los medios de comunicación social.

El maestro Fradique Lizardo, excepcionalmente en su libro sobre la “Música y Danza en Santo Domingo”, publicado en el 1974, expresó: “Nosotros creemos que existen versiones dominicanas del baile del Gagá”.  Para los intelectuales más puritanos y recalcitrantes, estos era una blasfemia de Fradique, porque eso era cosa de haitianos.

Ese mismo año, surgió el grupo de nueva canción Convite, el cual escogió la música folklórica como la base de su propuesta musical, el cual por vez primera llevó a los medios de comunicación el Gagá, con el apadrinamiento de Yaqui Núñez del Risco, causando un revuelo y discusiones sobre este atrevimiento y profanación.

En el año de 1976, el maestro Fradique Lizardo, publicó en el periódico Ultima Hora,  una reseña sobre el “Gagá Versión Dominicana”, que en realidad era “el Gagá de Elías Piña”, una de las modalidades del Gagá Dominicano, cuyas informaciones le fueron ofrecidas por el entonces estudiante de la UASD Luis Minier.

Haciendo una ruptura con la visión ideológica oficial, Bernardo Vega, siendo director del Museo del Hombre Dominicano en el 1978, propició la impresión del “Almanaque Folklórico Dominicano”, autoría de Dagoberto Tejeda Ortiz, Iván Domínguez y José Castillo, cuya portada era de un grupo original de Gagá a colores.

“El Gagá Dominicano: Religión y Sociedad de un Culto Dominicano”, en 1979, libro editado por la UASD, autoría de la antropóloga June C. Rosenberg, fue el detonante en los centros académicos y en los espacios oficiales y privados,  discriminadores y racistas, para condenar a los investigadores del folklore y la cultura popular que querían “haitianizar” a la cultura e identidad dominicana, pero al mismo tiempo fue la provocación para sincerizarnos en la búsqueda y el debate de lo que somos.

Ante el empuje de las discusiones sobre el Gagá, el número 1010 del 4 de abril del año 1983, de la revista Ahora,  le dedicó la portada a un gagá original, con un artículo sobre este tema del sociólogo Dagoberto Tejeda Ortiz.  En el 1989, el antropólogo puertorriqueño José Francisco Alegría publicó en el periódico El Siglo un artículo sobre el Vudú y el Gagá, al igual que  Soraya Aracena, en Ultima Hora, sobre el Gagá Dominicano y sus raíces históricas. En 1993, José Francisco Alegría, da a luz el libro sobre “”Gagá y Vudú en la República Dominicana”, aporte inestimable a este tema que todavía está esperando una revalorización de sus dimensiones provocadores para enriquecer el debate en la relación a este tema.

En los últimos años, ha aumentado el número de investigadores donde ha sido de su interés el Gagá, quienes han hecho importantes aportes, como es el caso de Carlos Andújar Persinal, Geo Ripley, Roldán Mármol, Martha Ellen Davis, Julio Encarnación, Iván Domínguez, entre otros.  El Ballet Folklórico de la UASD,  bajo la dirección de José Castillo Méndez, fue el primero en incluir en su repertorio la modalidad  del Gagá del Batey y el Gagá de Elías Piña, los cuales se presentan a nivel nacional.

Convite, revalorizó el Gagá y realizó las propuesta de las fusiones como el camino para enriquecer las dimensiones de la música popular dominicana.  Luego, el INDEFOLK, profundizó las investigaciones. La Fundación Bayahonda, con Roldan, Jesús Nova y otros, en un trascendente trabajo de investigación y sobre todo de difusión de la música raíz, realizaron la mejor producción discográfica lograda hasta hoy.

Roldán Mármol, fue integrante de Convite.  Sin dudas, su semilla más prolífica, que ha trascendido al trabajo original para enriquecer la producción musical-cultural del país sin la perdida de las esencias contestarías convitianas.   Sin los recursos necesarios, con pasión, convicción y amor, el trabajo sistemático de Roldán, junto a un grupo de “alucinados”,  en la Fundación Cofradía, es una epopeya y una odisea, enfrentando todos los molinos de viento y venciendo exitosamente todos los desafíos.

En términos visuales,  está el video de Máximo Rodríguez sobre el Gagá en los Negros, antecedido por el Video sobre el Concepto Lotus, con Titico Carrión, los cuales son de los pocos trabajos visuales sobre el Gagá en el país.  Hay que destacar las exposiciones fotográficas y el trabajo de Boynayer Mota en La Enrramada del Gagá del Batey de San Luis.  Los aportes musicales de Xiomara Fortuna y Dulúc son para otro artículo.

En este momento, Roldán con la Fundación Cofradía, y un talentoso grupo de jóvenes creativos, acaban de lanzar un Video Clip, “No Tenemos Miedo”, sobre una versión del Gagá, con las esencias del cañaveral, artísticamente bien logrado, musicalmente excelente, con símbolos, ritmo  y contenidos originales, que sin dudas son una aporte trascendente para la redefinición de nuestra identidad y el afianzamiento de nuestra dominicanidad, que debe de ser difundido a nivel nacional e internacional.