Contra El Olvido: Máximo Gómez

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General Máximo Gómez (1836-1905)

Por Dagoberto Tejeda Ortiz                                                                 

“Ni antes ni después ha nacido en esta tierra

un hombre de la estatura de Máximo Gómez”

                                                            (Juan Bosch)

Máximo Gómez, el Generalísimo, el Napoleón de las Guerrillas, estrella luminosa de la Independencia Cubana, considerado como el más grande estratega militar de América Latina y uno de los jefes militares más trascendentes del mundo,  es uno de los héroes menos conocido en Baní y en el país.

Este banilejo ilustre que nació el 18 de noviembre de 1936, en las cercanías del hoy barrio de Villa Majega, que se bañaba en el charco de la “Piedra del Chivo” en el río del pueblo, que daba serenatas, bailaba en todas las fiestas, que era débil por un huevo frito y un pedazo de arepa con aguacate, fue un campesino, que no conoció la escuela, pero que se nutrió intelectualmente con el Padre Rozón, párroco del pueblo, con el tiempo se hizo un brillante autodidacta, convirtiéndose en un voraz lector y posteriormente en un mejor escritor.

Llamado por el deber patriótico, participó como sargento en la Batalla de Santomé en contra del ejército haitiano y por su participación fue ascendido de rango.  Al producirse la anexión a España, se pronuncia en contra, pero por una serie de circunstancias históricas terminó enrolado en el ejército invasor español y al producirse el triunfo de los patriotas dominicanos, sale con su familia desde Calderas, Banì, para Cuba.

Cuba fue su escuela y Cuba lo transformó ideológica y políticamente.  Ante la explotación y la injusticia de la esclavitud se estremece y se transforma al conocer la miseria y las injusticias del campesino cubano.  Descubre que el invasor español es el responsable y hace una ruptura con sus ideales y jura integrarse a la lucha que se estaba gestando por la liberación y la Independencia de Cubana.

El 10 de octubre de 1868 se produce el grito de libertad en el ingenio azucarero de la Damajagua en el Oriente de Cuba y a los pocos días llega Máximo Gómez al campo de batalla mambí y con el grado de sargento es integrado al ejercito libertador, el cual, dirige exitosamente la famosa carga del machete, integrándolo como arma de guerra, comenzando con esta acción  un ascenso militar espectacular, que culminó con triunfos mitológicos que los convirtieron rápidamente en una leyenda para los cubanos y en una pesadilla para los españoles como fueron los triunfos espectaculares de Palo Seco, Naranjo, Moja Casabe y las Guásimas.

Siendo extranjero, es nombrado General en Jefe del ejercito libertador y  se convierte históricamente en el único jefe militar que nunca perdió una batalla, desproporcionadamente en desventaja en hombres, a veces 40 a uno,  y en armamentos, pero su genio militar lo llevó a crear tácticas  de luchas no conocidas hasta entonces, peleando siempre en guerra de guerrillas, participando en las mismas de manera personal.

AUTOR: Dagoberto Tejeda Ortiz – Sociólogo

Terminada esta guerra que duró diez años de lucha sin éxito, salió el Generalísimo al exilio, hace amistad con Martí, el ideólogo, el patriota y junto con cuatro héroes más salen de Montecristi para comenzar la segunda guerra por la Independencia, donde Máximo Gómez es de nuevo el Comandante en Jefe del Ejercito Libertador Cubano.  Con la frente llena de estrellas, cae en el campo de batalla Martí y luego Maceo, la espada cubana de la libertad y entonces Máximo Gómez encarna los ideales patrióticos y el machete de ambos y con ellos como inspiración termina el sueño de los tres al producirse la Independencia Cubana. 

Al terminar la guerra, en agradecimiento a sus hazañas patrióticas en los campos de batalla, los cubanos le ofrecieron la Presidencia de la República y en un acto supremo de civismo y desprendimiento, Máximo Gómez no lo aceptó, diciendo que ya había cumplido con su deber y pensando en su país, al cual nunca renunció y siempre proclamó con orgullo expresó:

“Cuanto hice en Cuba como humilde y devoto soldado

de la libertad, lo hice a nombre del pueblo dominicano

cuyas miradas estaban puestas en mí”.

Máximo Gómez el banilejo-dominicano, ejemplo internacionalista, como el Che y Cayo Báez, ofrendó su vida por la libertad, sin importar nacionalidad, por la soberanía y el bienestar de los pueblos. ¡Dos patrias para un héroe inmortal!

Baní fue fundado el 3 de marzo de 1764 y poco a poco de una villa creada por diversos hateros, se convirtió en uno de los pueblos más progresistas e importes del país.

Siempre formó parte del territorio nacional, acorde con la división geográfica-política del momento.  Fue una dependencia de Santo Domingo y otra de Azua, hasta que en noviembre de 1944, por órdenes de Trujillo el Senado de la República creó la Provincia Baní.  Pocos días después, esta Ley fue derogada, pasando a denominarse a la nueva provincia con el nombre de Trujillo Valdez, en honor al padre del Jefe, el banilejo José Trujillo Valdez.

Como resultado de la destrujillización a la caída de la dictadura,  en 1961, legisladores sin consultar al pueblo, decidieron cambiar este nombre y la bautizaron como “Provincia Peravia”.  Peravia es una idealización de una tradición que proclama la existencia de la autoridad de las tierras de Baní, sin ninguna sustentación histórica, para algunos un hato inexistente que sin documentación algunos soñadores le han encontrado hasta lugar físico, cuya propiedad se le atribuye a Ana de Pravia, esposa o querida de Cristóbal Colón y Toledo, un bohemio, mujeriego, Rubirosa de la época.

Analizando históricamente el nombre de Peravia, es solo una idealización españolizante, sin ningún contenido histórico-cultural-religioso para los banilejos, que no sea la simbolización de los colones como expresión de la colonización, del imperio invasor español, que para nosotros significa el saqueo, la explotación, la iniquidad y la muerte. Y honrar esto, es una vergüenza.

Por esta asumida de conciencia histórica, los banilejos debemos comenzar una jornada de lucha para que  nuestros legisladores hagan un acto de justicia y honremos como dice Juan Bosch, no solamente a un banilejo ilustre, orgullo del país, sino al “más grande hombre  que ha nacido en nuestra tierra”, que nunca renunció al amor y al orgullo de su dominicanidad y que llevó a Baní en su corazón.  En una carta a su primo, el ilustre civilista y escritor Francisco Gregorio Billini le escribió:

“A mi pueblo, a mi Baní del alma que tú con tanto entusiasmo has cantado, no lo he olvido un solo momento en medio de los azares de la dura campaña terminada con el triunfo del derecho y la libertad.  Ese es el rincón querido…