Por Dagoberto Tejeda Ortiz
Con este título, el Rev. Víctor C. Baret B., identificado por él mismo como “Pastor evangélico y profesor, predicador y conferencista; asiduo investigador de las ciencias ocultas”, escribió un libro “donde se revelan cosas que muchos no saben ni querrán saber. El carnaval con su colorido, alegría y linda apariencia pudiera ser la fiesta social más sana, asistida, aclamada, divertida y recomendada de los folklores populares de no ser por su trasfondo oscuro y los fenómenos misteriosos y maligno que en eso se esconde”.
“El carnaval es una fiesta popular, comercial y turística, con gran apoyo oficial”, pero en realidad, “tras ese disfraz y esas caretas se esconden cosas que no todos conocen, pero que los cristianos si debemos conocer y repeler. Es muy pecaminoso, cargado de orgía, vandalismo, depravación moral y desenfreno carnal, pura promiscuidad”.
Ante esta realidad, por varias razones, la iglesia cristiana no debe participar ni apoyar los carnavales, según el Rev. Víctor Baret:
“1.- Porque la iglesia es un pueblo santo, separado para Dios, con una identidad y una misión especial; la cual se conduce apegada a los mandamientos del Señor, prescritos en su Santa Palabra.
2.- Por su origen pagano. En su religión, Roma las absorbió y añadió el conjunto de sus muchas tradiciones supersticiosas e idolátricas. Allí han hecho hecho cuna hasta el día de hoy.
3.- Porque su origen africano lo asocia más al ocultismo (el Vudú) y las influencias demoníacas que al cristianismo.
4.- Porque aunque es una fiesta socio-cultural, en ella se practica toda clase de promiscuidad y misterios ocultos.
5.- Por la naturaleza y carácter de quienes los auspician (los diablos cojuelos). Estos muestran apariencia de sana diversión, pero con un trasfondo maligno.
6.- Porque estas actividades están asociadas con prácticas puramente diabólicas, casi siempre con consecuencias fatales.
7.- Porque son prácticas anti bíblicas, irritan a Dios y él las prohíbe bajo maldición en las Santas Escrituras. La Biblia nos exhorta a ni siquiera honrarlas con nuestra presencia (Ex. 20.5)”
Esta visión discriminadora, satanista y racista, se mantiene durante todo el libro, debido a los prejuicios, desfase y desconocimiento del carnaval dominicano del Rev., Víctor Baret. Fanatizado, sin mirar para ningún lado, compungido declara que en el carnaval, “lo más triste y comprometedor es el trasfondo espiritual que tras estas prácticas esconde Satanás”. Y como asiduo investigador de “ciencias ocultas”, refiriéndose a los carnavaleros escribe: “hemos hecho la comprobación de que estos cortejos, antes de salir a las calles y mostrarse en público, algo ya se ha ritualizado en zona secreta y desconocida, a veces por contrato y otras por devoción”, en relación con el diablo.
En el carnaval, destaca como elemento prioritario de su descomposición al Gagá, el cual lo contamina negativamente, porque para él, “El gagá es un culto devocionario efectuado bajo un contrato o pacto con el Diablo. Una vez hecho y juramentado bajo un bautismo cerebral en sangre y fuego, no se puede disolver, volver atrás, so pena de grandes consecuencias. El requerimiento número uno de este pacto satánico es vender su alma al Diablo para ser requerido en el tiempo que desee disponer de él; Pues ese pacto lo convierte ya en propiedad suya”.
En el carnaval, su horror son los Diablos Cojuelas. Para él, “son las personas poseídas bajo contrata que organizan, dedican, conducen el Gagá y auspician el Priyè. Por el aspecto físico de su naturaleza y por la coincidencia de época de celebraciones se le asocia estrechamente con el gagá haitiano y los Guloyas cocolos”. ¡La confusión es mayor que los prejuicios y que el conocimiento!
El Rev. Víctor Baret, afirma que “datos recientes al respecto nos indican que el 51% de los dominicanos practican el ocultismo ( o sea la hechicería, la idolatría, el zodiaco y las supersticiones tradicionales), directa o indirectamente”, por esa razón, en el mundo del carnaval, para comprenderlo, según él, hay que tomar en cuenta, además, la fiesta de Halloween, el mal de ojo, la leyenda de la ciguapa, la insensatez de la idolatría, las botánicas, el Vudú, la venta de almas, el bautismo de cerebro, el galipote o bacà, la necrofilia, los signos zodiacales; las consultas espiritistas, los brujos, las brujas, los sueños y lo que dice la biblia acerca del ocultismo.
La confusión es total y la ignorancia es más grande sobre el carnaval dominicano. Primero, estamos seguros que él no ha estudiado ni conoce los carnavales locales, sus conocimientos son por lo que él se imagina y lo que le han contado. Y algo insólito, en su bibliografía no hay un solo libro sobre el carnaval.
Este es un un libro ideologizado, desfasado, descontextualizado, irrespetuoso, excluyente, sectario, prejuiciado, que respira solo fanatismo, mentiras y prejuicios.
No comprendemos cómo un pastor, en una época de ecumenismo, que incluso se define, además, como “investigador de Ciencias Ocultas”, puede proclamar tantos prejuicios como “verdades”, en una obsesión maléfica de ver al diablo en el carnaval. Es verdad. El diablo existe en el carnaval, es su personaje central, no porque sea un culto al diablo, sino una sátira al mismo, porque el carnaval es el mundo al revés. Reverendo Víctor Baret, recuerde que la propia biblia proclama, que “conoceréis la verdad y la verdad os hará libre”…