Por Miguel Espaillat Grullón New York, NY 31/12/2021
1 – He sabido de la crianza que recibió Danilo Medina por medio de una persona que fue su amigo íntimo desde la infancia. Ellos fueron a la escuela primaria y secundaria juntos, pertenecieron al mismo equipo de pelota y disfrutaron de las mismas fiestas, de ir al río para bañarse en el charco, de encontrarse en el parque para en conversaciones amenas compartir las aventuras juveniles en torno a las muchachas que les hacían latir el corazón de amor y de locuras.
2 – Los padres de Danilo – me confesó mi amigo – fueron personas pobres, pero honorables, que le inculcaron a sus ocho hijos valores cívicos, morales y religiosos. Ellos fueron tal cual Danilo los describe en el entierro de su padre: “fueron ellos honrados, humildes y trabajadores que enseñaron a sus hijos a también ser honrados, trabajadores y responsables”.
3 – Danilo – me sigue contando mi amigo – era tranquilo, muy estudioso, honrado, solidario y con inquietudes políticas. Nunca dio una pifia que revelara ser una persona ambiciosa, que le tuviera amor al dinero y al poder, ni que fuera concupiscente, ni un desfachatado. Siempre fue correcto en todo y de un hablar sustancioso, sano y respetuoso.
4 – Dado estos antecedentes de Danilo y su familia, para mi amigo y para los más de dos millones de personas que apoyaron su candidatura presidencial, resultó una sorpresa nefasta el comportamiento deleznable del Danilo presidente y la de sus hermanos a la sombra del poder, y más, cuando también ellos venían de la escuela política de Juan Bosch que los había formado inculcándoles que ningún peledeistas se haría rico con los fondos del estado y que los peledeistas servían al partido, para servir al pueblo.
5 – La decepción que Danilo y su familia ha causado a las personas buenas, honradas y decentes que creyeron él, es mayúscula. Solo hay que traer a la memoria sus discursos de combate a la corrupción y la seriedad y solemnidad que ponía para pronunciarlos. Todo resultó en una farsa, un teatro, porque al final, él, su familia, ministros y funcionarios han resultado ser los más grandes ladrones que han pasado por el estado dominicano.
6 – Dado la desfachatez empleada por Danilo y su familia, para llevar a cabo el mayor latrocinio que gobernante alguno haya hecho contra nuestra patria, se hace difícil aceptar, que todo ese robo se hizo en el gobierno de un hombre con apariencia de manso, con una carita angelical, que pronunció el mayor número de discursos prometiendo combatir la corrupción y la impunidad y castigar de manera ejemplar a los que solo el rumor público señalase como ladrones del erario.
7 – En fin, Danilo Medina Sánchez, con su protagonismo en el mayor desfalco al erario que se haya hecho en nuestro país, ha sorprendido a los amigos y adversarios y a todos los que votaron por él creyendo que en verdad era un hombre bueno, dueño de valores cívicos y morales que sus padres y Juan Bosch les habían inculcado, pero que además creían, que esa era su naturaleza.
8 – ¿Qué le pasó a la psiquis de este hombre y su familia, para que sufrieran tan potente degeneración? ¿De dónde a esta familia le salió tanta capacidad para el simulacro, el cinismo, la hipocresía, para hablar mentiras, para ser tan indolentes, sinvergüenzas y descarados y para el latrocinio? ¿Cómo adquirieron esa capacidad para simular ser ángeles, cuando en verdad eran demonios y pasar por ovejas, cuando eran lobos? Como no soy psicólogo ni psiquiatra, dejo a estos profesionales la explicación científica de semejante transformación.
9 – Ahora bien…, a los que apoyaron a Danilo Medina de mil maneras para que éste llegara al poder y se mantuviera en él, e incluso propugnaron por la modificación de la Constitución para que esta escoria humana pudiese optar por un tercer mandato, a esos, por ahora, les doy el beneficio de la duda, y acepto que apoyaron a semejante ser humano, porque no sabían de la tanta maldad que este hombre anidaba en su corazón de piedra.
10 – No obstante, quienes cerraron filas con Danilo Medina para llevarlo y mantenerlo en el poder, sin saber que estaban alimentando a un Frankenstein que llevaría al país a un abismo económico y moral jamás visto – ante este grave desliz – como penitencia y desagravio al pueblo, lo menos que pueden hacer esos que sostuvieron amoríos políticos con Medina es, hincarse, para de rodillas, con la mayor humildad posible, pedirle perdón a la nación, sin importar que apoyaron aquel monstruo por comisión u omisión, de buena fe, por lealtad y gratitud al amigo, o porque por ingenuidad e inocencia, cayeron en la trampa de apoyar a ese hombre doblemente hijo díscolo, ingrato, malévolo, sinvergüenza y traidor, pues defraudó y pisoteó el legado de honorabilidad que le habían inculcado sus padres y Juan Bosch, y que de paso, también defecó sobre la república y la patria que puso en sus manos, su destino.
A mis lectores, les dejo la palabra