Cultiva un espíritu de optimismo

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POR RAQUEL DEMORIZI

Todos conocemos personas que aún en medio de sus mejores momentos se sienten disgustados, y no son capaces de despojarse de pensamientos desalentadores, dejándose arrastrar por ellos. Desde nuestra perspectiva humana y desde el ángulo de la fe cristiana estos pensamientos deben ser descartados porque interfieren negativamente en nuestro diario vivir y proyectos.

Considerar que no vale la pena emprender nada como suele un pesimista llegar a pensar, no es un criterio que determina nuestra actitud frente a los problemas que inevitablemente tendremos.

La vida tiene vicisitudes por lo que no todo resulta como anhelamos. No podemos permitir que momentos inquietantes impongan en nosotros el desalilento. Una persona pesimista se deja arrastrar, queda inhabilitada para tomar decisiones, el pesimismo ahoga el espiritu.

Es fácil caer en sus garras, sobre todo ante las situaciones estresantes que el diario vivir nos presenta, donde en algunos momentos se pierde la fe y la confianza, no somos capaces de enfrentar las premuras de la vida.

Y me pregunto entonces ¿Cuándo lleguen enfermedades, penas y tristezas como las enfrentaremos?
Porque cuándo las circunstancias aprietan y toca luchar con desventajas físicas, problemas económicos etc. es obligatorio aferrarse a la palanca de la fe.

Si caes, levantate enseguida y prosigue con más animo, ya que el optimista posee el arte de transformar un día gris en uno luminoso, en todo ve una oportunidad.

Encaremos la vida con alegría permitiendo que la fe y la esperanza habiten en nuestros corazones y en nuestras vidas. Una frase muy graciosa dice que mientras el optimista ve una dona, el pesimista solo ve el hoyo porque bien dijo Joyce Meyer no se puede tener una vida positiva y una mente negativa.