Colombia, víctima de guerras civiles y de gobiernos neoliberales, ha tenido una historia marcada por hechos que pueden hacer más comprensible su actualidad, aún insertada en la búsqueda de una paz necesaria, pero no lograda en toda su dimensión.
En este escenario, la nación sudamericana vivió, el 9 de abril de 1948, un estallido de violencia que recibió el nombre de Bogotazo, por haberse desarrollado en la capital, aunque acabó extendiéndose a otras zonas del país.
El magnicidio del líder del Partido Liberal, Jorge Eliécer Gaitán, fue el detonante, a partir del cual la población colombiana se lanzó espontáneamente a las calles condenando la acción y exigiendo justicia y cambios en un entorno político en el cual los más desposeídos, además de ser quienes sufrían de las desigualdades económicas y sociales, eran los que más víctimas aportaban debido a la represión policial.
Un testigo excepcional del Bogotazo fue el joven cubano de 21 años, estudiante de Derecho de la Universidad de La Habana, Fidel Castro Ruz, de visita en Bogotá para preparar, junto a otros jóvenes, un congreso estudiantil para discutir temas como: la democracia en Santo Domingo: la lucha contra la tiranía de Trujillo; la independencia de Puerto Rico; la devolución del Canal de Panamá y la desaparición de las colonias que subsistían en ese entonces en América Latina, simultáneamente con la celebración de la IX Conferencia Panamericana que daría origen a la OEA.
Dos días antes del asesinato de Gaitán, Fidel participó en un encuentro con él, a solicitud de estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia, quienes le manifestaron al líder estudiantil cubano que Gaitán era en aquel momento la figura política de mayor prestigio, de más apoyo popular y que se le consideraba como el hombre que ganaría las próximas elecciones en la nación sudamericana.
Al respecto, Fidel relataría años después que «a Gaitán le entusiasmó la idea del congreso y nos ofreció su apoyo.
«Conversó con nosotros y él estuvo de acuerdo con la idea de clausurar el congreso con un gran acto de masas…».
Pero tal compromiso no pudo cumplirse, ya que Gaitán los citó para dos días después, es decir, el 9 de abril, a las dos o 2:15 de la tarde, momento en que fue baleado al salir del edificio donde estaba su oficina.
Al finalizar una reunión celebrada en su despacho, junto a sus compañeros de partido, decidió salir a almorzar, y al bajar del ascensor, cuando se abrió la puerta del edificio, un individuo, después identificado como Juan Roa Sierra, disparó varias veces y cegó la vida de Jorge Eliécer Gaitán.
Fidel describió a Gaitán como «sagaz e inteligente», «orador virtuoso, preciosista del idioma y, además, elocuente».
De igual forma, refirió que el líder colombiano «se identificaba con la posición más progresista del país y frente al gobierno conservador». Lo definió como «un brillante político, brillante orador, brillante abogado, y todas esas cosas me causaron una impresión muy grande».
En entrevista realizada a Fidel por el periodista colombiano Arturo Alape, el líder histórico de la Revolución Cubana expresó: «[…] me quedé con el dolor de la muerte de Gaitán […], me quedé con el dolor del pueblo ensangrentado, me quedé con el dolor del pueblo derrotado, y me quedé con la impresión de lo que puede hacer el imperialismo […], de lo que pueden hacer las clases reaccionarias […]».