Por Roberto Veras
Hoy quiero hablar de una realidad que afecta a muchas democracias alrededor del mundo y la República Dominicana no escapa a esta realidad: tanto en el oficialismo como en la oposición las candidaturas que se sustentan únicamente en recursos económicos, pero carecen de propuestas sólidas, son como un cuerpo fuerte con los pies de barro. Esta metáfora nos ilustra cómo la apariencia de poder y solidez puede ser engañosa, especialmente en el ámbito político.
Vivimos en una época en la que las campañas electorales se han convertido en competencias de chequeras abultadas y marketing deslumbrante. Cada vez es más común ver candidatos que inundan el espacio mediático con anuncios publicitarios, eventos ostentosos y promesas grandiosas, todo gracias a su poder económico. Sin embargo, la pregunta que debemos hacernos es si esto realmente nos beneficia como sociedad.
Imaginemos un candidato que es como un fisiculturista con un cuerpo impresionante. Sus músculos son grandes, fuertes y llamativos, y parecen estar en la cima de su forma física. Pero si observamos más de cerca, nos damos cuenta de que sus pies son frágiles, hechos de barro. Por más imponente que parezca a simple vista, esa fragilidad en la base lo hace vulnerable y poco confiable.
Lo mismo sucede con las candidaturas que se basan únicamente en recursos económicos. Prometen mucho, pero carecen de una base sólida de propuestas y visión política. En lugar de construir sus plataformas sobre ideas y soluciones concretas para los problemas que enfrentamos como sociedad, se apoyan en la retórica vacía y en la publicidad costosa. Esto puede impresionar a algunos en un primer vistazo, pero a la larga, se convierte en una fórmula peligrosa.
El problema de las candidaturas de los «pies de barro» es que, cuando se enfrentan a los desafíos reales y a la toma de decisiones difíciles, carecen de la fortaleza y la visión necesaria para liderar de manera efectiva. Sus promesas se desmoronan, y los ciudadanos se dan cuenta de que han depositado su confianza en algo vacío, pues nunca presentaron una propuesta de municipalidad.
Para una democracia saludable, es fundamental que evaluemos a los candidatos en función de sus propuestas, experiencia y visión, en lugar de dejarnos llevar únicamente por su capacidad para financiar campañas espectaculares. La política no debería ser una competencia de gasto desenfrenado, sino un proceso en el que elegimos a líderes que estén verdaderamente comprometidos con el bienestar de los munícipes y tengan la capacidad de implementar soluciones efectivas en momentos díficiles.
En resumen, recordemos que una candidatura sin propuestas sólidas es como un fisiculturista con pies de barro. Aunque pueda impresionar a simple vista, su falta de base sólida lo hace vulnerable y poco confiable. En lugar de dejarnos llevar por las apariencias, debemos buscar líderes que estén dispuestos y preparados para abordar los desafíos reales de nuestra sociedad. Solo así podremos construir un futuro más fuerte y sostenible para todos.